Bartolomé Esteban Murillo(1617-1682) es tal vez el más importante pintor religioso del barroco español, superador del tenebrismo, hombre de gran virtuosismo y paleta cromática. La exposición Niños de Murillo se compone de un total de quince obras, donde se muestra cómo éste pintor sevillano recreó bellísimas escenas infantiles, además de sus populares temas religiosos, muy conocidos por el público amante de estampas piadosas. La exposición ya se ha presentado en la Dulwich Picture Gallery de Londres y la Alte Pinakothek de Munich,
Javier Portús, conservador de pintura española barroca del Prado y comisario de la muestra presentó esta obra de un pintor famosísimo por sus inmaculadas, pero que alcanza una sensibilidad especial en sus pinturas con niños y jóvenes.
Precisamente, Portús hizo una excelente reflexión sobre las pinturas de la infancia hechas por Murillo y recordó la novela picaresca, que aportó notabilísimas creaciones a la literatura de aquel tiempo. Dijo que ambas facetas son una importante aportación de España en el análisis del mundo infantil, algo ausente de la creatividad cultural de otras épocas.
También rescató a Murillo de esa crítica que ha minimizado su calidad y creatividad, como la de Ruskin origen de los tópicos sobre la pintura del gran pintor.
Junto con los cuadros infantiles de devoción que se encuentran en los fondos del Prado: El buen Pastor, San Juan Bautista niño, Los niños de la Concha, La Sagrada familia del Pajarito y Santa Ana y la Virgen, se ha contado con los conjuntos representativos de su faceta pagana de la infancia, que pertenecen a la Dulwich Picture Gallery de Londres y a la Antigua Pinacoteca de Munich.
Procedentes de Londres se exhiben: Muchacha con flores: alegoría de la Primavera, Tres muchachos e Invitación al juego de la argolla, mientras que la Antigua Pinacoteca de Munich ha cedido Niños comiendo melón y uvas, Niños jugando a los dados, Joven vendedora de fruta, Mujer espulgando a un niño y Niños comiendo pastel.
A estas obra se unen el óleo Joven con cesta de frutas, de la Galería Nacional de Escocia, y Retrato de Nicolás de Omazur, obra de El Prado, que no es de infancia, y que entró en la exposición por ser éste un comerciante establecido en Sevilla a cuya colección pertenecieron varias de las obras exhibidas.
Murillo fue uno de los primeros artistas que desarrolló escenas de fuerte carácter costumbrista protagonizadas por niños, algo excepcional en el contexto de la pintura española de su época. Estas obras llamaron la atención de coleccionistas extranjeros quienes se hicieron con muchas de ellas, en tanto que en España se desecharon, considerándolas obras menores, y se aprecio lo más lo piadoso.
La exposición está patrocinada por la Fundación Winterthur y permanecerá abierta hasta el 9 de diciembre. refleja la vida humilde de una Sevilla del siglo XVII, con una infancia vital y alegre, a pesar de las condiciones en las que de pobreza en que vivían muchos jóvenes mendigos, cubiertos de harapos.
El director del Prado, Fernando Checa, dijo que la exposición tiene un contenido de altísima calidad en todos sus cuadros, una muestra de gran exquisitez, como exquisita es la pintura de Murillo, que extremó en la delicadeza de las escenas de género de tipo infantil de contenido no religioso o profano.
Fernando Checa anunció también que el museo inicia, con motivo de la exposición Niños de Murillo, una serie de actividades didácticas para los niños, con carácter gratuito: visitas guiadas, un concurso artístico sobre la pintura de Murillo, etc.