La Semilla del Arte.
Madrid, 28 de octubre de 2002
El Centro Nacional Reina Sofía, Madrid, ha presentado una completa exposición de una institución educativa vital en la historia de EE.UU: el Black Mountain College, ubicado a la orilla de un lago, en un rincón apartado de Carolina del Norte.
Sólo tuvo una existencia tan sólo 23 años, en los momentos centrales del siglo XX, pero fue una institución clave para el impulso del arte moderno en Norteamérica.
Por primera vez, se presenta ahora una exposición multidisciplinar relativa a aquel foco de cultura y libertad. El Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, ha llevado adelante este proyecto, cuyo comisario es Vicent Katz, crítico de arte y amigo de algunos de los hombres vinculados a aquella institución que dio nuevos caminos al arte desde un rincón rural de Carolina del Norte.
La riqueza cultural de aquel centro queda reseñada tan sólo con señalar a algunos de los representados en la muestra: Josef y Anni Albers, Willem de Kooning, Franz Kline, Robert Motherwell, Robert Rauschemberg, Kenneth Noland, Cy Twombly y Esteban Vicente; escritores como Allen Ginsberg, Paul Blackburn o Louis Zukofsky, y compositores como John Cage.
La institución fue resultado de un proyecto educativo desarrollado desde 1933 en un apartado enclave de Carolina del Norte. John Andrew Rice fue un responsable ideológico del nacimiento del centro.
Impulsor de ideas de renovación pedagógica – que motivaron su expulsión de una institución educativa de Florida- planificó un centro sin consejo directivo, orientado a la convivencia en libertad, donde intervendrían profesores y alumnos en los planes de enseñanza, y en una ubicación solitaria, propicia para la creación artística y el diálogo continuo entre artes.
Se trató de crear un espíritu de comunidad entre docentes y alumnado, en un campus donde se abordasen disciplinas diversas, primando la práctica sobre la teoría. Así surgió el centro, a orillas del lago Edén, en las estribaciones de los Apalaches. Los resultados fueron sorprendentes, máxime si se tiene en cuenta que sólo se aceptaban unos 50 alumnos por curso.
Recién iniciadas las actividades, se trajo como director del departamento de arte a Josef Albers, uno de los profesores de la Bauhaus, cerrada recientemente por la presión del nazismo. Josef y su esposa Anni estuvieron vinculados al Black Mountain College durante 16 años; allí hicieron su obra artística y allí impregnaron al alumnado de su afán por la experimentación artística.
Del 1933 a 1949 Josef Albers contribuyó a que el centro tuviese una definición básicamente artística. Allí acudieron a dar clases gentes como el propio Walter Gropius, Lyonel Feininger u Ossip Zadkine, aunque el prestigio no llegó de la mano de éstos, sino de las hornadas de jóvenes que estaban saliendo de allí –gentes como Kooning o Twombly- que buscaron nuevos caminos al arte, caminos que pasaron principalmente por el abstracto, y que abordaron las técnicas de pintura compulsiva y los “happenings”.
Charles Olson llegó al centro en 1948 y él fue clave en la orientación literaria posterior. Editó publicaciones como la Black Mountain Review, plataforma de escritores que rompieron el formalismo imperante. Paul Blacburn, Ed Dorn, Robert Duncan, Denise Levertov, Joel Opepenheimer, Louis zukofksy, Allen Ginsberg y otros varios participaron en aquellas prestigiadas páginas.
En esa vocación pluridiciplinar motivó también la atención a la música, donde impartió clases Martin Brody, destacado compositor.
Esta primera muestra que se hace sobre el centro docente norteamericano es de un amplísimo contenido: un gran repertorio de pinturas, esculturas, obra gráfica, alfarería, tejidos, joyas, fotografías, bandas sonoras, libros, manuscritos y vídeos documentales, realizados por profesores y alumnos de la prestigiosa escuela.
Muchas piezas de la muestra destacan por su originalidad, como las fotografías de conciertos, representaciones de danza y proyectos arquitectónicos, acompañadas de grabaciones sonoras y vídeos. Pero sobre todo sorprende en gran parte de ellas la vitalidad creativa y el afán de experimentación.
Resaltan también las joyas y el trabajo con tejidos de Anni Albers y otros artistas, tanto por su originalidad como por el desafío al sexismo que supuso en esa época. Entre otros autores también hay que citar a Willem de Kooning, Franz Kline, Robert Motherwell, Robert Rauschemberg, Kenneth Noland, Cy Twombly y Esteban Vicente.
Asimismo, se pueden ver escritos de los propios artistas y de los autores que participaron en la prestigiosa revista literaria del centro.
Tras la contemplación del conjunto de obras queda en el ánimo del espectador la sensación de haber estado en contacto con la fértil simiente del arte.
La historia del centro coincidió además con los días en los que por problemas en Europa –nazismo y guerras- se produjo una égira de artistas del viejo continente hacia América. En ese momento, mientras París perdía la capitalidad del arte, en este otro lado del Atlántico se buscaban nuevos caminos a la expresión artística.
Y en el éxito del Black Mountain College está también su vinculación con Nueva York. Algunos de los profesores estaban ya exponiendo en el Museum of Modern Art y en galerías innovadoras, como la que regentaba Peggy Guggenheim, Art of this Century.
En la presentación de la exposición del Reina Sofía, Juan Manuel Bonet, director del centro, dijo que el Black Mountain College representó "un momento único de la mitad del siglo XX, en el que las artes lograron dialogar entre sí. En la experiencia latía algo de la Bauhaus alemana, aunque acabó llegando más lejos".
Pero –matizó Bonet- si la Bauhaus tenía sobre todo en la arquitectura el eje artístico principal, en el Black Mountain College resulta menos fácil decir cuál es el elemento aglutinador; quizá fuera la libertad, el diálogo fluido entre todas las artes y todos los artistas.
El excelente catálogo de la exposición, reproduce las obras expuestas y lleva textos del propio Katz, del compositor Martin Brody, de Kevin Power y Robert Creely. Próximamente aparecerá editado en inglés, por el MIT, el Instituto de Tecnología de Massachusetts.
El catálogo del evento recoge el idílico enclave donde surgió el Black Mountain College.