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Arte sagrado, del entorno del Índico

La Fundación Caixa Girona, que tradicionalmente programa una serie de interesantes muestras artísticas con una visión universalista, aporta ahora una nueva, denominada “Arte Sagrado de las tradiciones índicas. Hinduismo, budismo y jainismo”.

Hubo un tiempo en el que el arte de los pueblos asiáticos o africanos se consideraba en Occidente como una muestra cultural primitiva, correspondiente a unos pueblos que aún no habían llegado a los niveles de desarrollo de un país moderno.

Fue en el XIX, con la influencia del arte japonés, y en los inicios del XX, en los días en que el cubismo se entusiasmó con las máscaras africanas, cuando la plástica occidental fue desvistiéndose de su pesada cobertura de prejuicios, para aceptar pronto, con humildad, que la belleza y el arte no era patrimonio de ningún grupo cultural privilegiado.

La Fundación Caixa Girona, que tradicionalmente programa una serie de interesantes muestras artísticas con una visión universalista, aporta ahora una nueva, denominada “Arte Sagrado de las tradiciones índicas. Hinduismo, budismo y jainismo”, en la que reune una bella selección de muestras de arte religioso del territorio del sudeste de Asia, en el que se ha generado un arte cargado de naturalismo y plasticidad.

Es un reto la contemplación de este tipo de muestras, sobre todo para el observador occidental, no sólo por la evolución de su pensamiento, cada vez más alejado de religiones y mitos, sino por las propias diferencias de lo “sagrado” y los “religioso” entre Oriente y Occidente.

Y además, el juego de los símbolos. No sólo sirve el conocimiento de las identidades de dioses, ninfas o guías espirituales, hay que saber su representación y su vinculación con los ritos y la sociedad.

Las obras presentadas nacieron junto a los ritos. La “ritualización de la existencia comporta la creación de símbolos para abordar una realidad que abruma por su fuerza, por su complejidad, por su inmensidad, y que permite al ser humano negociar con ella. Negociar la fuente de alimento, la salud, la vida y la muerte, el miedo, el dolor y la felicidad”, dice Ana Pániker en el catálogo de la muestra.

Algo que sorprende en este arte es la iconografía de la divinidad. El artista debe estudiar los textos canónicos antes de llegar a realizar su obra, y ésto le llevará a plasmar las posturas y colores de acuerdo a un sistema, a unos arquetipos marcados por los textos y la tradición.

A los occidentales nos suele sorprender la “carnalidad”, la sensualidad de dioses y diosas. La realidad es simple, tan simple como la explicación de que dioses y diosas son representados en plena juventud, en cuerpos donde aún no aparecen los estigmas de la decadencia.

El artista intenta con su obra hacer palpable lo divino y lo trascendental, y eso lo consigue mediante un prodigioso lenguaje escultórico, un lenguaje que alcanza ponto –históricamente- su madurez, y que condiciona el resto de artes como la pintura o la arquitectura.

Dice Carmen García-Ormaechea, en el catálogo de la muestra, que la madurez de la escultura reside en su intemporalidad y en su universalidad, porque desde sus primeras imágenes busca la captación y transmisión de lo esencial, logrando un lenguaje artístico de fácil comprensión, no sólo para el fiel indio tradicional, sino también para el espectador moderno.

La muestra

Son un total de cuarenta y tres imágenes religiosas hinduistas, budistas y jainistas de los siglos II al XVIII, la mayoría de las cuales no han sido expuestas hasta ahora al público, y proceden de colecciones privadas españolas.

La muestra, organizada por la Fundación Caixa Girona, se centra en el arte religioso o en imágenes sagradas, creadas en diferentes períodos históricos y generadas en el ámbito geográfico que abarca la India, la zona del Himalaya y el área del sudeste asiático.

Son, básicamente, esculturas, realizadas en diferentes materiales como piedra, madera, mármol, bronce, hierro, latón y cobre; además de cuatro pinturas, realizadas con diversas técnicas.

Son comisarios de la muestra Carlos Cruañas y Ana Pániker, que abordar con claridad tres notables espiritualidades orientales: hinduismo, budismo y jainismo. Las tres, originarias del territorio de la India, han tenido una fuerte repercusión en la zona geográfica que comprende la exposición, desde el entorno de los Himalayas hasta el sudeste asiático, donde entroncó la cultura proveniente de la península indostánica con la de los Khmer.

Esta exposición, tras su paso por la ciudad de Girona, se presentará en la Casa Asia de Barcelona.

En opinión de los comisarios, las obras se han reunido con un riguroso criterio de veracidad y relevancia artística, y con el objetivo de mostrar al visitante cómo el arte religioso oriental es concebido y realizado con la finalidad concreta de conducir al devoto y al fiel, a través de la contemplación, a una determinada emoción o a un estado de conciencia concreto.

La muestra de este arte –debido a maestros anónimos- se ha dividido en diferentes ámbitos, cada uno de ellos dedicado a una de las religiosidades presentadas. En la planta baja del Centro Cultural de Caixa de Girona el visitante se encuentra las obras representativas del hinduismo, una espiritualidad abierta, sin dogma, ni iglesia. El hindú escoge sus creencias, divinidades y sus maestros. La exposición enseña, mediante piezas significativas, como a partir del siglo VI, la religiosidad y el arte de la India se tiñe de un fervoroso culto a lo femenino.

El recorrido continúa en el sótano, un espacio dedicado al tantrismo, que está implícito en las tres religiosidades, una práctica esotérica que establece una relación de correspondencia entre el cuerpo humano y el cosmos. Las obras fruto de las creencias del jainismo ocupan otro apartado de la muestra. El jainismo predica el camino de la desafección, el ascetismo y la no violencia. La influencia del jainismo sobre valores y prácticas hinduistas o budistas, como la doctrina de la no violencia (ahiwsa), fue tan notable que hoy se considera patrimonio de millones de indios.

La exposición la cierra un ámbito dedicado al budismo, que se inició en territorio de la península indostánica, pero que desde allí se expandió tanto hacia el norte como hacia en sudeste asiático, en tanto que quedó desplazado progresivamente de la actual India.

Artemio Artigas

 

 

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