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Oteiza, y la búsqueda del espacio sagrado

El Centro Cultural de Caixa Girona, organiza una magnífica exposición de Oteiza, cuando hace sólo unos meses que falleció el gran artista vasco.

Jorge Oteiza sigue siendo una referencia fundamental del arte escultórico mundial, no sólo por lo que realizó, sino por su visión del arte, propia de un pensador profundo, conocedor del hombre y de su tiempo. “La muerte no mata, sólo entierra a los que ya están muertos”, había dicho en alguna ocasión.

Hace algún tiempo, Richard Serra decía que Oteiza era el mejor escultor vivo del Mundo y Frank Ghery lo comparaba a Le Corbusier y Picasso... Sin embargo, nunca fue un escultor muy conocido por las masas.

¿Razones? Era un pensador del arte; un personaje difícil, temperamental, polémico; rechazó el mercado del arte, rehuyó la recepción de premios, fijó una fecha temprana para su retirada y se negó a vender su obra a diversas instituciones...

En una actividad artística caracterizada por el trabajo del exterior del bloque de piedra, Oteiza se obsesionó por escudriñar el espacio interior, el vacío. Tal vez ahora que el se ha ido, se hará más grande su persona y su obra; se descubrirá su propio vacío.

El arte del siglo XX había estado más volcado a la pintura que al ámbito escultórico. En los años cincuenta, destacaron en el panorama artístico europeo una serie de autores que impulsaron y modernizaron el lenguaje de la escultura. Oteiza fue uno de los más importantes.

Partiendo de una estética heredera de Malevich y –en lo profundo- de la estética prehistórica vasca y después de una primera época geometrizante, Oteiza busca en el espacio interior de la obra.

Sobre él, escribe José Corredor-Matheos: “Es indudable el papel relevante que ha tenido José Oteiza en la exploración del espacio. Éste, había sido en la escultura tradicional de las diversas culturas algo exterior al bloque de la obra(...) Oteiza supo advertir que la clave del proceso de la escultura contemporánea era el vaciado del interior del bloque, antes compacto, y mantener lo que quedara de la masa, en unos planos o rectas que forman un contenedor del vacío que había que dejar al descubierto”.

La cuestión venía de lejos, en un proceso de adelgazamiento de la forma en el que han participado figuras como Calder, Giacometti, Julio González o Moore, artistas que mantenían una sugerencia de la forma compacta pero liberando masa. Tras la Segunda Guerra Mundial se avanzó en el mismo sentido. Oteiza es un prototipo de la nueva escultura

El Centro Cultural de Caixa Girona, organiza una magnífica exposición del autor, en la que engloba sus distintas fases de trabajo. En ella se ven cómo las primeras esculturas mantenían un bloque compacto. “Figura comprendiendo políticamente”, de 1935 recuerda fórmulas del cubismo (Derain, por ejemplo) y de otras culturas ancestrales. Luego, las de la década siguiente muestran el vaciado del bloque y las influencias de Moore.

Finalmente, del proceso de ahondar en el bloque, sin abordar el interior, pasó, en la década de los 50 a penetrar en el espacio interior. Es la “desocupación del espacio” para penetrar en lo que el artista considera espacio sagrado, en un razonamiento que teoriza y vincula a la propia cultura prehistórica vasca, a los monumentos megalíticos, en los que las grandes piedras definían un espacio sagrado interior.

En la década de los cincuenta abordó la desocupación de poliedros, centrándose en el cubo y la esfera; logrando definir unos espacios internos, mostrando vestigios de lo que era el envoltorio de ese espacio... Es en esta época, cuando llega por fin a ese vacío sagrado, y con un inmenso reconocimiento internacional (Sao Paulo, Milán, etc.) cuando(1959) anunció su abandono de la actividad escultórica.

En realidad, desde 1959 sólo siguió trabajando para satisfacer contados encargos o trabajos experimentales; prefiere dedicarse al estudio y a la reflexión teorico-practica. Había llegado al vacío, y como personaje de gran talla intelectual descubrió que a partir de allí ya no podría seguir avanzando.

EL OBRERO METAFÍSICO.

En el Centro Cultural Fontana d´Or de Caixa de Girona, activa entidad financiera de Cataluña, se ha recopilado una colección de 62 obras de Jorge Oteiza, creadas entre los años 1935 y 1975 por el escultor recientemente fallecido, en las que se muestra perfectamente esa evolución.

La muestra, titulada "Oteiza, el obrero metafísico", abierta hasta el 31de agosto, es una de las más importantes realizadas hasta ahora sobre el artista vasco. Pretende ser "un recorrido por la obra de uno de los escultores más importantes del siglo XX, desde sus primeros pasos, en el año 1935, hasta las últimas creaciones", según el comisario del evento, Antonio Niebla.

Las esculturas agrupadas marcan los momentos más significativos y creativos de su lenguaje artístico. Entre las más de sesenta obras se pueden encontrar referencias a sus distintas épocas. Las obras de pequeño y medio formato, realizadas en hierro, mármol blanco o negro, aluminio, metacrilato, bronce, acero, madera, cemento coloreado o piedra, corresponden a algunas de sus series más interesantes. Las esculturas para la Basílica de Aránzazu, las maclas, el Laboratorio de Guixos, las Cajas Metafísicas de todas las épocas, el homenaje a Leornardo o Malevich o el también homenaje a Navarra son otras piezas destacadas en esta excelente exposición.

La mayor parte de las piezas corresponden a colecciones particulares pero también hay algunas obras que han sido cedidas por los centros y museos como el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid o el MACBA de Barcelona.

El recorrido sigue el hilo cronológico. En la planta baja de la sala se encuentran las piezas más antiguas, correspondientes al período de 1935-1958 y se incluyen las piezas correspondientes a la serie maclas. El sótano acoge el resto de esculturas, desde el constructivismo hasta la obra Zazpiak, una pieza concebida en los años 70 pero fundida en el 2000, que se considera la última obra de Oteiza y es la primera vez que se expone al público.

Aparte de las esculturas, la exposición también incluye textos del mismo Oteiza, poeta, filósofo y teórico, en los que teoriza sobre la concepción del arte y la vida; todo ello para mostrar la vertiente más humana de Oteiza, considerado por muchos rebelde y controvertido, y por encima de todo, un gran escultor amante de su tierra.

BIOGRAFÍA DE OTEIZA

Jorge Oteiza Embil, escultor y escritor, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 1988, considerado el patriarca del arte contemporáneo vasco, falleció el 10 de abril de 2003 en una clínica de San Sebastián. Había nacido el 21 de octubre de 1908, en la localidad guipuzcoana de Orio.

La familia Oteiza se trasladó a Madrid, cuando Jorge era un niño. Cursó tres años de Medicina y durante tres meses estuvo en la Escuela de Artes y Oficios. Obtuvo su primer premio de escultura en la Bienal de Artistas Guipuzcoanos de San Sebastián, en 1931. En esa misma ciudad inauguró, un año después, su primera exposición individual.

AMERICA LATINA

En 1935 se trasladó a Iberoamérica, por donde difundió su obra. Expuso en Santiago de Chile y en Buenos Aires. En la capital argentina se dedicó, durante varios años, a la docencia en la Escuela Nacional de Cerámica.

En 1942 fue encargado por el Gobierno de Colombia de la organización en Bogotá de la enseñanza oficial de la cerámica. Dos años más tarde, publicó su "Carta a los artistas de América", sobre el arte nuevo de la posguerra, y en 1948 difundió en Buenos Aires el "Informe sobre mi escultura".

Regresó a Bilbao en 1948 y allí comenzó el período más intenso de su vida como escultor. En 1950, después de ganar el primer premio en el concurso nacional para un monumento al rey Felipe IV, se le adjudicó por concurso toda la estatuaria para la nueva basílica de Aránzazu, Guipúzcoa. Al año siguiente obtuvo el primer Premio de la IX Trienal de Milán.

En estos años cosechó un gran número de premios y su obra fue adquirida por numerosos museos. Entre los reconocimientos figuran el gran premio Internacional de Escultura de la IV Bienal de Sao Paulo, de Brasil, en 1957; y el primer premio en el Concurso Internacional de Montevideo, en 1960.

UN PUNTO Y APARTE

En 1957 fue el encargado de montar el pabellón español en la Feria Internacional de Bruselas de 1958. Un año después, en 1959, el escultor abandonó su actividad escultórica. Según él, "el mismo creador llega a transformarse en el proceso de cambios y evoluciones de su lenguaje y se convierte en un artista postexperimental". Sólo volvió a la escultura ocasionalmente para culminar proyectos o investigaciones ya iniciadas anteriormente, centrando su actividad creativa en la formulación de una estética "razonable y práctica para cada vigencia histórica y para cada pueblo".

Considerado por algunos críticos como uno de los cuatro escultores más importantes del mundo, en 1985 obtuvo la medalla de Oro de Bellas Artes, de España.

Las críticas que el escultor hizo a la cultura y al nacionalismo vasco en febrero de 1985, con motivo de una carta que Oteiza envió a la revista "Euzkadi" en una entrega de premios, originaron una dura polémica en el País Vasco.

En 1988 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, por su arte, su actitud ética y su vida(como era muy habitual en él, no recogió el premio). Un mes más tarde, representó a España, junto con la escultora Susana Solano, en la XLIII Bienal de Venecia.

En octubre llegó a un acuerdo con el Gobierno Vasco para la compra de 12 obras suyas. Poco más tarde rompería el compromiso, por lo que tan sólo entregó las primeras cinco esculturas.

En 1991 publicó, entre otros, "El libro de los plagios", donde afirmó que "en Eduardo Chillida hay dos estilos, uno suyo, el otro es el mío". Esta obra la escribió tras una declaraciones de Chillida, en 1991, en las que éste negaba su deuda con la Escuela Vasca y con Oteiza, a quien incluso acusó de plagio. Un año más tarde, firmó un protocolo con el Gobierno Navarro por el que cedió su obra (esculturas, libros, textos inéditos y trabajos de investigación) al pueblo de Navarra, para que quedara expuesta en una Fundación Museo.

En noviembre de 1992 fue ingresado en la Clínica de la Universidad de Navarra, donde le fue implantado un marcapasos. Entonces escribió "no quería morirme sin acabar el libro que estoy escribiendo"... "aunque no me gustaría vivir mucho tiempo porque quisiera acercarme pronto a mi mujer”. Itziar Carreño Echeandía, su esposa, había fallecido en diciembre de 1991.

En 1997, y después de treinta años de tensiones y distanciamiento, Oteiza y Chillida se abrazaron en señal de reconciliación. Ambos artistas vascos suscribieron un comunicado en el que se leía: "más allá de nuestras diferencias habrá siempre un espacio-tiempo para la paz".

En los últimos años continuaron organizándose muestras suyas, en Europa y Estados Unidos. Mereció en estos años diversos nombramiento y doctorados “honoris causa”. También pasó por el hospital en varias ocasiones.

Falleció en una clínica de San Sebastián, el 10 de abril de 2003, después de estar más de dos meses hospitalizado a causa de una neumonía. Sus restos mortales fueron enterrados en la localidad navarra de Alzuza. Conforme a lo previsto, la Fundación Jorge Oteiza encauzó la construcción, en Alzuza, de un museo dedicado a la obra de este prolífico artista y escritor, centro que se inauguró el 8 de mayo de 2003.

Tomas Alvarez

Oteiza, composición de guiarte.com

Oteiza, composición de guiarte.com

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