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Amazonía: Madera violenta

Mientras la superficie agrícola aumenta en el 70 por ciento de los países, los bosques se hacen cada vez más reducidos. Resultado: la madera cobra un valor creciente, un valor que empuja a la tala ilegal y a la violencia.

El problema ha saltado de nuevo a la opinión pública al conocerse que la monja Dorothy Stang, una misionera de 73 años nacida en Estados Unidos y hace tres nacionalizada brasileña, fue asesinada el 12 de febrero por pistoleros, en una zona rural de Anapu, una remota localidad del estado brasileño de Pará.

Ha sido una nueva víctima del "agronegocio", según el presidente de la Comisión Pastoral de la Tierra, el obispo emérito de Goiás Velho, Tomás Balduino. El prelado dice que desde la década de los ochenta se han registrado en Brasil cientos de asesinatos de campesinos o líderes de las luchas por la tierra. Casi nunca se abren procesos por ello.

La presión continua: la Comisión Pastoral indica que en 2003 se registraron 73 asesinatos de campesinos en conflictos de este tipo, y que en 2004 ocurrieron 30 muertes violentas por el mismo motivo. La lista de amenazados es larga. En ella estaba hasta ahora la monja norteamericana.

Presión de los madereros.

Greenpeace ha hecho una campaña denunciando que los madereros que operan ilegalmente en el Estado de Pará están detrás del asesinato de la veterana mujer.

Pará es el estado brasileño con mayor índice de asesinatos relacionados con conflictos por relativos a la tierra. Las comunidades locales, que dependen de la selva para la caza, la pesca y la agricultura de subsistencia, son obligadas a abandonar sus tierras, frecuentemente bajo la amenaza de violencia. Parece ser que el asesinato reciente de la religiosa ecologista se produjo tras constantes amenazas para que abandonara su actividad de defensa de los derechos humanos y la integridad del bosque tropical.

Este estado de Brasil es el mayor productor y exportador de productos forestales en la Amazonia y también es el área donde se produce un tercio de la deforestación total de la región. En el año 2002 un área equivalente a la superficie de Bélgica fue deforestada en la Amazonia. Casi toda la madera es de origen ilegal.

Un análisis inicial con datos del año 2001 procedentes del Gobierno brasileño muestra que la gran mayoría de la madera producida en Pará fue ilegal. Cruzando los datos de autorizaciones de corte de bosques y fotos de satélite detectando la superficie desmantelada en Pará se llega a la conclusión de que apenas el 1 por ciento del desmantelamiento tiene cobertura legal.

El planeta ha perdido buena parte de su cobertura forestal. A causa de la intervención humana, se destruye cada minuto una superficie de bosque equivalente a 37 campos de fútbol. Según WWF/Adena, en los últimos 30 años los bosques del mundo han perdido el 12 por ciento de su riqueza. Esta inmensa tala va acompañada de corrupción y violencia. No sólo en Brasil, sino en otros territorios como Nigeria, el Congo, etc.

El destrozo del bosque es evidente. El crecimiento de la población mundial empuja a ello. La expansión agrícola es general, con el fin de producir alimentos para un planeta cada vez más habitado. Según datos de la FAO, se espera un aumento de 3.000 millones de personas hasta el 2050, cuando habrá sobre la superficie terrestre 9.000 millones de habitantes.

Los bosques continentales.

Sólo en los países industriales está creciendo la superficie arbolada, por abandono de los cultivos. Así el bosque crece en Europa y Estados Unidos, pero merma de forma constante en otros territorios.

Datos de la FAO, correspondientes al decenio 1990-2000 muestran un descenso anual de 5.262.000 hectáreas boscosas en Africa, con especial incidencia en Sudán, Zambia, Rep. Del Congo, Nigeria, Costa de Marfil y Camerún. En éste continente, había en el 2.000 un 21 por ciento de superficie forestal.

En Asia, la superficie boscosa era del 17 por ciento en el 2.000, y se constataba un descenso de la misma de 364.000 hectáreas anuales entre 1990 y 2000. Es notable la merma de los bosques de Indonesia, Malasia y Tailandia. Por el contrario, China estaba manteniendo una activa política de reforestación.

En Europa, el bosque alcanzaba el 46 por ciento de la superficie total, con un crecimiento anual de 881.000 hectáreas/año en la década 1990-2000, con una tendencia general en todo el continente hacia la reforestación.

América del Norte mantenía arbolado un 25,7 por ciento de la superficie, pero había perdido cubierta forestal desde 1990 al 2000, con una media de 570.000 hectáreas/año. Estados Unidos mantenía una tendencia hacia la reforestación, en tanto que México mostraba una tendencia acusada en sentido contrario.

En Oceanía, con un 23 por ciento de superficie arbolada, también se registraba una merma anual de 365,000 hectáreas, causada por la deforestación en Australia y Papúa Nueva Guinea.

Por último, en América del Sur se constataba una deforestación de 3.711.000 hectáreas/año, en la década 1990-2000. La superficie forestal seguía aún en torno al 50 por ciento, pero descendiendo notablemente en Brasil y en cifras menores en Perú, Argentina y Venezuela.

El deterioro de los bosques es uno de los grandes dramas de nuestros días. Imagen de un bosque ardiendo. Greenpeace.org

El deterioro de los bosques es uno de los grandes dramas de nuestros días. Imagen de un bosque ardiendo. Greenpeace.org

La Amazonia un espacio único, en peligro. Greenpeace.org

La Amazonia un espacio único, en peligro. Greenpeace.org

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