La Cepeda homenajea a Eugenio de Nora
“Eugenio de Nora o la lírica de lo cotidiano, la voz y la lucha”.
El Diario de león publica el anuncio del homenaje que La Cepeda en general y el ayuntamiento de Villamejil, en particular, dará al opeta Eugenio de Nora, dentro del amplio programa estival que organiza la Asociación Cultural Rey Ordoño I
El periodista Guzmán Gonzáles, en la sección de cultura del diario señala que el homenaje tendrá lugar el 1 de agosto, a las 20,00 horas.
Dice así el artículo: “Todo el que pueda, oiga: porque cada palabra que escribo está madura de verdad. Oiga y mire, y compruebe las cosas, y su esencia en el verbo». Con pasmosa sencillez Eugenio de Nora plasmaba el porqué de su obra cuando contaba apenas con veinte años.
Este lírico leonés, pensador visceral, adalid del inconformismo social en una época de subterfugio y sangre, recibirá un más que merecido homenaje en Villamejil el 1 de agosto. El Ayuntamiento del municipio antes mencionado junto con la Asociación Cultural Rey Ordoño I prepara un homenaje para uno de sus paisanos, que como bien asevera el periodista Tomás Álvarez, «ha sabido llevar a la lírica sus vivencias más íntimas, entre las que está la sociedad y el paisaje cepedano que el conoció en su infancia. Es un homenaje merecido a un autor que canta con hermosura a la naturaleza, a la vida y al amor, que clamó contra la injusticia con voz brava». No obstante una de las premisas que el poeta siguiera en su época de juventud iría encaminada a ejercer de portavoz del inconformismo y la ausencia de libertades que propinara la guerra cual certero «golpe».
Precisamente se cumplen sesenta años del génesis de su obra Pueblo cautivo . En plena posguerra civil española un joven Eugenio apartó con la pluma la España castiza para embarcarse en un atrevido (para la época de la que hablamos se acercaba más a lo insolente) proyecto literario, todavía enigmático, poseedor de los recelos, quebrantos y sinsabores emitidos desde el bando vencido; pero con una luz firme y profunda de esperanza para los que, como él, aguardaban un giro de los acontecimientos.
Corrían tiempos de represión, y más que nunca las palabras disidentes sesteaban a la sombra, a la espera de su momento. Es por eso que el texto se propagó de manera clandestina y anónima. El hecho de que algunos fragmentos del libro fueran reproducidos en el Romancero della resistenza spagnola de Dario Puccini y en Sala de Espera de Max Aub, da una idea de la magnitud de su verso y de la trascendencia de sus ideas.
De origen campesino y natural de Zacos (provincia de León) este poeta «más visceral que político», como entiende Tomás Álvarez, se educó en el colegio de los hermanos maristas de la capital leonesa, pero no sería su educación la cuna de sus inquietudes sino el esperpento de la Guerra Civil y posguerra (de la que fuera espectador desde su casa en la Plaza de San Francisco), el dolor y la buena conciencia, acuciada por sus experiencias personales y el posicionamieto de sus compañeros, miembros del sindicato estudiantil. Esta amalgama de motivos cimentaría la manera de concebir la poesía de Eugenio de Nora, que ya no entendía la lírica como una imagen mental y gráfica, sino como un medio de denuncia social, de lucha por la libertad, la justicia y la dignidad del hombre.
Tal y como defiende Tomás Álvarez, «es justo rememorar aquel grito de un muchacho, trémulo ante un paisaje lleno de cicatrices, que entendió la responsabilidad del poeta» en su obra: «... Y entre tantos oficios yo soy aquel que mira, aquel de quien se pide que atestigüe y declare».