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Las Venus de Rubens y Tiziano

La Venus y Cupido de Rubens se enfrenta de nuevo a su modelo, la Venus ante el espejo de Tiziano, prestada por la National Gallery de Washington al Thyssen.

El Museo Thyssen-Bornemisza ha reunido sendas Venus ante el espejo; la de Rubens, de su propiedad, y la de Tiziano, de la National Gallery of Art de Washington. Este encuentro feliz ha sido aprovechado para complementar una pequeña exposición dedicada básicamente al tema de la mujer ante el espejo, en la que se incluyen obras que van de la antigüedad clásica a la actualidad: "Tiziano-Rubens: Venus ante el espejo"

TIZIANO-RUBENS

Tiziano era un pintor muy estimado por Felipe II, quien atesoró excelentes obras del italiano. Rubens realizó varios viajes a España desde 1603 a 1629. Al holandés le maravillaba el colorido, la sensualidad, belleza y fuerza de los trabajos de Tiziano, y aprovechó sus estancias en Madrid para copiar, o mejor, reinterpretar sus cuadros más admirados.

La Venus de Tiziano fue pintada a mediados del siglo XVI, y copiada por Pedro Pablo Rubens entre los años 1606-1611. El cuadro de Tiziano desapareció en algún avatar histórico, pero se conserva otro del mismo autor y de la misma temática, el de la National Gallery of Art de Washington.

Entre uno y otro hay escasas diferencias. La posición de la diosa es idéntica, en la posición praxiteliana de "Afrodita púdica", que utiliza los brazos para cubrir las zonas más específicamente femeninas. Un cupido alado, en ambos casos, sostiene a su izquierda un espejo de forma alargada y rectangular, en el que se reflejan parcialmente el rostro y el hombro de Venus.

Tal vez las diferencias más llamativas están en los tonos y definición de los cuerpos de la Diosa y Cupido, y en que Rubens recubre el torso de la Diosa con un suave vestido blanco; aparte de que en ésta última aparece atrás un segundo Cupido en actitud de coronar a la reina del Amor.

La exposición constituye una ocasión única de contemplar y analizar las peculiaridades estilísticas e interpretativas de dos de los grandes maestros de la historia de la pintura, una oportunidad que éste mismo año deparó el Museo del Prado, al presentar en una exposición, Sala Reservada, el cuadro de Tiziano sobre "Adán y Eva" y la reinterpretación que hizo de éste también Rubens.

LA MUJER ANTE EL ESPEJO

El tema iconográfico de la Venus y el espejo que plasmó Tiziano ha tenido muchas derivaciones en la pintura, y tiene ya una raíz clásica. "La belleza reflejada en el espejo es un tema que a partir del cuadro de Tiziano se convirtió en uno de los favoritos de muchos pintores", según Fernando Checa, comisario de la muestra.

En torno a la idea de Tiziano se presenta una serie de obras de gran calidad estética. La más antigua de las obras es un espejo, en cuyo reverso aparecen Las Tres Gracias, del siglo II d.C, procedente del Museo de Arte de Carolina del Norte. "Es un tema muy ligado al de Venus y con el que hemos querido hacer alusión al mundo de la antigüedad", dijo Checa.

Otras obras son Venus engalanada pos las Tres Gracias, de Aníbal Carracci; Venus con espejo, de Giovanni Bellini; un Autorretrato de Savoldo; Pareja con un espejo, de Hans von Aachen; Mujer ante el espejo, de Gerard ter Borch; Alegoría de la Prudencia, de Simón Vouet, y Marte y Venus, de Max Beckmann, donde la diosa también es portadora de un espejo.

El reducido elenco de obras presentadas procede de notables pinacotecas de Austria, Estados Unidos, Francia, España y Holanda.

El conservador jefe del Museo Thyssen, Tomas Llorens, afirmó que la serie de exposiciones "Contextos de la Colección Permanente" ya ha tratado el tema del espejo anteriormente, cuando enfrentó las obras de Arlequín con espejo, de Picasso, propiedad del museo, con La flauta de Pan, cedida para la ocasión por el Museo Picasso de París.

EL ESPEJO EN LA PINTURA

La utilización del espejo, sobre todo en el Renacimiento y en el Barroco tiene varios análisis.

El primero de ellos es la contemplación de la belleza en su plenitud, dotando al lienzo de una múltiple frontalidad.

Hay en esta innovación un intento de competir con la propia escultura para determinar cual de las dos actividades artísticas era el Arte Mayor propiamente dicho.

En aquellos años del final del Renacimiento, Juan de Bolonia realizaba esculturas como "La Virtud vence al Vicio", cuyo modelo en yeso está ahora en la Galería de la Academia de Florencia. En ella se aprecia un movimiento helicoidal que otorga a la composición la posibilidad de ser gozada por cualquiera de sus lados.

En el propio mundo de la pintura se supero la limitación plana del cuadro, aportando elementos que introducían nuevas visiones y puntos de fuga. En este objetivo entraron los "juegos" con espejos, aguas e incluso las brillantes armaduras. Giovanni Girolamo Savoldo, en un autorretrato, se presenta con una lisa armadura metálica en la que se refleja la luz exterior y sendos espejos, que le presentan visto desde la espalda y desde el lado de atrás respecto al punto de contemplación del espectador.

Así, si la escultura renacentista se presentó con obra digna de contemplar desde todos los ángulos, la utilización del espejo habría de permitir trasladar esa múltiple visión a la pintura.

Pero hay un punto adicional a destacar. Los conocedores del renacimiento estaban al tanto de la magnífica obra de los clásicos griegos en el tratamiento del cuerpo desnudo. Italia -además- era un magnífico filón en el que se encontraban permanentemente nuevas obras que reproducían labores de Praxíteles, mirón o Policleto, por citar algunos autores destacados.

En un ambiente religioso relativamente cerrado, al hombre renacentista le costaba hallar la forma para avanzar en el estudio del cuerpo humano, en general, y de la mujer en particular. El tema del paraíso o los de la mitología sirvieron para avanzar en este camino.

Y en particular, la pintura de Venus sirvió para avanzar en la representación del amor y de la belleza. La aportación del espejo añadiría una nueva frontalidad de la imagen en un mismo rectángulo del óleo, pero, sobre todo, una autocontemplación íntima y serena, la autosatisfacción y orgullo ante la propia belleza. La reafirmación del gozo de la propia belleza.

Una vez más, Rubens (a la izquierda) recrea a Tiziano. Una bella muestra trata el tema en el Thyssen. guiarte,com

Una vez más, Rubens (a la izquierda) recrea a Tiziano. Una bella muestra trata el tema en el Thyssen. guiarte,com

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