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El inquietante sonido del timbre

Eugenio de Nora, Antonio Pereira y Rogelio Blanco dieron gran altura y calidad a la presentación de la última novela de Ricardo Magaz, El inquietante sonido del timbre, en la Casa de León de Madrid. <br> Abrió el turno de palabra el escritor de Vil

Madrid, 27 de noviembre de 2001

Eugenio de Nora, Antonio Pereira y Rogelio Blanco dieron altura y calidad a la presentación de la última novela de Ricardo Magaz, El inquietante sonido del timbre.

Abrió el turno de palabra el escritor de Villafranca del Bierzo, quien con su acostumbrado gracejo y socarronería, hizo una vivisección de la obra, que calificó de sorprendente e innovadora, destacando también la hábil utilización del lenguaje para abordar una trama social de elevado interés.

Luego intervino Eugenio de la Nora, quien leyó el texto que tenía preparado para la ocasión Rogelio Blanco, quien no pudo asistir al acto, De Nora, además de leer el texto enviado por Rogelio Blanco, destacó también de forma positiva aspectos del libro y del prolífico autor cepedano.

El texto enviado para el acto por Rogelio Blanco, también prologuista del libro, dice así: Estimo que a través de su lectura podemos convenir que este autor leonés y cepedano, o al revés, cada vez se parece más a los renancentistas, sobre todo a Pico de la Mirándola; sólo le falta esculpir. Toma ora la espada ora la pluma como Garcilaso, se enfrenta al poder como Da Vinci o Giordano Bruno, quiere montar la república perfecta en León como Jerónimo Savonarola, “alicuando” compone poemas de amor como Petrarca, huye del infierno como Dante, se va a la guerra como Cervantes, etc... Pero también tiene algo de medieval, se refugia en Asturias como don Pelayo, ¡bien lo justifica en la dedicatoria a Carmen! Y de moderno, pues organiza tertulias como Gómez de la Serna.

En la lectura del citado texto se observa que no existe género que detenga a este polifacético leonés. Ensayo, narrativa, periodismo escrito y..... ¡ahora el radiofónico! Criminólogo, político y candidato al Parlamento Europeo... hacedor y desfacedor de todo. ¡Qué contento se pondría Jean Monet si le hubiera conocido! Convendrán conmigo que Ricardo tiene curriculum vitarum, pues trabaja de y en todo y por todos. ¡Es todo un complejo fabril!

Pero la invitación que nos convoca tiene un fallo. No contiene ningún sello o estampilla adosado. Y la constancia también es característica renacentista, pues la tercera vida, la de la fama, era tan importante como la terrenal o la celestial.

Fue un detalle por su parte y un placer para mí el que me invitara a realizar el prólogo. Y siento no poder acompañarle hoy. En el prólogo digo lo que pienso de la obra, por lo que ahora me libera de tal tarea a favor de opinar sobre el creador. Les aseguro que me leí el libro de “una sentada”. Le llamé nada más terminarlo y le hice un resumen con cinco versos de Malcolm Lowry:

“Quien me busca, me encuentra
Quien me encuentra, me conoce.
Quien me conoce, me ama,
A quien me ama, amo.
A quien amo, destruyo”

Este es, a modo de resumen, el tema desarrollado en esta novela del subgénero negro, en la que hay cotidianidad para hacerla creíble, dramatismo y destrucción más acción para hacerla negra, erotismo como un recurso para atraer la atención, destreza, amor y muerte se conjuran en un ceremonial, en el espejo deformante de una de las caras de la vida. Y tanta pasión y malformación el autor los va tejiendo con pulso y de modo inquietante antes de que suene el timbre.

Tales elementos contribuyen a una lectura con desvelo, insomnio y pervigilios. Borja, un aburrido empleado de banca, cual funcionario, e incapaz de superar la prueba de Josué; un aspirante a Icaro, pero al que le derritieron las alas ceroferarias, se ve envuelto en la telaraña de Mila, una Ariadna experta miliciana del amor, de convertir el oro en escoria.

La benevolencia cupídea del empleado de banca se carboniza en la ligereza y malaintención de Mila. Ambas, Ricardo las pone en patena y ameniza recurriendo a lugares, personajes y lenguajes de la tierra cazurrería.

Estimado Ricardo, del que suscribe pule el estilo barroco y rarefacto, apropíncuate de lo necesario sin dejarte convencer por estas verbosidades y sarcasmos hiperbólicos, pero no olvides lo que dijo un poeta:

“Que de los rústicos labios,
Entre muchas necedades,
Salen a veces verdades
Que no las dicen los sabios”

Y a los aquí presentes y a los lectores, “El inquietante sonido del timbre” es el quinto proyecto narrativo de Magaz. El momento de dar cuenta de su pericia a la hora de manejar un enredo que parece creíble mediante el buen manejo de técnicas y estilo narrativos que consiguen atrapar al lector, pues el autor logra el clímax necesario e inquietudes.

Es la intensidad y extensidad que pone a todo lo que hace: creación literaria, actividad sindical y profesional, político regionalista, etc., que bien recuerda al rey homónimo, pero a ti te llamaremos “Ricardo con el corazón en León”. Este quehacer es una muestra de la expansividad de Magaz que no le importa donar.

Sencillamente es un utópico si por tal entendemos la necesidad de cuestionar y explorar la realidad, toda la realidad en su multidimensionalidad, y a la vez ofrecérnosla en el empeño de hacer más real lo oculto de ésta. Y esto también es parte del género negro, de ahí que tomara para el prólogo una frase del cuasi-leonés y ex presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, “hay más realismo en una página de una novela negra, que en mil de Marcel Proust”.

Ricardo, en este esfuerzo te acompañas de imágenes y drama, de tragedia y frivolidad. Son formas de devolver las imágenes al espejo de la vida que no admite indiferencia. Ni Borja ni Mila son indiferentes. Y tú, Ricardo, tampoco. Gracias

El acto, que fue seguido por una destacada audiencia que llenaba el salón de la Casa de León en Madrid, terminó con unas palabras de Ricardo Magaz, quien destacó la carga de realismo y el valor testimonial de la novela policial.

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