Desde el 9 de septiembre de 2002 hasta el 25 de mayo de 2003, se muestra en Venecia la exposición "Los faraones". Es comisaria de la misma Christiane Ziegler, catedrática de Historia, directora del departamento de Antiguedades Egipcias del Museo de Louvre.
En los días en los que Venecia adquiría relevancia por su Mostra Internacional de Cine, los faraones del antiguo Egipto eclipsaron ya a las estrellas del séptimo arte, al presentarse esta exposición que recrea el esplendor de una civilización sumamente atrayente.
Dentro del listado de exposiciones dedicadas a las viejas culturas por Palazzo Grassi, fundación cultural del Grupo Fiat, Los faraones es una gran exhibición de 300 piezas de 34 museos de todo el mundo, que se añade a otras muestras dedicadas ya a Fenicios y Etruscos.
Hay piezas traídas de Alemania, Austria, Bélgica, Holanda, Canadá, Dinamarca, Egipto, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Suiza. El Museo de El Cairo es la institución más representada, con un tercio de las obras, prácticamente.
Del Museo de El Cairo llegó una de las magnas obras, "El Tutankhamon usurpado de Horemheb", esculpido en piedra de cuarzo pintada, de tres metros de altura. Sin embargo la pieza más pesada es un pilar de piedra caliza, procedente de un museo de Pensilvania. Pesa más de cuatro toneladas.
Tras Fenicios y Etruscos, los dos últimos pueblos legendarios que dejaron su huella emocional en Palazzo Grassi, la exposición "Los Faraones" se centra en el periodo de máximo esplendor de la antigua civilización egipcia, el denominado Nuevo Imperio (1550-1069 a C.).
Una cultura sumamente refinada.
Objetos de exquisita factura, esculturas, bajorrelieves y preciosos papiros estrechan sus lazos para revelar al visitante los enigmas de la monarquía faraónica, con el rigor científico de la comisaria de la muestra, Christiane Ziegler, una mujer que es especialista en temas de la época faraónica, que ha escrito diversos libros sobre la materia y tiene una gran experiencia en excavaciones arqueológicas en Egipto.
"Ningún lugar, ningún reino del pasado fascina tanto como el antiguo Egipto. A lo largo del Nilo, en el curso de los milenios, se han desarrollado una cultura y un arte monumental extraordinariamente ricos, capaces de dominar gran parte de las tierras conocidas- El vértice de la rígida jerarquía estatal y religiosa de aquel imperio era el faraón, cuyas proezas y empresas han sido exaltadas a lo largo de toda la historia egipcia para perfeccionar la imagen eterna de un ser fuera de lo común, o predilecto de los dioses", dice Christiane Ziegler en el catálogo.
Ziegler explica que el universo reposa sobre el faraón, puesto sobre la tierra por el dios creador para erradicar el mal y conjurar el caos, según la concepción del mundo que el propio rey trasmitió a su pueblo.
El término faraón deriva de "per-aa", la casa grande, el palacio donde el rey vivía, que acabó dando su nombre y su magnificencia al soberano de Egipto, hombre y dios, guerrero y sacerdote.
La exposición de Venecia.
La exposición recrea de forma sucesiva, en diversas aproximaciones a partir de la evocación del Egipto monumental en el patio central de Palazzo Grassi, a la orilla misma del Gran Canal veneciano.
Se descubren luego, a lo largo de una gran galería de retratos, reconstruida a partir del estudio de un papiro depositado en el Museo Egipcio de Turín, los rasgos de quienes condujeron al antiguo Egipto, con los rostros singulares de Kefren o Tutankhamon, de Cleopatra o Ramsés.
Sus manifestaciones de poder muestran al faraón en forma de muchacho, animal o protegido de los dioses, rodeado de sus ricos atributos para ilustrar la realidad que emanaban: su esencia solar y su dualidad consustancial.
Porque el faraón era un pilar sobre el que descansaba el Universo, un individuo colocado en la Tierra por la divinidad para organizar el mundo y rechazar el caos. El faraón era el centro del cosmos, nexo entre cielo y tierra, centro en el que se funden naturaleza y mito, religión y política.
La exposición, uno de los principales acontecimientos culturales del año en Italia, introduce luego al visitante en otras facetas de aquellos gobernantes: los ritos, sus construcciones de templos. En el centro de esta sección se sitúa la figura de Akhenaton, el rey teólogo que impuso una religión monoteísta, basada en la adoración del dios sol, abandonada después por sus sucesores.
En la quinta sección de la muestra, armas, escenas de guerra y decoraciones militares trazan el perfil del faraón victorioso, garante del equilibrio y pacificador del universo.
También hay espacio en Palazzo Grassi para evocar su papel político, con su gabinete real, su consejo de ministros, sus funcionarios y hasta sus archivos. Es la sexta sección, a la que sigue otra destinada a mostrara al hombre: la vida cotidiana, sus placeres, los fastos de la corte y de su peculiar harén, donde se educaban los futuros soberanos, se filtra a través de tesoros dispersos, como el de Tanis, que ahora se han reunido para ofrecer el compendio del apogeo de la civilización egipcia.
El recorrido se cierra, como no podía ser de otro modo, con la muerte del Faraón, a través de piezas tan relevantes como el sarcófago de Acmosi, y la reconstrucción de una tumba para que el visitante le acompañe en su último viaje.
Relieve de los escribas. Dinastía XVIII. Museo Arqueológico de Florencia.