La muestra, del 9 de octubre de 2001 al 13 de enero de 2002, está integrada por setenta obras de Juan Gris, Cezanne, Bonard, Morandi, Degas, Renoir y, principalmente, de Matisse y Picasso, entre otros. Poceden de varios museos, como el Ermitage de San Petersburgo, el Pushkin de Moscú, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Centro Pompidou de París o la Tate Gallery de Londres.
Organizada conjuntamente con la Fundación Caja Madrid, incluye óleos, esculturas, acuarelas y dibujos procedentes de hasta treinta museos y colecciones particulares de todo el mundo.
El hilo conductor de la exposición es poner de manifiesto la intensa relación entre clasicismo y modernidad mostrando de forma gráfica cómo, aunque puedan parecer conceptos opuestos, ambos se funden en la obra de algunos de los principales representantes de las vanguardias, en un periodo que comprende desde finales del XIX hasta la década de los 30 del siglo pasado.
La selección de obras, realizada por el comisario de la exposición, Tomàs Llorens, subraya las estrechas vinculaciones e intercambio de influencias entre artistas que, a primera vista, pueden parecer tan diversos como Renoir y Matisse, Degas y Picasso o Bonnard y Morandi.
Uno de los capítulos más interesantes de la historia del arte moderno
Como reacción frente al impresionismo, que representa el triunfo de lo efímero, surge una generación de artistas que buscan desarrollar un arte perdurable, crear un estilo nuevo que se convierta en el arte del siglo XX. Recuperar y renovar los principales fundamentos del arte clásico – la forma, la línea y los géneros tradicionales: el desnudo, el bodegón, el retrato, el paisaje – se convierte en el punto de encuentro de algunos de los líderes de las vanguardias parisinas en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial: Matisse, Picasso, Derain, Bonnard, …. Cada uno de ellos, a la luz de los nuevos retos del arte moderno y desde planteamientos personales, contribuye a buscar soluciones a los problemas formales de la pintura moderna y, para ello, vuelven la mirada hacia el arte clásico, protagonizando uno de los capítulos más interesantes de la historia del arte del siglo XX.
Esa ruptura con el impresionismo y el retorno a ciertos valores del clasicismo, tiene como precedente inmediato a Cézanne que, desde finales del siglo XIX, sienta las bases de una concepción formalista de la pintura de la que derivará el cubismo. Al mismo tiempo, otros dos de los principales representantes del movimiento impresionista, Renoir y Degas, abandonan algunos principios básicos del impresionismo - entre otros, el predominio de la luz y el color frente a la forma y la composición - y centran su atención en los fundamentos del arte clásico, como el interés por la figura humana o la recuperación del tema del desnudo.
El recorrido de la exposición
La muestra se articula en ocho apartados temáticos que siguen también un cierto orden cronológico y que se corresponden con las salas de exposición:
-
El desnudo, la forma, el reposo, presenta obras de Maillol, Renoir, Cézanne, Matisse y Picasso.
-
La línea, el movimiento, la Edad de Oro, reúne piezas de Degas, Matisse y Picasso.
-
El orden en la Naturaleza: paisajes con figuras, sigue el recorrido con composiciones de Cézanne, Derain, Carlo Carrà y Joaquim Sunyer.
-
El orden en la Naturaleza: las cosas, ofrece una selección de bodegones de Cézanne, Derain, Juan Gris, Morandi y Carrà.
-
El retrato y la máscara, incluye obras de Picasso, Matisse, Derain, Gris y Sironi.
-
La pintura, disciplina de lo visible, contrapone cuadros de Bonnard y Morandi.
-
La forma, el peso, lo arcaico, centra la atención en la obra de Picasso en el periodo de entreguerras.
-
La metamorfosis, la danza, la línea, finaliza el recorrido con obras de Matisse, Picasso y Julio González.
Los dos primeros capítulos giran en torno a las nociones de forma y línea y cubren, con alguna excepción, los años anteriores a la Primera Guerra Mundial; los tres ámbitos siguientes responden a la tradicional división de los géneros pictóricos: paisaje, bodegón y retrato; a continuación, se dedica un espacio a mostrar las convergencias en la obra de Bonnard y Morandi; las dos últimas salas vuelven a las nociones de forma y línea pero centrándose en el periodo de entreguerras y profundizando en los conceptos de movimiento y reposo apuntados ya en las dos primeras salas. La muestra termina con la crisis y desmembramiento del proyecto clasicista durante la década de los 30; a partir de ese momento cada uno de los artistas que lo protagonizaron continúa sus búsquedas personales desligándose de los demás, aunque sin poder borrar de su obra la huella dejada por esos años de convergencia y de retorno al ideal clásico. FICHA TÉCNICA Título: Forma. El ideal clásico en el arte moderno.
Organiza: Museo Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid.
Comisario: Tomàs Llorens, conservador jefe del Museo Thyssen-Bornemisza.
Coordinación: Paloma Alarcó, conservadora de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza
Lugar y fechas: Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid: Sala de exposiciones temporales – Del 9 de octubre de 2001 al 13 de enero de 2002.
Horario: De martes a domingo, de 10:00 a 19:00 horas. La taquilla cierra a las 18:30. Domingos abierto todo el día. Lunes cerrado.
Publicaciones: Catálogo con textos de Valeriano Bozal, Tomàs Llorens y José Francisco Yvars.