Esta guerra –planificada para controlar los recursos petrolíferos por la potencia hegemónica- supone: -- Un ataque al derecho internacional y al espíritu de entendimiento y de respeto entre las naciones, que dio nacimiento a las Naciones Unidas.
-- Un daño grave al proceso de unidad europea, al abrir una brecha entre los belicistas y seguidistas de la política de Bush y quienes defienden una posición de equilibrio, moderación y diálogo
-- Una afrenta a la democracia, actuando por encima de la opinión del pueblo, mayoritariamente favorable al entendimiento y reacio a las consignas simplistas que presentan una guerra contra el terrorismo cuando en realidad se trata de una acción de carácter económico, tendente a controlar el mercado energético.
-- Un envilecimiento de la convivencia intercultural, marcando una brecha más honda entre los países árabes y occidentales, rompiendo lazos de entendimiento y favoreciendo las posturas más radicales.
¿Quién gana con el conflicto? ¿Por qué se “defiende” la democracia luchando en Irak y en cambio se apoya a los mandatarios de otros países donde no hay ningún tipo de respeto a la democracia y a los derechos humanos? ¿Por qué esa hipocresía de guerrear con un país a causa de sus armas de destrucción –que el propio país está permitiendo desmantelar- y no se emplea el mismo rasero con otros como Corea del Norte, que están desarrollado un peligroso programa nuclear fuera de cualquier control internacional? ¿Por qué….?
No hay razones para la guerra.
guiarte.com se une a las voces de la racionalidad, expresadas por multitud de gentes, desde S.S. el Papa hasta un gran número de galardonados con Premios Nobel o el propio Parlamento Europeo.
En la reciente Navidad, el Sumo Pontífice, Juan Pablo II, se refería a Irak y a los vientos de guerra de Oriente y pidió “detener la inútil espiral de ciega violencia, y apagar los siniestros destellos de un conflicto que puede ser evitado con el esfuerzo de todos”.
La civilización está con la la Paz. La razón está con la paz.
Detalle de El triunfo de la Muerte, de Brueguel, un magnífico cuadro de El Prado, propicio para la reflexión sobre los temas bélicos.