Ya tenemos a buena parte de Galicia justamente indignada por la tardanza y las carencias en una atención real a un problema del que todos los dirigentes, nacionales y regionales, quisieron escurrir el bulto, para no ser portadores de malas noticias.
La imagen del Prestige lanzando crudo al mar y la de unos dirigentes que se marchan de cacería no necesita comentarios; la desatención al problema; las declaraciones de un vicepresidente de gobierno diciendo que “no se puede hablar de una marea negra” cuando ya estaban afectados 400 kilómetros de costa pasarán a la historia de las mayores tonterías.
¿Y quien dimite?. Lejos de asumir las responsabilidades de la mala gestión, desde las filas gubernamentales se sigue pidiendo la dimisión de la oposición. Ya no se dijo “váyase señor González” sino “que dimita Caldera”, por una poco afortunada intervención de este político socialista criticando la mala gestión del desastre. ¿Es este un país serio?
Ante esta situación tragicómica, no es extraño que los gallegos, tan propicios a la melancolía, la morriña, cambien su ánimo por el de la rabia y la desolación. Se sienten arropados por las muestras de solidaridad de todo el país, pero obnubilados por la ineficacia y la falta de una dirección en la lucha contra la catástrofe. Xosé Hermida, corresponsal de El País comentaba cuando ya llevábamos un mes de crisis, que uno de los grandes misterios de todo este asunto “es saber quién toma las decisiones. Por eso los periodistas utilizamos muchas veces de modo genérico el eufemismo las autoridades”.
En realidad, la lucha contra la marea negra ha sido un ejemplo de autogestión del pueblo. No debe sorprender que en las zonas afectadas se reaccionen negativamente contra las autoridades e incluso que se den gritos contra España en algunas manifestaciones, porque Galicia ha sufrido en las últimas décadas seis mareas negras, y parece que cada vez se reacciona peor ante ellas. Seguimos sin medios para defender la costa. Por desgracia, Madrid está muy lejos del mar.
Pero ya no es tiempo de repasar el cúmulo de errores, sino de hablar de futuro. Y en este aspecto, queremos poder de manifiesto un reciente comentario de WWF/Adena, identificando un Mapa de riesgos de mareas negras en España que muestra las seis grandes áreas costeras españolas de alto riesgo de contaminación por hidrocarburos, considerando las zonas de biodiversidad marina, las zonas pesqueras más importantes, las plantas petroquímicas, refinerías y puntos de descarga de petróleo y las rutas internacionales de transporte de crudo.
Las áreas identificadas son la costa de Galicia, el litoral mediterráneo entre Tarragona y Castellón, Islas Baleares, Cartagena, Mar de Alborán-Estrecho de Gibraltar y Canarias.
Para evitar catástrofes como las del Prestige, WWF/Adena propone la adopción de varias medidas:
1. Prohibición de entrada de petroleros y buques de casco simple que transporten sustancias peligrosas.
-
Elaboración de un Plan de Emergencia para cada zona que incluya un Protocolo de Respuesta Rápida ante la eventualidad de este tipo de catástrofes, asegurando la disponibilidad de recursos y la coordinación efectiva de las tareas de limpieza y recuperación del medio marino.
-
Declaración de las seis zonas citadas como Áreas Marinas Especialmente Sensibles bajo la Organización Marítima Internacional.
-
Seguimiento diario por satélite de los buques que circulen por la zona con sustancias peligrosas para evitar vertidos deliberados.
Las heridas dejadas por el Prestige tardarán mucho tiempo en cerrar, pero la catástrofe nos debería servir, cuando menos, para tomar nota de los errores, y trabajar para que no vuelvan a repetirse.
Adena/WWF identifica seis grandes zonas de riesgo, seis posibles costas da morte, en el litoral español.