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El mundo visigótico

En Sevilla, León y Cartagena(Murcia) se está presentando, en el curso del año 2002, una excelente muestra para conocer el profundo medievo, especialmente visigótico. Se trata de una exposición organizada en torno a la figura de San Isidoro. Cuando en el año 476 de nuestra era, Odoacro, un jefe bárbaro, depuso al último emperador romano de Occidente, surgió un periodo de crisis, una edad oscura, en la que se empezaron a gestar las naciones de la Europa medieval. Pero en medio de la incertidumbre pervivió el saber y el arte, merced a algunos focos culturales y a algunos sabios, como San Isidoro de Sevilla.

Hace 1400 años, San Isidoro era la luminaria que, desde Sevilla, irradiaba una influencia cultural y religiosa a todo occidente europeo. Ahora, una exposición recorre varias ciudades de España, evocando su magisterio y reflejando el arte y la cultura de aquel tiempo, uno de los periodos menos conocidos de la historia de Europa.

EL PROFUNDO MEDIEVO.

Para todo el occidente europeo, el periodo romano fue un referente de cultura y relativo bienestar; referente perdido por las sucesivas invasiones de hordas bárbaras que se lanzaron sobre el imperio, animadas por el brillo de lujo de la civilización. Luego vino una “edad oscura” que no acabó sino con la llegada del Renacimiento, que no quería ser otra cosa que un intento de reposición de los modos culturales clásicos de la vieja civilización arrasada.

La oscuridad cultural quedó atenuada por la supervivencia de ciertos focos culturales, básicamente en Bizancio y algunos puntos de Italia y España, y al amparo de una Iglesia que luego llevó progresivamente sus conocimientos hacia el interior y norte de Europa.

En medio de esta larga y difícil etapa, pervivió en parte la inspiración romana, aderezada con un vivo arcaísmo, fruto del empobrecimiento técnico y de otras circunstancias culturales y económicas.

Los hombres del Renacimiento soñaban con superar definitivamente esa etapa (la Edad Media) y restaurar la luz del pasado. Petrarca era uno de los que esperaba el nuevo amanecer: “Ese sueño de olvido no durará siempre. Cuando se desvanezca la oscuridad, nuestros descendientes verán de nuevo el puro resplandor(romano)”.

LA FIGURA DE ISIDORO DE SEVILLA.

Uno de esos hombres-clave del saber medieval fue Isidoro de Sevilla. En el siglo VI desplegaba ya una increíble actividad intelectual. Desde su sede episcopal desarrolló un magisterio que alcanzó recónditos lugares de la Europa medieval.

Nacido entre el año 560 y el 570 de nuestra era, Isidoro fue el menor de cuatro hermanos, con Leandro, Fulgencio y Florentina. Su padre era hispano-romano y su madre de origen visigodo, lo que hizo de él un modelo de la simbiosis cultural que produjo en Hispania tras las invasiones bárbaras.

Isidoro fue obispo metropolitano de Sevilla (sucedió a su hermano Leandro en la sede hispalense). Su magisterio fue seguido en todos los monasterios de la Alta Edad Media, y ya en el siglo X se le consideraba “Doctor Hispaniae”.

Sus obras, que abarcan todas las facetas del saber por aquella época, se copiaron con la misma profusión que la Biblia. Sus Etimologías llegaron a contar con 10.000 códices distribuidos en las principales bibliotecas medievales. En las Etimologías, Isidoro presenta un compendio gigante del saber de toda la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII. Escribe la obra a petición de su gran amigo San Braulio obispo de Zaragoza. Abarca los temas de Dios, el hombre, las artes liberales, medicina, apicultura, etc. También trató en otras obras de asuntos históricos o teológicos.

San Isidoro es una muestra de la pervivencia de la cultura romana en la nueva Hispania dominada por los bárbaros, una Hispania que aún seguía haciendo edificios abovedados, técnica que sólo se practicaba ya en el ámbito bizantino.

Los restos de San Isidoro descansan en León, en la colegiata de su mismo nombre desde 1063, traídos desde Sevilla por los reyes leoneses.

UNA MUESTRA PARA REVIVIR UN TIEMPO.

En torno a San Isidoro y su magisterio se ha organizado una muestra en la que se rememora la cultura y el arte de aquel periodo del medievo.

Ya estuvo la muestra en Sevilla, ahora está en la magnífica Colegiata-Basílica de San Isidoro, de León; luego viajará a Cartagena, Murcia. “San Isidoro, Doctor Hispaniae”, sirve de homenaje a la figura de ese santo, con motivo del 1.400 aniversario de su ordenación como arzobispo de Sevilla. Los lugares donde se presenta son precisos: Sevilla, donde impartió doctrina; León, donde descansan sus restos, y Cartagena, Murcia, donde parece que pudo nacer.

La exposición es el fruto de la colaboración entre el Cabildo Colegial de San Isidoro, Caja Duero, las fundaciones de El Monte de Sevilla y Caja Murcia, el Ministerio español de Educación y Cultura y la Universidad de Sevilla. En la fase leonesa también ha intervenido la Colegiata-Basílica de San Isidoro, poseedora de riquisimas y excepcionales piezas medievales.

La muestra ha sido estructurada en tres partes: “San Isidoro, el hombre y su tiempo” recoge testimonios de su vida y aborda aspectos de la cultura visigoda; “San Isidoro el sabio” se refiere a su actividad intelectual, que se refleja en valiosos manuscritos de sus obras, procedentes de la Biblioteca Nacional y la Real Academia de la Historia, así como en elementos de culto y decorativos de iglesias y monasterios; por último, “El legado de San Isidoro” plasma el impacto que su obra y personalidad han tenido en la cultura occidental, con piezas procedentes de la Real Colegiata de San Isidoro: la urna en la que se trasladaron a León sus reliquias, el pendón de Baeza, etc.

El argumento permite un recorrido en el que los visitantes pueden contemplar desde sencillas inscripciones visigóticas en piedra de pizarra, a humildes obras de barro cocido o magníficos tesoros votivos. Elementos arquitectónicos, manuscritos, capiteles, urnas, cálices y estatuas dan una visión de la vida y cultura de la época, y del impacto isidoriano en León y Sevilla.

Es una buena ocasión para contemplar piezas del Tesoro de la Colegiata, como el arca de las reliquias del santo, el pendón de Baeza, el cáliz de doña Urraca, la Biblia Visigótico-Mozárabe y la arqueta de esmaltes de Limoges, junto con el Tesoro de Guarrazar con la Corona de Recesvinto y el Tesoro de Torredonjimeno.

Se trata de un total de 100 piezas seleccionadas, que proceden de Córdoba, El Escorial, León, el Museo de Mérida, el Arqueológico Nacional, la catedral de Sevilla, la propia colegiata de León, etc. El comisario de la exposición es Julián González, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla, y el director del montaje, Gerardo Delgado Pérez, arquitecto y Pintor. En la fase leonesa de la exposición también es comisario el Abad de la Colegiata.

La muestra, arropada con ciclos culturales, está teniendo notable éxito. En León, donde la misma debería cerrar el 15 de septiembre, se ha prolongado la permanencia hasta el 30. Luego irá a Cartagena, de octubre a diciembre de 2002. No es extraño ese éxito, porque la misma sirve para alumbrar la figura emblemática de un obispo tenido en consideración en todos los monasterios del medievo, y para rescatar para el público el arte y la cultura de un tiempo de crisis, tan atractivo como escasamente conocido.

El Cáliz de Doña Urraca, del magníficoTesoro medieval de San Isidoro de León.

El Cáliz de Doña Urraca, del magníficoTesoro medieval de San Isidoro de León.

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