Por Rogelio Blanco.
Madrid, 28 de junio de 2001
La novela negra no es un modo narrativo muy frecuentado por los creadores que se manifiestan a través de la lengua de Cervantes. En este caso, Ricardo Magaz, deja traslucir parte de su quehacer cotidiano gracias a este interesante subgénero novelístico. La proximidad del imaginario narrativo con la práctica profesional del autor, como funcionario de Interior y profesor de criminología, favorece la unión de fuerzas. Esta proximidad garantiza el adentramiento en el seno de los protagonistas narrativamente convocados, sólo dos, Borja y Mila, quienes simbolizan el mazdeismo humano. Dicotómicamente, Mila es un prototipo calculador, frío y sin escrúpulos de mujer, maquiavélicamente no ceja en dar rienda a sus impulsos interesados; y Borja, aburrido empleado de banca y con veleidades de escritor, que se resiste a dejarse engullir en el vórtice del ciclón que Mila le diseña.
Durante la lectura de El inquietante sonido del timbre nos encontramos ante un desarrollo narrativo creíble y próximo a la experiencia del autor, a lo que Dilthey denominaría como naturalismo. Pero si la experiencia se enfoca hacia contenidos de la conciencia, se le denomina psicologismo. Sin abundar en detalles, debemos recordar cómo el psicologismo presenta matices tales como sensualismo, empirismo, fenomenismo, escepticismo, etc. Matices que concitan experiencia y conciencia, vivencias del creador que en este caso nos ofrece fragmentariamente. Es decir, un suceso ocasional envuelve al protagonista, Borja Rojo, modelo de ciudadano antihéroe; suceso que ocurre en pocas jornadas pero que determina su vida. Y en este caso Magaz, al tejerlo prepara un desenlace que irremediablemente lleva a la vida o a la muerte. Posiblemente la vida se construye con sucesivas fracciones y queda condicionada a unos pocos hechos que la determinan para siempre.
Borja y Mila, envueltos en sus respectivos dramas y cadencias vitales, ocasionalmente se encuentran, se sufren, se disfrutan. En este péndulo vital será en el telar en el que el autor teja el drama.
El personaje, que si bien no es el protagonista, sin embargo es el más dinamizador de la trama, es Mila, quien recuerda unos versos de Malcolm Lowry, un maestro de la novela negra, que administraba con destreza el amor y la muerte de sus personajes:
*Quien me busca, me encuentra.
Quien me encuentra, me conoce.
Quien me conoce, me ama,
A quien me ama, amo.
A quien amo, destruyo.
Fragmentación de la cotidianidad, dramatismo, erotismo y destrucción son los instrumentos que Ricardo Magaz va encauzando en un relato lleno de intensidad, con ritmo, ante el que el lector no alza la mirada. Por otro lado, Magaz consigue hilvanar un ceremonial obsesivo para dar solución al drama, el ceremonial de la muerte. Este planteamiento es un momento inequívoco del género literario, un espejo deformante en el que se reflejan los desastres y malformaciones humanas. De ahí que se aproxime a la novela social o a la realista.
Otro componente del modo negro, y opino que el autor lo resuelve con talento, es la unión de pasión y muerte. Borja, se deja arrastrar por la atracción sexual que le produce Mila; pasión que no se detiene a pesar de las mentiras y tretas de ésta. En el hilo del recorrido novelístico, que pienso se mantiene con buen pulso y ritmo narrativos, la elección del desenlace es acertada.
El crimen como suceso se recubre de tensión. En su planteamiento el autor no deja detalle. Es de suponer que su experiencia profesional y académica le sirva. Qué duda cabe que es una parte de credibilidad que aporta; pues, casi siempre, en este tipo de novelas, el lector busca el desenlace con ansiedad si el planteamiento y desarrollo de las mismas está conseguido y bien llevado, como es el caso que nos ocupa.
Por otra parte sorprende cómo el autor recurre a un modelo teatral clásico, ya que ofrece en tres partes: presentación, nudo y desenlace la trama de la obra, si bien ésta consta de cuatro capítulos. Tres partes, tres actos son suficientes para la trama dramática. De esta forma consigue que el lector se adentre en la escena de los personajes, que se acerque a una realidad y un modo de vida posibles y creíbles, si bien para ello Magaz elige la primera persona verbal como manera de expresión de Borja. Otra elección acertada para que la violencia suba de clímax. Recursos destinados a la adquisición de riquezas materiales, para administrar un tesoro, piedras preciosas, objetos que históricamente siempre han obnubilado a los hombres. Son tesoros y éstos, como escribe Roger Callois consisten en objetos privilegiados. Y los humanos los quieren poseer, pues representan poder y proyección íntima. Son objetos únicos que reflejan intensidad y exigen entrega corporeizada hasta el límite, incluso hasta la eliminación de los humanos entre sí.
Se dice que el novelista es un notario de la actualidad: sexo, amor, muerte, triángulos amorosos, etc. Componentes que sirven para el enredo que espejea la realidad hasta el aniquilamiento.
Ricardo Magaz, pues, por pericia profesional, la suficiente para que la novela negra sea el cauce elegido para que fluyan sus impulsos creativos, por maestría y capacidad sostiene un ritmo y un pulso narrativos con los que consigue capturar sostenidamente un tiempo del lector y, por otra parte, sin renunciar a un estilo lingíístico clásico del género, se adentra en giros presentes en el modus vivendi de los protagonistas, o los propios de la tierra donde el autor nació, La cepeda (León); o de donde vive, Madrid. Son Guiños del autor para lectores cómplices.
En El inquietante sonido del timbre, este escritor cepedano y leones, Ricardo Magaz, amplía su quehacer además de polifacético, polifónico. Una tarea, la de escribir, en la que ningún género le es suficiente para acotar sus inquietudes literarias; de ahí que sea a través de la ensayística y abordando temáticas sobre la drogadicción y la criminología, la poesía editada en publicaciones periódicas o seriadas, o la novela, ésta es su quinto título tras El anacoreta urbano, Rutinaria existencia y otros relatos cuasi policiales, Por los siglos de los siglos y La embajada, novela galardonada y publicada en Endymion, sean los cauces por los que se explicita la excelente tensión creadora de Ricardo Magaz. Además, si la producción propia no es suficiente para tanta creatividad, impulsa y dirige publicaciones periódicas como la La voz de La Cepeda y Maragatería, lugares donde a otros se les posibilita también dar rienda a su creación.
Finalmente, quisiera terminar con una frase de Rafael Escuredo a propósito del modo narrativo que practica el autor: Hay más vida en una novela negra que en mil páginas de Marcel Prouts.
----------- EL INQUIETANTE SONIDO DEL TIMBRE
Autor: Ricardo Magaz
Madrid. Ediciones Endymion, 2001
124 pag. ISBN.: 84-7731-377-6*