En la exposición "Pardes" (Paraíso), el artista conjuga el espacio interior y el jardín exterior del museo con la instalación de un huerto de naranjos. Karavan simboliza "el mal y buen gobierno" con dos olivos, uno de los cuales está colgado del techo del IVAM de forma invertida.
Junto al olivo y el naranjo forma parte de la exposición otro de los que David Karavan llama sus "amigos de Israel", el cactus, una planta traída por los españoles de México y extendida por todas las riberas del mediterráneo oriental y que, según el artista, "ha llegado a utilizarse para designar a los nativos de Israel".
La exposición que cuenta con el patrocinio de Bancaja lleva por título el concepto hebreo de Pardes, cuyo significado remite al pequeño huerto de los aldeanos y etimológicamente evoca al concepto de paraíso. En esta muestra Dani Karavan nos presenta un espacio sometido a una condensación de ideas y a su vez constituye una antología de su labor creativa desde sus primeros frescos a sus obras públicas.
En su instalación el artista conjuga al mismo tiempo el espacio interior y el jardín exterior, con la instalación de un jardín vivo en la explanada exterior del museo. En el interior, la muestra se inicia con dos olivos, como árbol simbólico de la paz, y termina con el Réquiem por el cactus. El cactus se convierte en un símbolo de su tierra y constituye, además, un homenaje de Karavan a las obras de Julio González tituladas Monsieur cactus (Señor cactus) de 1939 y Madame cactus (Señora cactus) de 1939-40.
Asímismo la exposición traza un amplio recorrido histórico sobre la obra pública de Karavan que por primera vez se presenta en España. La muestra como toda la obra de Karavan constituye un memorial, un lugar de ideas para presentizar el recuerdo a través de la visión y no de la lectura.
El catálogo que se publica acompañando a la exposición cuenta con la colaboración de estudiosos de la obra de D. Karavan como Ana Mº Torres, Robert Morgan, Arturo Schwars, Michael Gibson, Pierre Restany, Peter Anselm Riedl, Tadayasu Sakai y Kosme de Barañano y se ilustra con imágenes del contenido de la instalación realizada para el IVAM junto a las necesarias referencias a otros trabajos del artista.
Dani Karavan (Tel Aviv, 1930) Dani Karavan nació en Tel Aviv en 1930. Inició su formación artística en su ciudad natal con los pintores Aharon Avni, Marcel Janco, Stematzky y Streichmann y en la Academia Bezalel de Jerusalén con el pintor Mordechai Ardon. Durante los años 1956 y 1957 aprendió la técnica del fresco con Giovanni Colacicchi en la Academia de Bellas Artes de Florencia y estudió dibujo en la Academia de la Grande Chaumière de París.
En 1958 obtuvo el premio para diseñar los pabellones de la celebración del décimo aniversario de la independencia de Israel. A partir de este momento su obra adoptó un marcado carácter cívico que se plasmó en sus proyectos murales, monumentos y actuaciones y creaciones en el paisaje (environments). Entre 1960 y 1973 compaginó su desarrollo como artista plástico con la creación de escenografías para obras teatrales y para espectáculos de danza, destacando su colaboración con la coreógrafa Martha Graham.
Su trabajo se ha caracterizado por una intensa investigación de las posibilidades de acción sobre el entorno. Karavan busca lugares de vasta extensión, en los que estructura los espacios a través de ejes de circulación, señalizando la naturaleza, la dimensión y el tiempo a través de signos, esculturas o monumentos sencillos.
La obra de Karavan destila un clasicismo en la forma y un humanismo en la filosofía en su intento de armonizar la existencia humana en el contexto del marco físico e histórico. Todas sus esculturas y monumentos tienen sus raíces en la cultura tradicional y el paisaje mediterráneo de su país natal, que reaparecen en la particular fusión del artista de los conceptos de escultura, arquitectura, paisaje y urbanismo. Para ello profundiza en la historia y la geografía de los lugares en los que actúa, defendiendo la necesidad de armonía entre los pueblos y entre civilización y naturaleza.
Destacan, entre otros, sus proyectos frente al Duomo de Florencia o la catedral de Colonia y sus homenajes a Walter Benjamin realizados en Düsseldorf y Port Bou. Karavan ha explorado el poder del paisaje como foco para comunicar experiencias y transmitir energías. Sus formas construyen un diálogo entre la materia y la imaginación, entre los elementos de la naturaleza y la planificación humana. Su obra se extiende por Francia, parque de La Défense de París, Alemania, Corea, y fundamentalmente por Israel y Japón, donde recibió en 1995 el gran Premio Imperial.
Karavan ha desarrollado desde los años sesenta su particular concepto de environment, que construye a partir de sus esculturas e intervenciones en espacios públicos, sumamente elaboradas y llenas de matices. Sus obras sintetizan su firme compromiso histórico y cultural. Karavan ha explorado el poder del paisaje como foco para comunicar experiencias y transmitir energías. Sus formas construyen un diálogo entre materia e imaginación, entre los elementos de la naturaleza y la planificación humana.