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Ignacio Pinazo en el IVAM

El Instituto Valenciano de Arte Moderno presenta una exposición monográfica en torno al pintor valenciano Ignacio Pinazo.

La muestra integra unas sesenta pinturas y cincuenta dibujos ordenados temática y cronológicamente procedentes de los fondos de este museo y que ilustran la evolución de uno de los artistas decisivos del periodo de transición entre los siglos XIX y XX.

La muestra tiene como comisarios a Kosme de Barañano y Josep Ramón Escrivá

El IVAM Posee la más importante colección pública de obras del artista valenciano Ignacio Pinazo. Sus fondos se componen de cien pinturas y más de seiscientos dibujos. La mitad de este conjunto es donación de la familia Pinazo.

Esta exposición presenta una nueva visión preparada para la sala permanente dedicada a Pinazo en el IVAM. Consta de una selección de sesenta pinturas y cincuenta dibujos ordenados temática y cronológicamente que ilustran la evolución de uno de los artistas decisivos del periodo de transición entre el s. XIX y el XX. La muestra subraya el particular salto en solitario del artista hacia un conjunto de investigaciones plásticas que anticiparon muchos de los presupuestos de la pintura moderna española.

Con motivo de la exposición el IVAM y la editorial Aldeasa han publicado el catálogo razonado Ignacio Pinazo en la Colección del IVAM a cargo del catedrático Francisco Javier Pérez Rojas y del profesor José Luis Alcaide. Esta obra está ilustrada con la totalidad de pinturas y dibujos de Pinazo de los fondos del museo e incluye un texto de presentación de Kosme de Barañano y un amplio ensayo de ambos profesores. Cada una de las pinturas va acompañada de un texto analítico y una ficha con referencias técnicas, bibliográficas y de exposiciones. La sección de dibujos va precedida asimismo de un ensayo de los autores.

Ignacio Pinazo Camarlench (Valencia,1849-Godella,1916) fue uno de los artistas más importantes del periodo de tránsito entre el s. XIX y el s. XX español. De extracción humilde, Pinazo combinó en su formación la experiencia como trabajador en oficios diversos de la época (platero, dorador, pintor de abanicos o de azulejos) con estudios nocturnos en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.

Como la mayoría de los artistas de su época marchó a Roma para ampliar sus conocimientos, primero con sus propios recursos (1873) y más tarde con una pensión de la Diputación de Valencia adquirida por oposición (1876).

En Italia estudió a los clásicos y pintó, obligado por las condiciones del pensionado, algunas de sus más famosas obras de corte académico y factura impecable. Un hecho decisivo para su formación fue su contacto con el grupo de los macchiaioli, núcleo representante de la aportación italiana al realismo europeo y del que asimilaría su pintura de temática cotidiana, un paisaje realista y plainairista y determinados procedimientos técnicos, en concreto, el uso de la pintura sobre tabla cruda (sin preparación previa) y la utilización plástica del soporte de madera.

La pintura de Pinazo es representativa de lo que fue la evolución de un artista a caballo entre la tradición académica decimonónica y la nueva concepción de la pintura propia de la llamada modernidad del siglo XX. Si bien en los trabajos de Pinazo las huellas de la tradición retratista, la pintura de historia, el costumbrismo, e incluso la temática alegórica estarán presentes durante casi toda su vida artística, en esta exposición realizada íntegramente con los fondos del IVAM hemos querido destacar, especialmente, sus innovadores diálogos con la naturaleza y el entorno cotidiano realizados con obras de pequeño formato a partir de 1886, año de su traslado a la localidad de Godella (Valencia).

Tanto en sus lienzos y dibujos así como en sus pinturas al aire libre sobre pequeñas tablas de madera, un universo creativo rotundamente nuevo emerge desde su voluntario refugio en este pequeño pueblo. Su reivindicación del soporte matérico de la tabla o el lienzo como elemento configurador del espacio de la obra; su angustiosa constatación de la imposibilidad de cercar una naturaleza escurridiza; su experimentación cada vez más gestual y subjetiva con la luz y el color, así como una factura abocetada, inacabada y manchada (en claro homenaje a uno de sus maestros modernos, Goya), hacen de los trabajos de esta época una pintura cada vez más cercana a la espiritualidad mística y a la abstracción informalista.

Si bien obtuvo varias medallas y reconocimientos oficiales, su carácter crítico (e indomable) contra los entresijos y convencionalismos del mundo del arte de su época le convirtieron en una auténtica rara avis atormentado por la mediocridad. Sus numerosos escritos breves de carácter filosófico, así como el título y contenido de su discurso de ingreso en la Academia de San Carlos, De la ignorancia en el arte,(1896) son significativos de su talante contestatario y modernizador.

Sus paisajes sobre lienzo o tabla y sus apuntes sobre el entorno cotidiano serán su campo de batalla preferido donde trasladar (lejos de los condicionantes de las obras de encargo) la investigación plástica más innovadora y su diálogo trágico con lo natural inconmensurable, su experiencia mística con lo fugaz, y su poesía de la luz y el color.

Así pues, su obra inaugura una nueva concepción sobre la percepción de la realidad y el sentido del arte en conexión intuitiva con los hallazgos de los grandes adelantados de la época.

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