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Piero Dorazio, en el IVAM

El IVAM presenta la primera exposición que un museo español dedica a Piero Dorazio, uno de los máximos representantes de la abstracción en la pintura Italiana posterior a la Segunda guerra mundial

La muestra recorre a través de sesenta obras de gran formato, una amplia panorámica de su trayectoria artística, y el proceso de creación de un lenguaje de las formas propio y totalmente novedoso.

Largas bandas de color que se curvan, elementos circulares que se entrecruzan y estructuras cromáticas ordenadas geométricamente constituyen el eje central de las grandes composiciones del artista Piero Dorazio, que desde el 29 de mayo y hasta el 7 de septiembre pueden contemplarse en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) de Valencia.

La muestra "Piero Dorazio", la primera que este pintor italiano realiza en España, agrupa sesenta obras de gran formato fechadas entre 1948 y 2002 que plasman la riqueza y la profundidad atemporal de este artista de 76 años, considerado como el máximo exponente de la abstracción italiana.

El visitante que recorre la sala puede admirar la variedad y la riqueza de los distintos lenguajes plásticos utilizados por Dorazio, desde sus iniciales lienzos y dibujos marcados por el futurismo, pasando por manchas cromáticas gestuales hasta las formas geométricas actuales concebidas con un orden y un dinamismo muy personal.

Desde los días de Musolini

Desde sus inicios, los acontecimientos históricos marcaron la conducta artística de Piero Dorazio, Roma 1927. Bajo la dictadura de Mussolini, Dorazio empezó a pintar paisajes figurativos y bodegones influido por la pintura metafísica de Giorgio de Chirico, mientras estudiaba arquitectura en la Universidad de Roma. En esa época, el aislamiento exterior impuesto por el régimen fascista impedía que la obra de artistas como Kandinski, Klee, Hans Arp, Matisse, Gino Severini, Giacomo Balla, Humberto Boccioni o los expresionistas alemanes fuera conocida en Italia.

Desde los años cuarenta Dorazio adoptó una posición comprometida en debates estéticos, intelectuales y políticos como miembro de grupos artísticos, periodista, autor de libros, editor y curador de exposiciones. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Dorazio se unió a los grupos Arte Sociale y Forma 1 e influido por el cubismo, el futurismo y De Stijl se opuso al realismo socialista y al expresionismo y rechazo la intromisión política en el arte.

La pintura de Piero Dorazio fue tomando forma desde 1945 hasta 1958, y en este proceso es decisivo un viaje a París, que le permite mantener contacto con artistas como Henri Matisse, George Braque, Gino Severini, Hans Arp, Max Bill, Le Corbusier, Joan Miró y Giorgio de Chirico, que pronto reconocieron su talento. Posteriormente, se traslada a EEUU donde se relaciona con Motherwell, De Kooning, Rothko y PollocK y empieza a establecer un puente entre Europa y Estados Unidos.

A lo largo de 1958 su obra experimenta una transformación definitiva. La pintura se vuelve casi monocromática. Pero poco a poco, la capa de color monocromo se abre y se combina con finas estructuras reticulares llenas de luz que se superponen de forma compleja. En estas obras, Dorazio consigue internacionalizar su base artística con una creación marcada por su origen europeo y mediterráneo en la construcción de espacios con la luz y el color.

Coincidiendo con su actividad docente en el Departamento de Bellas Artes de la Universidad de Pensilvania (Filadelfia), en los años sesenta nacen los primeros cuadros formados por bandas de color con un formato arquitectónico, que después evolucionan hacia elementos que oscilan en curvas y ondulaciones. Durante esta época la obra de Dorazio, que muestra conexiones con la de Mondrian, Theo van Doesburg, Newman y Paul Lohse, se encuentra entre el riguroso cálculo de los constructivistas suizos y la mística de los campos de color de Rothko.

Durante 1972 y 1973 Dorazio crea obras de gran formato con la técnica del collage, cortando los lienzos pintados y aplicándolos por separado sobre una nueva tela. Con esto evoca los efectos de las vidrieras multicolores y los esmaltes (cloisonné), en los que las superficies de colores se separan entre si con nervios metálicos.

Desde 1974 Piero Dorazio vive en solitario en el monasterio de Todi, en Umbria. Allí inició sus estudios con acuarelas que desembocaron en los años ochenta en pinturas que parecen brillantes cortinas. En los noventa, las largas y delgadas bandas de color se curvan en elementos circulares que se entrecruzan y seccionan el espacio del cuadro. Sin embargo, el los ultimos años su pintura se ha vuelto más tranquila y las estructuras cromáticas se ordenan geométricamnte. Además, recientemente ha expandido el formato de sus obras, sobre todo en dípticos y cuadrípticos, que le permiten mostrar un nuevo campo de tensión entre la forma y el color.

La pintura de Dorazio es fácil de entender independientemente del ámbito cultural y lingíístico, porque no remite a contenidos concretos, sino que toca aspectos humanos, interculturales y existenciales, expresión del mundo interior del ser humano. Para él, el color es el medio de expresión más cercano, hasta el punto que lo convierte en el símbolo de un proyecto vital concreto. En este sentido, entiende el color como la base expresiva de los sentimientos del artista durante el proceso pictórico, y lo que Dorazio experimenta al pintar y lo que él desea ofrecer después, es alegría en el sentido de placer de vivir.

Piero Dorazio ha expuesto en ciudades como Roma, Nueva York, Osaka, Bolonia, Milán, París, Frankfurt. Además, ha participado en la Bienal de Venecia de 1952, de 1960, de 1966 y de 1988 y en la de Sao Paulo de 1961. En los últimos años se han realizado varias retrospectivas de su obra en Grenoble y Bolonia en 1991, en Atenas en 1994, Milán en 1998 y en Roma en 1999.

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