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Escasa protección para los cetáceos

El Consejo de Ministros de Pesca de la UE aprobó en marzo de 2004, con el rechazo de España e Italia, un conjunto de medidas para evitar que los barcos capturen accidentalmente cetáceos (delfines y marsopas). Los Quince apoyaron un texto de compromiso, que tiene como punto principal la obligación de instalar emisores que ahuyenten a los cetáceos en las zonas de pesca donde estos animales son numerosos. Los emisores serán obligatorios para los buques que tengan más de 12 metros de eslora.

Otra medida aprobada consiste en controlar la pesca accidental de delfines mediante la presencia de observadores a bordo en los barcos de más de 15 metros de eslora.

El Consejo aprobó que la aplicación de los dispositivos acústicos se exija en fechas diferentes, según el caladero afectado. En el mar del Norte será obligatorio a partir de 2005, mientras que para los caladeros en el mar Céltico y las aguas occidentales británicas será obligatorio desde junio de 2006. Sin embargo, aprobaron una demanda francesa para que en la Mancha oriental se exija sólo desde junio de 2007.

Respecto al requisito de los observadores a bordo, la UE acordó que se exigiera a principios de 2005 para el mar Mediterráneo y a principios de 2006 para el resto de caladeros. También se acordó prohibir las redes de enmalle a la deriva en el mar Báltico en 2008; mientras, el número de buques que faenen en esas aguas deberán reducir gradualmente el empleo de esas artes (-40 por ciento en 2005, -20 por ciento en 2006 y -20 por ciento en 2007). Con esta medida se flexibilizan las propuestas de Bruselas en favor de Finlandia, Lituania y Polonia.

Una demanda de Dinamarca permitirá que se admita un margen de error del 30 por ciento a los observadores.

España estuvo reticente. Resaltó el alto coste de los emisores, cifrado entre los 6.000 y 8.000 euros por barco; y calculó que la inclusión de observadores a bordo supondría otros 500 euros por día y embarcación. Además, el sector pesquero español se mostró reticente por la financiación de las medidas y por el coste de los dispositivos acusticos, cuyo funcionamiento correcto se estima entre 12 y 18 meses.

MEDIDAS POCO EFECTIVAS.

Las organizaciones ecologistas Greenpeace y WWF/Adena aseguran que el reglamento que aprobó la Unión Europea sobre capturas accidentales de delfines en artes de pesca no impedirá la matanza de cetáceos, porque contiene medidas poco contundentes.

Greenpeace criticó en un comunicado que España e Italia votaran en contra del reglamento, a pesar de que las medidas propuestas en el texto final son menos exigentes que las iniciales. A juicio de Greenpeace, España no solo incumple la Directiva Hábitats, que obliga a los estados miembros de la UE a hacer un seguimiento de las capturas accidentales de cetáceos sino que bloquea las iniciativas para que la UE tome medidas en algunas de las pesquerías más conflictivas.

WWF/Adena señala en un comunicado que las capturas accidentales son las principales amenazas para los cetáceos en Europa y en el mundo y muestra su frustración por el texto aprobado por los Quince.

El peligro es elevado. Sólo en las inmediaciones del Estrecho de Gibraltar, según esta organización, mueren anualmente 13.000 cetáceos y 100.000 tiburones por causa de las redes de derivas de Marruecos.

Los puntos más débiles del reglamento aprobado son, según WWF/Adena, que no se ha acordado una estrategia a largo plazo; que sólo llevarán dispositivos acústicos disuasorios (pingers) barcos de más de 12 metros; que el programa de observadores a bordo sólo es para barcos de más de 15 metros; y que en el Báltico, donde peligra la población de marsopas, se ha retrasado la prohibición de redes de deriva hasta muy tarde(2008)

Greenpeace está en el 2004 muy activa en esta materia. El buque “Esperanza” ha realizado un viaje de cinco semanas para investigar la muerte de estos ejemplares de la fauna marina. La organización coincide con otros grupos ecologistas en el grave daño de la pesca, con enormes redes, a menudo con una boca del tamaño de dos campos de fútbol, y arrastradas por dos buques al mismo tiempo, lo que provoca la muerte de miles de delfines cada año. Esta actividad puede representar la muerte del cinco por ciento de su población cada año. Los científicos opinan que la pérdida anual de tan sólo el uno por ciento de una población constituye una amenaza para la viabilidad de una especie.

El llamado “arrastre pelágico”, arte de pesca empleado para la captura de lubina, jurelo, caballa, merluza y bonito, está amenazando particularmente a los delfines comunes y a los delfines listados, pero también afecta a otras especies como delfines mulares y calderones. A juicio de los ecologistas, las prácticas pesqueras están muy por encima de los niveles sostenibles permitidos, por lo que sería necesario una reducción de flotas muy calculada con ligero impacto sobre la biodiversidad marina, uno de los mayores problemas que afecta en estos momentos al ecosistema marino, ya de por sí muy dañado por otros factores ambientales. globalmente, consideran que un veintitrés por ciento de las capturas son devueltas, ya sin vida, a los fondos del mar.

Artemio Artigas

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