Por Tomás Alvarez
"...Y entonces, Pulgarcito vio una casa muy bonita. Era la casa de un ogro terrible". Frases como ésta nos traen a la memoria bellos momentos de nuestra infancia; el recuerdo cálido de los brazos paternales, el son de voces maduras desgranando lentamente historias llenas de fantasía.
El amor a la cultura se fragua en los días de la infancia, en torno a los libros de cuentos, a los álbumes e historietas de personajes divertidos o héroes de todo tipo.
Aunque en nuestra civilización audiovisual la televisión ocupa un lugar preeminente como transmisor de historias para el público infantil, aún desempeñan un papel importante los padres, los abuelos o los hermanos, como narradores de cuentos o míticas historias de personajes del pasado o de un futuro soñado.
LA TRANSMISION DE LA CULTURA
Desde la prehistoria, la transmisión de la cultura se ha efectuado a través de la narración. Y el cuento debió de ser una de las formas más atractivas para despertar el interés del interlocutor. No faltan las referencias a las transmisiones orales de referencias míticas, leyendas y narraciones llenas de fantasía, que -cuando llegó la escritura- pasaron a los textos de todas las lenguas.
En viejos papiro egipcios de hace 4000 años, en las leyendas de Persia o Mesopotamia, en la literatura griega, romana y árabe están multitud de historias, preludio de las que luego han seguido dictando autores como Andersen o los Hermanos Grimm.
Hay innumerables referencias, algunas de las cuales son tan bellas e interesantes como "Las mil y una noches", cargadas de resonancias orientales, con notables resabios de la India, donde se produjo una excelente teoría de narradores.
La literatura medieval europea tuvo también una notable experiencia en materia de narraciones de cuentos: El decamerón, Los cuentos de Canterbury El conde Lucanor, el Libro de buen amor. ...Y la tradición europea continuó en los siglos siguientes con brillantes ejemplos, como Perrault, autor de la Bella durmiente o La Cenicienta y, posteriormente los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen o Washington Irving.
La tradición cuentística en lenguas española y portuguesa España y América está considerada como una de las más vitales e importantes del mundo. Literatos como Gustavo Adolfo Bécquer, Blasco, Horacio Quiroga, Julio Cortázar o Gabriel García Márquez son ejemplos de esa vitalidad.
LOS ILUSTRADORES.
Modernamente, en nuestra cultura, profundamente ligada a la imagen, ya no imaginamos el cuento sin la ilustración correspondiente. La ilustración no sólo hace atractiva y comprensible la narración sino que agranda su belleza o su dramatismo.
Millones de niños de nuestro tiempo son atraídos por las peripecias de Asterix, Garfield, Mortadelo, Superman o Tintín, lo mismo que por las viejas narraciones de Alicia en el país de las maravillas o Pulgarcito. En la mayoría de los casos, estos textos son el primer acercamiento del niño a los libros.
En paralelo a la narración literaria, los ilustradores despliegan su creación artística con una doble función: facilitar la comprensión del texto y embellecer el mismo. Es tal la calidad de los ilustradores que en algunos casos, la esencia de la publicación es la imagen pictórica plasmada por el creador.
Artistas como Gustavo Doré, Picasso, Miró o Matisse han participado en esa tarea de embellecer publicaciones, pero aparte de estos grandes, existe todo un elenco de creadores íntimamente vinculados a la industria editorial y que contribuyen a realzar la siempre noble actividad de la edición.
ILUSTRISIMOS.
En el 400 aniversario de la edición del Quijote, la feria del Libro de Bolonia(Italia), dedicada al público infantil, ha dedicado su edición 42 a España y sus ilustradores. Dos son las razones importantes del evento. La primera el aniversario de la novela más famosa de la literatura mundial, el segundo la trascendencia de los editores hispanos en el ámbito de las publicaciones infantiles. Un dato: sólo en el año 2005 se editaron en España unos 10.000 títulos de libros enfocados al ámbito más joven.
La Feria de Bolonia es el escaparate de la literatura infantil internacional. En este año (del 13 al l6 de abril) concurrieron más de 1100 expositores de 63 países. En esta feria de la primavera italiana se presentaron diversas exposiciones y actividades dirigidas al público joven. En concreto, destacaron dos exposiciones, organizadas en colaboración con la federación española de Asociaciones de Ilustradores Profesionales (FADIP): "Ilustrísimos", que mostró el trabajo de innovadores ilustradores que desarrollan su actividad en España, y "Miradas en torno al Quijote", que exhibió una selección de ilustraciones sobre Don Quijote, realizadas por autores de galardonados en su día con el Premio de Ilustración que concede el ministerio de Cultura español.
En esta muestra en torno al gran personaje cervantino, aparecen los galardonados desde 1978 por la dirección española del Libro, Archivos y Bibliotecas: Ulises Wensell, Carme Solé Vendrell, Miguel Angel Fernández Pacheco, Luis Ignacio de Horna, Teo Puebla, Jesús Gabán, Asun Balzola, Alfonso Ruano, Francisco Meléndez, Montserrat Ginestra, Miquel Calatayud, Gusti, Javier Serrano, Arnal Ballester, Pep Montserrat, Francesc Martínez, Max, Monte Gisbert, Carmela Mayor, Oscar Villán, Judit Morales, Federico Fernández, Ajubel e Pablo Amargo.
Además, se organizaron dos exposiciones bibliográficas en el Pabellón de España en la Feria, para mostrar una visión del libro infantil en España y de su evolución. La primera, "Don Quijote para niños, ayer y hoy", constó de 180 adaptaciones del Quijote desde 1856 hasta la actualidad, mientras que la segunda, "25 años de Literatura Infantil en España", incluyó la selección de los 200 títulos más significativos de los últimos años en el ámbito de la literatura infantil.
En el ámbito editorial español destaca la pléyade de ilustradores de notable prestigio, que están contribuyendo al creciente nivel de ingresos a la industria editorial hispana, sector que vivió en el año 2004 una novedad importante: por primera vez en la historia, las ventas en la Unión Europea superaron a las realizadas en América Latina, el gran cliente histórico del libro español.
Según datos de la federación de gremios de Editores de España (FGEE), en el 2003 el sector del libro infantil y juvenil facturó más de doscientos setenta millones de euros, y en el 2004 la cifra siguió creciendo, por ser éste uno de los ámbitos más dinámicos de la actividad editoria
Por todo ello, en pleno siglo XXI, es especialmente importante la labor de los ilustradores de libros enfocados hacia los más jóvenes, no sólo por lo que tiene de valor económico sino, sobre todo, porque permite familiarizar a los más pequeños con el libro, transformar la lectura -el arte y la cultura- en un elemento apetecible.
Ajubel. El pez. 2004, expuesto en la Feria de Libro de Bolonia
Mariona Cabassa. Océano. 2004, expuesto en la Feria de Libro de Bolonia