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Durero. La precisión de la obra maestra

Durero. La precisión de la obra maestra.

Por Ana Alvarez

Desde el 8 de marzo y hasta el 29 de mayo se puede contemplar en el museo del Prado la exposición “Durero. Obras Maestras de la Albertina”, una ocasión irrepetible de contemplar la mayor colección de dibujos y pinturas del maestro alemán Alberto Durero.

Ésta exposición ofrece al visitante un recorrido cronológico a la vez que temático, dividiendo las obras en ocho salas:

* Introspección y aprendizaje, en la que se aprecian las dotes del artista en sus años de formación.

* Recreación de la Naturaleza, muestra los más importantes dibujos copiados de la naturaleza así como la representación de la misma en estampas religiosas.

* El arte de la estampa, que pone en relieve una de sus facetas más brillantes y reconocidas.

* Imágenes de devoción, en esta sección se pueden contemplar imágenes llenas de valores morales, expresivos y sentimentales a través del acentuado realismo que proporcionaba a sus obras.

* Desnudo y proporción, donde refleja el gran interés de Durero por la representación de la belleza humana y el humanismo o la idea del hombre como centro de la creación.

* Dibujo y pintura, que reúne los estudios del natural, figuras, detalles y estudios preparatorios que sirvieron de modelo para la posterior obra pictórica.

* Retratos, donde pone en manifiesto la pericia del artista, capaz de captar por igual la apariencia exterior y el carácter del personaje. Entre otros personajes, Durero pudo retratar al emperador Maximiliano I, difundiendo y perpetuando así su imagen.

* Imperio y Reforma, el ámbito en el que finaliza la exposición y donde muestra los últimos años de la vida del genio, que se dedicó a hacer trabajos de carácter propagandístico para el emperador Maximiliano I, y que, como queda patente en sus pinturas de carácter religioso, se decantó por la Reforma religiosa Luterana.

Con polémica

Son 86 obras maestras de Albert Durero, procedentes del Museo Albertina de Viena, que muestran la magnífica calidad del pintor alemán, a la hora de tomar apuntes de la realidad.

Las obras han llegado con polémica, por las limitaciones impuestas por las autoridades austríacas respecto a la permanencia de las piezas más emblemáticas toda la exposición.

Los directores del Prado, Miguel Zugaza, y del Albertina, Klaus Albrecht Schroder, confían en superar las discrepancias técnicas con las autoridades austríacas, que limitan la autorización de la presencia de cinco de las obras en Madrid a sólo cuatro semanas.

La exposición "Durero. Obras maestras de la Albertina", ofrece por primera vez fuera de Austria, el conjunto más importante de dibujos, acuarelas y grabados de Durero de la colección del Museo Albertina, junto a las pinturas del maestro alemán que conserva el Museo del Prado.

Klaus Albrecht Schroder dijo que nunca ha habido fuera de Austria una panorámica tan importante, irrepetible, de la vida y obra de Durero. Miguel Zugaza se mostró orgulloso de tener en el Prado reunido tan alto grado de belleza del que fue conocido como Leonardo del Norte, gracias a los excelentes testimonios de su arte que se conserva en el Albertina de Viena.

Una muestra excepcional

La exposición Durero. Obras Maestras de la Albertina es una ocasión única para contemplar por primera vez en España 85 obras de Alberto Durero de la colección de la Galería Albertina de Viena.

La muestra supone una ocasión privilegiada para contemplar gran parte de la colección de Durero de la Albertina, ya que se trata de obras que, dadas sus especiales condiciones de conservación, sólo se exhiben esporádicamente y nunca hasta ahora se habían presentado en tan gran número fuera de Austria.

El excepcional préstamo incluye las principales obras maestras de la producción gráfica de Durero y permitirá analizar su trayectoria artística en un recorrido cronológico a la vez que temático

Entre las obras expuestas, 58 dibujos y 27 estampas, se encuentran muchas de las más significativas e importantes obras sobre papel de Alberto Durero, como el Autorretrato a los 13 años, La liebre, Adan y Eva, Melancolía, Los 4 jinetes del Apocalipsis, Los estudios para el San Jerónimo de Lisboa, El puerto de Amberes, o el monumental Carro Triunfal. A través de esta selección, se pueden ver los distintos ámbitos en los que el maestro desarrolló su actividad artística, y apreciar la excepcional calidad técnica de su obra en las diferentes técnicas de realización: dibujos a punta de plata, lápiz, pluma, aguadas de colores; grabados en madera y cobre; y pintura al óleo sobre tabla.

De forma complementaria, la exposición incluye las cuatro pinturas que el Prado posee del artista -Adán y Eva, Autorretrato y Retrato de personaje desconocido- ocupando un lugar destacado dentro del discurso de la muestra.

El pintor

Contemporáneo de Miguel Angel y Leonardo da Vinci, Alberto Durero es seguramente la mayor personalidad del Renacimiento al norte de los Alpes. Una exposición, abierta ahora en la National Gallery de Londres, sirve para rememorar algunas de sus excelencias.

Durero (1471-1528) nació y murió en Nuremberg, uno de los centros culturales más importantes de Alemania, íntimamente ligado a los inicios de la imprenta y al desarrollo del grabado. Su padre era un destacado orfebre, proveniente de Hungría, lo que ya le condicionó sobre el ambiente cultural de los inicios de su vida (El padrino del pequeño fue Antón Koberger, destacado impresor). Pronto despuntó por su capacidad para el dibujo y trabajó como aprendiz en el taller de Michel Wolgemut, notable grabador de la ciudad, donde dominó la técnica de la xilografía.

Era el año 1490 cuando partió de su ciudad natal en su gira hacia los Países Bajos y la región del Rin. A lo largo de dos años visitó centros como Nordlingen, Colmar, Basilea y Estrasburgo. Su viaje a Colmar estaba guiado por el interés de ver a Martín Schongauer, destacadísimo grabador. Pero llegó poco tiempo después de su muerte. Aún así, los hermanos de Schongauer –que mantenían abierto el taller- le permitieron conocer a fondo la obra del maestro de Colmar.

Después de un tiempo radicado en Estrasburgo, en 1493 volvió a Nuremberg, cuando sus padres formalizaron su compromiso matrimonial. De ésta época es un magnífico autorretrato, de pose arrogante. El matrimonio no fue bien, y poco después de la boda se marchó a Italia, donde quedó influido por la obra de Mantenga y de Bellini.

Estos viajes fueron cruciales para el artista de Nuremberg. En Italia quedó impresionado por el colorido y por los volúmenes de las figuras. Se interesó por la estatuaria clásica, y comenzó a investigar los temas de la perspectiva y la proporción. En estos periplos tomó magníficas acuarelas sobre sencillos motivos paisajísticos. Realmente magistrales, aunque él no soliera firmarlas, al considerarlas meros apuntes.

Durero tomaba apuntes de todo: flores, objetos, animales... hasta pintó un rinoceronte con testimonios ajenos. También se interesó por la pintura al óleo sobre lienzo (en lugar de la tabla). Con todo el amplio bagaje de conocimiento, en 1494 ya abrió un taller en su ciudad natal, que pronto tuvo notabilísimo prestigio y una fecunda actividad. El propio elector de Sajonia, protector de Lutero, viajó a Nüremberg para encargarle un retrato y una obra religiosa.

Pero, aparte de los óleos, en esta época cobraría una inmensa fama como grabador, merced a las xilografías del Apocalipsis. Fuerza, intensidad y fantasía se juntan en estos trabajos que despertaron un inusitado interés en una Alemania convulsa por los problemas religiosos que iban a dar paso a la reforma protestante. Eran las vísperas de la temida fecha del 1.500, cuando muchos milenaristas estaban agitados ante el previsible Juicio Final... Durero tenía una intensa religiosidad, y no estaba ajeno a aquella proliferación de predicaciones.

Con ocasión de una gran peste, en 1505, deja su ciudad para volver a Venecia, donde triunfa como pintor, aunque es mal recibido por los artistas locales que ven en él a un peligroso intruso. Luego viaja a Florencia y Roma. Tiene oportunidad de conocer la obra de Leonardo, que le influiría también, y la de Rafael. En 1507, ya de vuelta del viaje, pinta Adán y Eva, obras cruciales porque revelan cómo está preocupado por los cánones de belleza y armonía.

En los cuadros de Adán y Eva alarga su canon anterior e –influido por los italianos.- otorga mayor carnalidad a las figuras. Es destacable la capacidad franca y directa con las que aborda el tema del desnudo, aunque aún late en él la reflexión moral, con la cartela que pone al lado de Eva, recordando a la Virgen madre, la nueva Eva (el mundo gótico late bajo el Renacimiento). Estos cuadros fueron propiedad del ayuntamiento de Nuremberg y acabaron en la corte española, regalados por la reina Cristina de Suecia. Hoy están en el museo del Prado.

La fama del artista sigue creciendo y en 1514 el emperador Maximiliano I le encargó obra, otorgándole una pensión vitalicia que en 1520 refrenda su sucesor, Carlos I, a quien ve en Aquisgrán con ocasión de su coronación.

A partir de esta época, el tema religioso sería uno de los que agitaría el alma de Durero, como a la sociedad alemana. El pintor se mostró favorable a le revolución espiritual, pero las convulsiones sociales y políticas se tradujeron en alguna obra como su acuarela con el sueño del fin del mundo. En 1528 Durero murió. En ese mismo año se publicaría su gran tratado sobre proporciones.

Para más información: http://www.museoprado.es

Para venta anticipada de entradas: http://www.museoprado.mcu.es

Alberto Durero. Apuntes de césped, hacia 1503.© Albertina, Viena.Este apunte se estudia frecuentemente en los libros de arte, como uno de los ejemplos de la excelencia de la copia de la naturaleza rea

Alberto Durero. Apuntes de césped, hacia 1503.© Albertina, Viena.Este apunte se estudia frecuentemente en los libros de arte, como uno de los ejemplos de la excelencia de la copia de la naturaleza rea

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