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Jornadas de Gastronomía en Astorga.

La cocina es un elemento de atracción para esta tierra cargada de historia. Pedro García Trapiello (escritor y periodista) y José Antonio Reñones (escritor y editor), presentan las jornadas gastronómicas 2002.

El programa referido, como de costumbre al mes de abril, supone un atractivo adicional para gozar de la gastronomia de la zona.

Cuenta, asimismo, con varios homenajes:

Cocinero distinguido: D. Daniel Corral Valladares (Jefe de Cocina durante 20 años en el Motel de Pradorrey)

Periodista distinguido: D. Vicente Ѕngel Pérez (Diario ABC)

Maragato distinguido: D. Bonifacio de Santiago Prieto (Alcalde del Ayuntamiento de Las Rozas - Madrid)

El fuego y el hogar.

Este año ha sido histórico tambien para la gastronomía del territorio por la edición de un libro importante, que esta destinado a ser un clásico de la gastronomía leonesa. La Cocina Campesina leonesa. En el programa de las jornadas, se incluye, a modo de presentación antropológica del mundo de la cocina, un texto de dicho libro, correspondiente a Rogelio Blanco, escritor y filósofo leonés:

El fuego fue y, aún en muchos ámbitos, sigue siendo el núcleo del hogar.

De hecho existe una aproximación fónica entre los términos hogar y hoguera. El que una obscura, profunda e inhóspita cueva, un refugio o un paramento se convirtieran en hogar, en morada, se lograba gracias al fuego. La hoguera era el lugar de convocatoria a la convivencia de los individuos. El espacio que garantizaba seguridad y compañía, protección y relaciones, la familiaridad necesaria para provocar los sentimientos membracía y pertenencia a un grupo, la suficiente para uniformar pautas de comportamiento integradoras y específicas del grupo, para transmitir experiencias y conocimiento.

Luego, desde la simple ignición de materiales, el hombre crea un estilo de vida: el hogar. Y el hogar es una poderosa fuerza que no sólo crea hábitat sino también una mentalidad o modo de ver que va más allá de la cultura material o de la necesidad de regular la temperatura del poseedor de un cuerpo, el hombre, que sólo funciona dentro de una gama muy estrecha de temperaturas, pues no es isotermo. El hombre transpira, expande y contrae los vasos sanguíneos y fisiológicamente apenas cuenta con órganos de control ambiental respecto a otros mamíferos.

No debemos olvidar que el hombre es un primate tropical que sobrevive en zonas templadas y árticas, pero sus recursos naturales apenas son suficientes para sobrevivir en puntos geográficos críticos. Necesita el fuego. El elemento necesario y valorado por los primeros filósofos griegos, los físicos, uno de los cuatro elementos constitutivos, capaz de transformar una cueva más allá de un simple refugio, convirtiéndola en hogar. Y el hogar es el espacio tribal o familiar íntimo, de seguridad y de confianza, de protección física y psicológica.

Dentro del hogar, sobre todo en las casas modernas, el habitáculo donde se instala el fuego, la cocina, la estancia que con sillones muebles o simples escañiles en torno al fuego sobre el que una cadena soporta un poteo o una trébede, se convocan veladas o filandones, para comer castañas o curar la matanza o, simplemente, para recordar.

Es el lugar de la familia. El lugar donde se reciben los frutos de la huerta y se descansa.

El Arcipreste de Hita, siglo XIV, parafraseando a Aristóteles, decía que el hombre vino al mundo a comer y a amar. Y ambas dimensiones se realizan en el hogar. En conclusión, con el fuego no sólo aparece el hombre cocinero, sino también la convivencia.

"El hogar y la hoguera" extraído del libro "La cocina campesina leonesa"; Rogelio Blanco (Escritor y Filósofo)

Jornadas de Gastronomía en Astorga.
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