Schaffhausen, mayo de 2006
Uno de los grandes espectáculos de la naturaleza en Europa es el de las cataratas del Rin, en las cercanías de Schaffhausen, capital del cantón más norteño de Suiza; una visita recomendada para esta época en que se junta la dulzura del clima y un elevado caudal del río
A esta altura del Rin, aún en territorio suizo y sin recibir muchos de sus grandes afluentes, el caudal medio es ya de unos 700 metros cúbicos por segundo, es decir, más que tiene el Ebro en su desembocadura o más de cuatro veces el caudal del Guadalquivir en Sevilla.
Un espectáculo grandioso el de las cataratas de Reinfall, las mayores de Europa: ante ellas, Goethe exclamó impresionado que eran las fuentes del Océano
El río viene a esta altura muy rápido; con un cauce de unos 150 metros de anchura con un caudal que varía de 500 a 1200 metros cúbicos por segundo, y que alcanza sus mayores niveles en el final de la primavera, con los deshielos de las montañas helvéticas.
Las aguas, que corren apresuradas hacia el oeste, se despeñan desde algo más de una veintena de metros, formando un atormentado mundo de remolinos y espumas. Todo espectacular, incluso para aquellos que ya conocen otros fenómenos de este tipo, como las Victoria o Iguazú.
Se pueden contemplar desde ambos lados del río, aunque recomendamos acceder por el castillo de Laufen, en el margen izquierdo de la corriente. El pequeño castillo es ahora un restaurante; En la parte trasera tiene una tienda de recuerdos, desde la que se accede (pagando una módica entrada) a unas escaleras que conducen hacia las cataratas: A medida que se desciende se tienen unas perspectivas diferentes y siempre atractivas.
El viaje se puede aprovechar para conocer Schaffhausen, ciudad con poco mas de 30.000 habitantes, pero de indudable interés. Las cataratas de Reinfall han sido claves en su historia y prosperidad.
En efecto, desde la antigüedad los barcos que descendían por el Rin no podían pasar los rápidos ni las cataratas de Reinfall, por lo que en el lugar se establecieron almacenes para las mercancías, generando una actividad comercial y hostelera.
El Rin; que zigzaguea en este entorno de suaves montanas, discurre a la vera de la ciudad, aunque ésta no se asoma apenas al río. El alma de la urbe está en torno a la Vordergasse, territorio propicio para la gastronomía, el paseo o el comercio, pero sobre todo para la contemplación de ese magnifico elenco de edificios que testimonian el poderío de la burguesía local.
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