Guiarte.com. Madrid, 21/09/2018
Montañas, bosques, senderos de peregrinación en los que se funden los bosques, cascadas y templos, adquieren desde octubre unas coloraciones mágicas, una trasformación que cautiva a los viajeros y que recibe el nombre de kōyō.
Este espectaculo, en el que el verde se integra con el amarillo miel o el dorado y carmesí, se inicia cuando avanza ya octubre y se prolonga hasta diciembre, creando unos paisajes de mayor vigor cromático que la conocida floración primaveral de los cerezos. Esta época es especialmente propicia para fundir las caminatas otoñales con el arte y la cultura.
Para muchos viajeros, la imagen de Japón es la de la superpoblación, no en vano en torno a su capital se extiende la conurbación más densa del mundo. El país ocupa una superficie de unos 370.000 kilómetros cuadrados, y está poblado por unos 130 millones de habitantes. Pese a esta elevada población, gran parte del territorio, especialmente el norte, está dominado por una vigorosa naturaleza. Alrededor del 70% de Japón está cubierto de bosques, y se pueden encontrar árboles de hoja caduca por todo el país. En este territorio, el turismo de otoño es especialmente pintoresco.
Turismo de Japón destaca una serie de puntos que satisfarán al viajero:
Gargantas de Genbikei, Hananuki, Korankei y Agatsuma.
La garganta Genbikei, en Hiraizumi (prefectura Iwate) es conocida no sólo por el desfiladero del mismo nombre y el de Geibikei, sino también por los diferentes templos declarados Patrimonio de la Humanidad que se encuentran en el entorno. Este sitio patrimonio Mundial desde 2011 comprende cinco lugares, entre los que figura el monte sagrado Kinkeisan. También posee vestigios de edificios gubernamentales que datan de los siglos XI y XII, cuando Hiraizumi era el centro político y administrativo del reino septentrional del Japón y rivalizaba con Kyoto
También desde la presa de Hananuki, en la prefectura de Ibaraki, hasta la zona de acampada de Namerigafuchi y Otakizawa se extienden hermosos paisajes. Para disfrutar de ello, nada mejor que realizar un paseo fluvial y pasear por el puente colgante Shiomidaki. En este puente las ramas de los árboles y sus hojas otoñales cayendo a ambos lados forman un túnel lleno de color.
Uno de los puntos destacados para disfrutar del momiji (hojas de arce rojas) es el valle de Korankei, situado cerca de Nagoya, y conocido por ser uno de los mejores lugares para disfrutar de los colores del otoño en la región de Chubu en el centro de Japón. El valle está formado por el monte Iimori, sobre el que se levanta el templo de Kojakuji. En cuyas cercanías los túneles de ramas y hojas de arce junto al río Tomoe y los puentes como el de Taigetsukyo son lugares de peregrinaje para quienes disfrutan de la observación de las hojas del otoño.
También cabe destacar el desfiladero de Agatsuma, en la prefectura de Gunma, cuya abundante vegetación permite disfrutar de una amplia paleta de colores verdes, amarillos y ocres desde mediados de octubre.
Monte Haruna.
La inmensidad del entorno de este monte rodea al viajero en el trayecto hasta llegar a la cima, por una carretera que sigue los pliegues de la montaña. Desde mediados de octubre, los colores del otoño combinan con los puentes de hierro rojo situados sobre las gargantas. Además, las plataformas de observación permiten al viajero disfrutar de las mejores panorámicas. El trayecto por carretera finaliza junto al lago Haruna, un lago de caldera formado en el cráter de este estratovolcán inactivo, desde donde parte el teleférico que llega hasta la cima del monte.
Castillo de Hirosaki.
Situado en la región de Tohoku, en la prefectura de Aomori, da nombre al parque que le rodea. La imagen que ofrecen los árboles en otoño a los pies de la torre de tres pisos es otra de las postales destacadas de Japón en esta época del año. Al encontrarse en la zona norte del país, las hojas se colorean antes que en el resto de Japón, desde principios de octubre.
Templo de Jojakkoji.
Con la llegada del otoño el templo Jojakko-ji, en Kioto, se llena de visitantes que acuden a admirar la belleza de los paisajes de la zona, denominada Arashiyama y caracterizada por estrechos caminos con encanto, pequeños templos y abundantes bosques. En esta zona destaca también el bosque de bambú de Sagano y el puente de Togetsu-kyo. El puente de madera se extiende sobre el río Katsura frente a la montaña de Arashiyama, ofreciendo unas vistas increíbles. La coloración de las hojas llega a Kioto a mediados de noviembre.
Jardín de Yoshimizu-en.
Este jardín privado del siglo XVIII, situado en Hiroshima, sólo se abre al público dos fines de semana y dos veces al año, el primer y segundo fin de semana de junio para la puesta de huevos de las ranas de los árboles de Moriao y el segundo fin de semana de noviembre para la observación de las hermosas hojas otoñales. En la actualidad es un hábitat natural para la rana arbórea forestal o moriao-gaeru y es reserva natural de la prefectura desde 1952.
Otoño en la garganta de Hananuki ©Ibaraki Prefecture©JNTO.jpg
Jardín de Yoshimizu ©Hiroshima Prefecture ©JNTO.jpg
Garganta Agatsuma en el monte Haruna ©JNTO.jpg
Paisaje en torno al templo Gakuen-ji, Izumo©JNTO.jpg
Otoño en el templo Jojakkoji ©Kyoto Convention Bureau© JNTO.jpg
Paisaje nocturno en torno al castillo de Hirosaki ©Hirosaki City©JNTO.jpg
Contemplando el paisaje desde el puente. Garganta Korankei ©AkiraOkada©JNTO.jpg