La muestra, comisariada por Juan Manuel Bonet, está compuesta por una selección de cuadros y dibujos, desde principios de loa años ochenta hasta hoy.
Xesús Vázquez (Ourense, 1946) Reside en Santander. Inició su trabajo en los años sesenta, aunque el verdadero arranque de su proyecto pictórico hay que ubicarlo a finales de los 70 y comienzos de los 80. Pintor de larga trayectoria en solitario, desde sus inicios, ha expuesto en las más importantes galerías españolas y su obra se encuentra en destacados museos y colecciones nacionales e internacionales como Collection Dobe (Zurich), Museo Cantini (Marsella), CGAC (Santiago de Compostela), MNCARS (Madrid), Fundación Collage (Paris), Fundación “la Caixa” (Barcelona), Artium (Vitoria), Banco Europeo de Inversiones (Luxemburgo), IVAM (Valencia)... Cabe destacar su participación en el grupo Atlántica, en uno de los momentos de mayor auge de la pintura gallega.
Su formación partió del expresionismo abstracto, libre, pero en los años 80 se produce un cambio en su obra. Se aleja de la abstracción para pasar a situarse del lado de la figuración. Una figuración con fuertes dosis de lirismo donde la relación con la literatura y la poesía será una constante. Más tarde llegaron los portentosos cuadros con títulos alusivos a grandes batallas (destaca la serie Batallas) donde retrata las peores guerras de los últimos años, y aquellos otros designados por una letanía de títulos que aludían a una realidad tan extrema y terrible como la de los campos nazis de concentración, y la serie de tableautins experimentales –rostros y abstracciones indistintamente- que terminaron llamándose La Internacional. Desde la influencia de Goethe en su serie de Atalayas a la cita de grandes artistas como Brancusi haciendo referencia a su Columna Infinita, su obra se vale tanto del Romantismo alemán como del dripping norteamericano.
Xesús Vázquez es un aritsta que dialoga en su obra con los más diversos motivos: el título de un disco de jazz, el mundo homérico de Penélope, la figura de Marco Polo, un verso cásico de Válery, otro de Jouve, una cita de Shakespeare…
También es importante en su trabajo la idea de serie, pero no al modo como se creaba en los repetitivos sesenta, sino de una manera más divagatoria y musical: reaparición, cuadro tras cuadro, papel tras papel, de ciertos motivos, de ciertas grecas, de ciertas palabras, de ciertos materiales.
Xesús Vázquez, aborda su obra con un estilo abstracto geométrico sin dejar por ello de hacer referencia a un espacio, no concreto, que nos envuelve, como si de un laberinto se tratara, y nos lleva a un mundo en el que sólo hay cabida para lo racional, que conecta directamente con la mente al dejar a un lado todo contexto figurativo.
Xesús Vázquez nunca ha planteado su proceso creativo según la lógica habitual. Lo que debate a través de su pintura es la imposibilidad de sustraerse a la memoria. Vázquez nos introduce en un mundo real, emocionante y vibrante, cuya representación no es consecuencia de un experimento multiestilístico sino de una exigencia derivada de los diferentes tratamientos que su proyecto requiere, una exploración magnífica y trascendentalista sobre la belleza como valor y atributo del poder del arte y de su historia. Xesús Vázquez posee un método y unas reglas de procedimiento donde la acción y el rigor, la improvisación y el cálculo, la experiencia y el riesgo lejos de repelerse se comprenden y estimulan entre sí. Ha creado una escenografía para ilustrar y descifrar sus pensamientos. En la escena donde se desenvuelven los seres y cosas que animan sus cuadros, piezas y libros fotográficos, resalta su plenitud imaginativa para ordenar los datos y distribuirlos en el vacío. Al mismo tiempo ha logrado que su obra sea visual e inconográficamente más accesible, más común, más comprensible. Es un artista fiel a su propia línea de entender la pintura como poética libre de clasificaciones, amplia en su lenguaje, de léxico, sintaxis y significados ricos y dilatados, al que no le preocupan los problemas de estilo.
Xesús Vázquez se nos aparece hoy, como alguien que hace tiempo ha renunciado a cualquier programa colectivo, como un creador que en su estudio santanderino se entrega cotidianamente a su quehacer con una fe descreída en las posibilidades de la pintura, esa pintura española defendida por nuevas voces críticas. Pintura, que más que nunca, se afirma universal, intemporal, soberana.
Con motivo de la exposición, el CGAC edita un catálogo trilingüe con textos de Juan Manuel Bonet y Francisco Calvo Serraller, así como una conversación entre Xesús Vázquez y Ángel Mateo Charris.