Guiarte logo Guiarte.com

De Seurat a Klee

Del 15 de marzo de 2005 al 10 de julio de 2005, el museo de Orsay de París presenta "El neoimpresionismo, de Seurat a Paul Klee", una poética exposición dedicada a un momento interesante de la pintura moderna.

Son más de un centenar de cuadros que arrancan de la renovación puntillista originada en Georges Seurat, y sus seguidores -Signac y Camille y Lucien Pissarro-, que influyó en artistas postimpresionistas, como Kandinsky o Klee.

Divisionismo o puntillismo

Deseosos de extraer de los principios impresionistas un arte más pensado, Seurat y Signac exponen a partir de 1886 los primeros ensayos del método divisionista, garante de un resplandor más luminoso en composiciones sabiamente ordenadas.

En unos cuantos años, el neoimpresionismo se convierte en un auténtico movimiento artístico que reúne a numerosos artistas en Francia y en Europa, todo ello gracias a un solo hombre: Georges Seurat.

Nacido en 1859 en París, Seurat ingresa a la Escuela de Bellas Artes en 1878 pero la deja al año siguiente pues aspira a "... encontrar algo nuevo, una pintura mía", como escribió a Paul Signac en 1888.

Sin embargo, Seurat no reniega de la herencia de sus predecesores. Le fascina la manera como Delacroix utiliza el color en su obra y en ella encuentra el medio de liberarse de la línea, pilar de la enseñanza clásica. Sin embargo, cuando expone sus primeros grandes cuadros, Une baignade, Asnières (Baño en Asnières, 1884) y Un dimanche après-midi à l´île de la Grande Jatte (Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte, 1886), se le compara más bien con Puvis de Chavannes por las dimensiones, el rigor y la solemnidad de la composición. Seurat va forjando su técnica progresivamente, inspirándose en tratados científicos dedicados a los fenómenos ópticos: las obras de Eugène Chevreul, Charles Blanc o, más tarde, las de Ogden Rood y Charles Henry. De allí extrae varios principios que constituyen las bases teóricas de lo que él denomina el cromoluminarismo: la noción de los colores complementarios (rojo-verde, naranja-azul, amarillo-violeta), la distinción entre el color y el tono (el color en sí y su valor), la idea de la mezcla óptica que se efectúa ya no en la paleta sino en la retina del espectador, la exaltación del color por la yuxtaposición de sus diferentes tonos y hasta las líneas dinámicas que expresan los sentimientos. A partir de 1886, concibe una técnica que consiste en aplicar de modo regular y ordenado pequeñas pinceladas de pintura sobre toda la superficie del lienzo. Esos "puntos" de colores puros yuxtapuestos componen formas, personajes y paisajes.

En 1890, apenas un año antes de su muerte prematura, Seurat sostiene: "El arte es la Armonía. La Armonía es la analogía de los contrarios, la analogía de los semejantes, de tono, de color, de línea, considerados en su esencia y bajo la influencia de una iluminación en combinaciones alegres, tranquilas o tristes".

El 15 de mayo de 1886, con ocasión de la octava y última exposición impresionista en la calle Laffitte en París, las obras expuestas en la última sala son las que acaparan toda la atención del público y de los críticos. Seurat exhibe allí la obra considerada como el acta de fundación del neoimpresionismo, Un dimanche après-midi à l´île de la Grande Jatte, un cuadro inmenso que domina sobre los demás.

A su alrededor, otros artistas han adoptado su pincelada dividida observando la lenta elaboración de la Grande Jatte. Se trata de Paul Signac, un joven pintor que nunca ha seguido la enseñanza clásica, Lucien Pissarro y su padre, el maestro impresionista Camille Pissarro. Este último se ha convertido a lo que llama "impresionismo científico" para escapar al punto muerto en el que parece encontrarse el "impresionismo romántico" que tiene dificultad para renovarse.

En medio de críticas muy moderadas, el cronista de artes Félix Fénéon, que frecuenta los medios simbolistas, destaca inmediatamente como un ardiente defensor de esta nueva pintura. En un artículo publicado en la revista L´Art moderne de Bruselas el 19 de septiembre de 1886, utiliza por primera vez el término de "neoimpresionismo" para subrayar así la voluntad que anima a Seurat y a sus compañeros de renovar el impresionismo. Después, Fénéon no dejará de promover este movimiento y será uno de los artesanos de su expansión por Europa.

Gracias a los escritos de Fénéon, que dan una unidad teórica al movimiento, y a la promoción eficaz de Signac, que reúne a su alrededor a los pintores interesados en la renovación estética que propone esta pintura, el neoimpresionismo no tarda en conquistar émulos en Francia y en Europa. Seurat teme entonces que su técnica se propague y se convierta en una especie de "método" impersonal. Sin embargo, el neoimpresionismo no se reduce a una fría aplicación mecánica de principios científicos; él mismo ha elaborado su técnica de manera empírica, multiplicando las búsquedas y experimentos, y ha llegado sólo progresivamente a la pincelada dividida. Así, entre 1880 y 1883, se dedica esencialmente al dibujo y realiza magníficos estudios con lápiz Conté en los cuales, por un simple juego de contraste, las figuras surgen de la oposición entre la sombra y la luz, esto es, la "armonía del contraste". Para sus lienzos siguientes, Seurat realizará numerosos bocetos previos (croquetons) que preparan la obra final.

Pese al rigor que impone la técnica puntillista, el neoimpresionismo no conduce a una producción impersonal sino, todo lo contrario, da lugar a interpretaciones muy variadas. Mencionaremos a Albert Dubois-Pillet, con su gusto marcado por la simplificación de las formas; Maximilien Luce, con una descripción lírica del paisaje urbano y el universo obrero; Charles Angrand, que desde el inicio demuestra una sorprendente modernidad; incluso Henri-Edmond Cross, particularmente sensible a la evocación de una naturaleza virgen y a la poesía de los colores puros.

El movimiento se difunde igualmente por el resto de Europa. En 1887, Seurat y Camille Pissarro son invitados a participar en la exposición organizada en Bruselas por el Cercle des XX. El neoimpresionismo encuentra en Bélgica un eco particularmente brillante en las obras de Théo Van Rysselberghe, Willy Finch, Henry Van de Velde y Georges Lemmen. Después, el movimiento gana Holanda gracias a Jan Toorop, y se propaga también por Alemania y Suiza, donde suscita vocaciones a más o menos largo plazo. Efectivamente, algunos artistas consideran el neoimpresionismo como un terreno favorable para la exploración paciente de los recursos del color, en tanto que a otros les interesa sólo momentáneamente, mientras liberan su paleta de los tonos mezclados. Por ejemplo, Vincent Van Gogh recurre a la pincelada puntillista en varias ocasiones durante su periodo parisiense.

Por último, en Italia se desarrolla una variante local del neoimpresionismo con el divisionismo.

Con frecuencia se reduce el neoimpresionismo al solo mito de la "mezcla óptica" que se produce ante los ojos del espectador para recrear un nuevo color, concepción ampliamente difundida entre el público. Pero la pincelada neoimpresionista tampoco se limita a unos "puntos" de forma y tamaño siempre idénticos. La técnica de Seurat suscita enfoques muy diversos, y la exposición pretende destacar las múltiples innovaciones formales aportadas por los demás pintores neoimpresionistas.

Uno de los primeros efectos del uso del color puro y de una pincelada regular es la afirmación del plano del lienzo. Así pues se cuestiona la perspectiva tradicional, en tanto que se afirma la superficie del cuadro como un universo independiente de la naturaleza. Las formas simplificadas por este tratamiento toman un aspecto geométrico.

Los pintores neoimpresionistas rechazan asimismo el recurso a los medios académicos tradicionales para crear la ilusión del movimiento. Para animar la "superficie plana" de sus lienzos, prefieren dinamizar sus cuadros por medio de un juego de líneas rítmicas o repetir un motivo geométrico que dé ritmo a la composición. Por las mismas razones, privilegian el arabesco cuyo desarrollo amplio guía el ojo del espectador a la superficie de sus obras.

Los pintores neoimpresionistas cuestionan la traducción de una realidad efímera tan exaltada por los impresionistas y, en su lugar, desean captar la esencia de un paisaje o de una personalidad. En 1886, lo que Félix Fénéon pide a los pintores neoimpresionistas es "sintetizar el paisaje en un aspecto definitivo que perpetúe la sensación". Los mismos conceptos se aplican en el retrato.

Después de haber privilegiado la descripción del París moderno y de sus alrededores, a partir de la década de 1890, los neoimpresionistas manifiestan una predilección por el universo mediterráneo, evocador de una Edad Dorada mítica. Asimismo, estos artistas renuncian a la exploración de los matices más sutiles de la luz para obtener efectos de colores más vivos. Amplían el "punto" hasta reemplazarlo por una pincelada más libre. Dejan de lado el principio de la mezcla óptica a favor de la teoría del contraste, en la que la armonía se establece por la oposición entre los colores complementarios, entre la sombra y la claridad.

Tras la muerte de Seurat, el neoimpresionismo evoluciona rápidamente, como se observa en particular en la transformación del estilo de Cross y de Signac entre 1893 y 1898. La factura parece más espontánea y las pinceladas están claramente individualizadas. En 1897, Signac escribe en su diario: "Yo doy cada vez más importancia a la pureza de la pincelada [...] es este amor del color bello lo que nos hace pintar así y no el gusto por el punto". Al privilegiar la expresión del color puro, el neoimpresionismo afirma su voluntad de conquistar una nueva libertad artística y atrae a toda una generación de artistas que fundará el arte del siglo XX.

La publicación en 1898 del tratado de Signac, De Eugène Delacroix al neoimpresionismo hace resurgir el interés por la división de los colores. Gracias a esta obra, la mayor parte de artistas innovadores de principios del siglo XX se interesan en el neoimpresionismo, aunque cada uno extraiga su propia inspiración y ninguno le sea fiel.

En los fauvistas, Derain, Vlaminck o Matisse, el color se desprende radicalmente de la naturaleza. Los futuristas italianos, en particular Severini, establecen una analogía entre la descomposición del movimiento tal como ellos la practican y la descomposición de la luz por los divisionistas. Los padres de la abstracción, Kandinsky, Mondrian y Malévich, adoptan momentáneamente el neoimpresionismo al inicio de sus carreras, lo que les permite dejar de lado el arte figurativo. En las obras de Delaunay, Metzinger o Herbin, la forma se fracciona en unidades de colores independientes.

Los cubistas, como Braque, se interesan en la geometría de Seurat y utilizan ocasionalmente el puntillismo para unificar la superficie del lienzo. También Klee elige la técnica del puntillismo y explora sus múltiples posibilidades. Durante la década de 1920, desarrolla las teorías del color en su enseñanza en el Bauhaus.

La exposición del Museo de Orsay pone de manifiesto los múltiples aspectos del neoimpresionismo y sus prolongaciones hasta nuestros días con dos obras del artista contemporáneo Ger Van Elk.

Los cuadros de Seurat están cargados de una luz poética.

Los cuadros de Seurat están cargados de una luz poética.

© Guiarte.com tiene el Copyright de sus colaboradores - Todos los derechos reservados
Guiarte.com | Quienes somos | Datos legales