Una excelente muestra que estará abierta desde febrero al 22 de abril. Los protagonistas de la misma son Picasso, Brancusi, Henri Laurens. Jacques Lipchitz, Ossip Zadkine, Raymond Duchamp-Villon, André Derain, Henri Gaudier-Brzeska, Alexander Archipenko, Joseph Csáky y Otto Gutfreund, todos con trabajos que constituyen cada uno "una auténtica obra de arte de valor singular", según declaró José Francisco Yvars, comisario de la muestra.
La exposición se centra en la segunda década del siglo XX, aunque algunos trabajos son de tiempos previos o ligeramente posteriores. La inmensa mayoría van desde 1909, cuando Picasso creó "Cabeza de mujer (Fernande)", hasta 1919, periodo en que comienza a despuntar el surrealismo.
Es ésta una "cronología arbitraria, ya que la definición y los límites del cubismo son difusos y es difícil determinar la evolución de la escultura que se adscribe a este movimiento", afirmó el comisario.
Yvars no ocultó su orgullo por haber reunido un elenco emblemático, con piezas difícilmente accesibles. Ha contado con prestamos de importantes galerías y museos de Dusseldorf, Toronto, Grenoble, París, Filadelfia, Edimburgo, Washington, Amsterdam, Praga Viena, Cambridge o Hanover.
Una de las grandes innovaciones de la muestra es la inclusión de artistas checos, pues Praga fue una temprana capital cubista, con importante obra pictórica, escultórica y aún arquitectónica.
La exposición pone de manifiesto como las interpretaciones del cubismo supusieron una gran revolución en la percepción visual, "en la que el objeto se va emancipando de la obra de arte. Se trata de objetos que desafían nuestra sensibilidad perceptiva y dinamizan nuestra experiencia estética", según Yvars
Se ha señalado que el cubismo rompió con la perspectiva renacentista, considerando los objetos desde distintas perspectivas, sin que ninguna de ellas tenga una preponderancia absoluta; convirtiendo el objeto en algo nuevo, virtual, que responde no tanto a la realidad física sino a la profundidad síquica; un periodo que Juan Manuel Bonet, director del Reina Sofía, definió como "aurora de la modernidad". "Lo que se hizo al calor de Picasso -dijo- forma parte de la memoria más profunda de la historia del arte moderno".
Casi la generalidad de los artistas tienen a París como denominador común; y en muchos de ellos se rastrea con facilidad no sólo la huella de Picasso sino la del arte africano y en algunos casos el arte precolombino.
Alexander Archipenko (Kiev 1887-Nueva York 1964) fue expulsado en 1905 de la escuela de arte de su ciudad natal, marchó a Moscú y luego a París, a donde llegó en 1909. En la muestra se incluye la bellísima Virgen de las rocas, de 1912, y Mujer con gato, de 1911, en las que se aprecia su cercanía cubista, no exenta de influencias de otras culturas clásicas.
De Constantin Brancusi (Gorj 1876-París 1957), artista rumano que en 1903 se incorporó a parís, se presentan Mademosiselle pOgany (1913) y el Primer grito, (1914). Brancusi acudió frecuentemente al arte africano, como fuente de inspiración y desarrolló una obra que en algún momento perteneció a la óptica cubista
Joseph Csáky (Szeged 1888-París 1971) también dejó sus estudios en Budapest para acudir a la capital francesa en 1908. De él se presentan varias obras. Composición cubista-conos y esferas, 1919; que recuerda trabajos de Léger; Dos figuras, 1920, más cercano a Braque, y Cabeza, también de 1920, en la que rezuma cubismo y primitivismo.
Henri Laurens, (París 1885-1954), después de estudiar la escultura romántica y gótica entabló una profunda amistad con Braque, asimilando las innovaciones cubistas. En la muestra están La Botella de ron, 1916; Botella y vaso, y Mujer con abanico, ambas de 1919, y El boxeador, de 1920. Todas ellas muestran una acusada frontalidad y sensibilidad cubista que, en el caso de la Botella de ron incluye incluso la aplicación de la técnica del papier collé.
Del lituano Jacques Lipchitz (Duskieniki 1891-Capri 1973), también huido a París y estudiante de la Escuela Nacional de Bellas Artes, como otros muchos, se presentan diversos materiales, dibujos y esculturas, en los que se aprecia como en el periodo estudiado evoluciona desde una clara abstracción geométrica hasta un acercamiento a la figura física, para interpretar músicos o arlequines. Las figuras de antes del 17 son abstractas y geométricas, en tanto que las de 1917 a 1919, guitarristas y arlequín, busca interpretaciones más convencionales.
Ossip Zadkine,(Vitebsk 1890-París 1967), fue un enamorado del arte primitivo, en el que estudiaba las líneas de fuerza de las obras y realizó una importante estatuaria cubista. En la muestra del Reina Sofía se presenta Busto de mujer joven(1914)Acordeonista(1918) Mujer con violín (1919), Odalisca y mujer música, del mismo año; así como una Mujer con abanico, de 1914.
De Raymond Duchamp-Villon, Eure 1876-Cannes 1918), se presentan varias obras de interés. La Cabeza de Budelaire, 1911, presenta un fondo clásico y un acercamiento a lo geométrico, de la mano de la simplificación formal. Otras obras son el busto de Maggy, de 1912, su Gran caballo, de 1914, y el Profesor Gosset, de 1917. Su mejor obra es la del caballo, donde funde la idea de caballo, jinete y máquina. El escultor murió muy joven, a causa de una enfermedad contraida durante su estancia en el frente de guerra.
Al cubismo Checo se dedica también parte de la muestra. En Praga se formó en la segunda década del siglo XX una asociación de artistas y arquitectos de orientación cubista, y pese a la lejanía relativa de París, en la ciudad checa se vivió la efervescencia del arte. Entre el material de varios autores destaca el correspondiente a Otto Gutfreund, con un busto cubista de 1913.
Andre Derain(Chatou 1880-Garches 1954), interesado como otros muchos en la escultura africana, tiene en la muestra su Hombre acurrucado, una obra de neta sensación totémica, que recuerda realmente los trabajos de las culturas centroamericanas.
Henri Gaudier Brzeska(1891-1915) falleció también en la Primera Guerra Mundial. De notable influencia formativa británica, el escultor tuvo espíritu experimental, lo que se traduce en la heterogeneidad de las muestras recogidas en el Reina Sofía: Perro, de 1912; el retrato de H. Brodsky, de 1913; un orientalizante Adorno para jardín, de 1913; un trabajo sumamente plano, los luchadores, del mismo año, y una dinámica y sorprendente Ave tragándose un pez, de 1914.
De Pablo Ruiz Picasso(1881-1973), se presenta en la muestra la cabeza de mujer(Fernande) de 1909, una de las obras que marcan el comienzo de la escultura cubista; Violín y botella en una mesa, un trabajo en madera de 1915, de acusada frontalidad, y Frutero y guitarra, de 1919, cartón recordado y pintado, donde consigue otro efecto espacial.
La muestra presenta algunas esculturas más, bocetos, dibujos y esculturas, entre ellas los Acróbatas, del argentino Pablo Curatella, consiguiendo una visión del cubismo que se hace universal y enriquecedora.