Con esta muestra de la faceta dibujística de Jacques Lipchitz, que apoya la donación de un conjunto fundamental de yesos de este artista, El IVAM desarrolla el programa de exposiciones dedicado al dibujo como actividad fundamental en la creación artística, al tiempo que se profundiza en la obra de este autor, a cuyas esculturas pudieron contemplarse en la exposición que el museo le dedicó en 1997.
Esta muestra ofrece también la oportunidad de enriquecer el conocimiento del arte en del primer tercio del siglo pasado, magníficamente representado por los fondos de Julio González. A diferencia de los dibujos de los pintores, en los que el mundo físico es concebido en dos dimensiones, y normalmente en forma fragmentaria, los dibujos de los escultores son configuraciones potenciales de formas tridimensionales y a menudo proyectos definitivos para esculturas que son, en sí mismas, un todo físico.
Los dibujos de Jacques Lipchitz, uno de los grandes nombres de la escultura del S.XX y que con más acierto trasladó a su trabajo las formas y las ideas del cubismo, ilustran espléndidamente esta diferencia. El catálogo editado con motivo de la exposición reproduce los dibujos expuestos y aporta textos de Catherine Pütz, Guillermo Gómez-Ferrer y Josep Salvador.
Nacido en 1891 en Druskieniki (Lituania), Lipchitz está considerado como uno de los mejores escultores del siglo XX y su estilo está basado en los principios del cubismo, aunque fue el pionero de la escultura no figurativa.
En su producción escultórica se pueden observar claras influencias del arte egipcio, el arte griego arcaico y el gótico que completaron la formación que recibió en el París de principios de siglo.
Visitó España en 1914 de la mano de Diego Rivera, donde se empapó del arte de Goya, El Greco y El Bosco y fue a través de Rivera como conoció a Pablo Picasso y se aproximó a los artistas del círculo cubista.
Lipchitz se mantuvo siempre al día de las tendencias formales en la expresión escultórica, tomando a veces la iniciativa en la experimentación y la innovación aunque siempre tuvo claro que, para él, el arte era una expresión simbólica de las emociones humanas, tanto que el propio artista expresó que "cada obra es un reflejo de la vida".
Úrsula Schulz-Dorburg: territorios vacíos
La fotógrafa alemana Ursula Schulz-Dorburg ha realizado durante las dos últimas décadas un trabajo fotográfico de altísima calidad, un trabajo en el que ha reflejado espacios del hombre, aunque el hombre rara vez aparece en sus imágenes.
Ursula Schulz-Dorburg ha recorrido medio mundo, durante las dos últimas décadas, para realizar un trabajo notable. Con sus fotografías, ha hallado poesía y miserio de paisajes aparentemente vacíos.
Bonn, Dusseldorf, Hamburgo, Viena, Amsterdam, Chicago y Nueva York ya han visto las imágenes de la fotógrafo alemana. Ahora están en Valencia, en el prestigioso IVAM, Instituto Valenciano de Arte Moderno, hasta el 15 de septiembre.
El espectador se encuentra ante arquitecturas calladas y aparentemente fuera del tiempo; territorios intermedios en los que convive el hombre con un espacio o una arquitectura aparentemente inapropiada; o manifestaciones lumínicas que ayudan a revelar el fin de una construcción religiosa.
Todo, aparentemente, resulta frío. Se notan las ausencias del ser humano; pero en medio de la ausencia se revela la presencia del mismo; se percibe una huella lejana en sus paisajes y edificios vacíos.