Madrid, 20 de enero de 2014
El análisis de esta ONG tiene unas advertencias de gran interés en la actual situación, en un período en el que aumenta la desigualdad entre los más favorecidos y los menos, con lo que a medio plazo se conduce a nuestro mundo a una crisis social de incalculable gravedad.
El encuentro de Davos, del 22 de enero hasta el 25, reúne a líderes financieros, empresariales y políticos del mundo. Davos siempre ha sido un lugar para la reflexión, y sin duda en 2014 ya hay datos interesantes, en los que se pueden ver los efectos de la crisis que afecta a diversas partes del globo en la calidad de vida de los ciudadanos.
En toda esta crisis –y ello se constata en las políticas de la Unión Europea- se ha optado por una política que favorece a las elites frente a los intereses generales. Intermón Oxpan se pregunta: ¿Qué sucede cuando un Gobierno deja de procurar el bienestar de sus ciudadanos para servir a los intereses de una minoría acaudalada?
Hay grupos con gran poder económico, empresas e individuos, que influyen sobre las instituciones y que tienen tratos de favor en la definición de leyes y normativas. Son privilegios para unos pocos, mientras el esfuerzo, sobre todo la mayor carga fiscal, recae sobre la gran mayoría.
La mitad de la renta mundial está en manos del 1% más rico de la población, cuya riqueza asciende a 110 billones de dólares. Esta cifra es 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial. Sólo 85 personas acumulan tanta riqueza como la que posee la mitad más pobre de la población mundial.
La desigualdad ha aumentado más en los últimos tiempos, y crece más en momentos de crisis. En España las 20 personas más ricas poseen ya una fortuna similar a los ingresos del 20 % de la población más pobre. Por ello la ONG advierte que es preciso abordar un plan de reducción de la desigualdad, no sólo por su impacto negativo en términos económicos y de justicia social, sino porque esta desigualdad amenaza a la paz social y desvirtúa la democracia.
El aumento de la concentración de poder genera una riqueza extrema que perpetúa la desigualdad, supone una amenaza para un modelo social basado en la inclusión e igualdad de oportunidades, y pone en peligro los sistemas democráticos. El problema preocupa a muchos líderes. En Estados Unidos, el presidente Obama ha convertido en una prioridad para 2014 la lucha contra este desequilibrio. Tiene razones para estar preocupado. En Estados Unidos, el 1% más rico ha acumulado el 95% del crecimiento total posterior a la crisis desde 2009, mientras que el 90% más pobre de la población se ha empobrecido aún más.
Algunas de las políticas que desde las últimas décadas benefician a los más ricos incluyen: la desregulación y la opacidad financieras, los paraísos fiscales la reducción de los tipos impositivos sobre las rentas más altas y los recortes en las políticas públicas de inversión y protección social. Desde finales de 1970, los tipos impositivos sobre las rentas más altas se han reducido en 29 de los 30 países de los cuales se dispone de datos, lo que significa que en muchos lugares los ricos no sólo ganan más, sino que también pagan menos impuestos.
Este manifiesto secuestro de los procesos democráticos por parte de las élites y a expensas de la clase media y los más pobres ha contribuido a crear un mundo en el que siete de cada diez personas viven en países donde la desigualdad ha aumentado desde la década de 1980, y donde el 1% de las familias más poderosas acapara el 46% de su riqueza (110 billones de dólares).
El informe de Intermon Oxfam, rirulado “Gobernar para las elites” señala que “en noviembre de 2013, el Foro Económico Mundial lanzó su informe Perspectivas de la Agenda Mundial 2014, que situaba el aumento de la desigualdad en los ingresos como la segunda mayor amenaza mundial de los próximos 12 a 18 meses. Según las personas encuestadas, la desigualdad “está afectando a la estabilidad social en el seno de los países y supone una amenaza para la seguridad en el ámbito mundial”.
Nuestro mundo ha alcanzado notabilísimos avances en diversos planos, sobre todo en lo técnico, pero todos esos avances pueden conducir a una organización social invivible, si no se atiende a un equilibrio social. El bienestar es mayor si se comparte con el resto de la sociedad.
Barrio del entorno de Bombay, India. Imagen de Tomás Alvarez/guiarte.com