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Marzo ñalarzo

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Por Artemio artigas

Madrid, 20 de marzo de 2001 **Mi abuela recordaba extraños refranes que aplicaba al acontecer diario para explicarme la lógica del discurrir del tiempo, e iniciarme en la interpretación del comportamiento de la naturaleza.

Marzo ñalarzo, abril gueveril y mayo pajarayo, susurraba lentamente para que mis jóvenes oídos retuvieran aquella sentencia premonitoria que cumplíase año tras año.** Marzo ñalarzo era marzo de nidos(nidales); abril gueveril, eran los días de las nidadas; mayo pajarayo era la explosión de la vida, cuando todos los hogares del bosque se pueblan de pequeños pajarillos ávidos de comida.

En febrero, multitud de pájaros han empezado el retorno a los campos y otros avecindados momentáneamente en la península Ibérica o en África sobrevolaron nuestros campos en su emigración al norte. Aves insectívoras o milanos, por ejemplo, retornaban a un hábitat donde ya desaparecieron las esbeltas avefrías, los zorzales y los escasos gansos.

Marzo llega con una climatología destemplada. Una mañana amanece con sol dulce y cielo azul, la siguiente trae vientos impetuosos y la de más allá lluvias, nieves y fríos. Pero algo ha cambiado ineludiblemente: Aumentan las horas de luz y los sotos se pueblan de flores aún blanquecinas o amarillentas; las laderas y praderías reverdecen, y en los árboles asoman explosiones de flores blancas o rosadas, en tanto que en otros –más austeros- asoman tímidamente hojillas de un verde claro y delicado.

El marzo ñalarzo –que decía en León mi abuela- se anticipa en las partes más cálidas de la Europa mediterránea.

Pero no sólo se animan los nidales. Entre los zarzales, las retamas o cualquier vegetación arbustiva, el conejo ha escarbado un rústico nido y está a punto de traer la primera camada. Lo mismo ocurre con las liebres que han elaborado una teoría de cuevas en cualquier barranco... y la zorra.

En lo más intrincado del bosque también está a punto de llegar la gran camada de los jabalíes, en un lecho tapizado de hojarasca. En realidad, el jabalí aún no tiene mucho alimento en el campo, pero está a punto de iniciarse la estación productiva de la primavera. En estas épocas de abandono de cultivos y despoblación, el jabalí sigue creciendo; se acerca a los poblados y acude hasta los galpones donde el campesino guarda el tractor. Uno de sus placeres secretos es revolcarse en charcos de gasoleo o rascarse en la herramienta untuosa, que al parecer le sirve como lujoso y moderno desinfectante.

Y en la ciudad también se aprecia la primavera, no sólo en la explosión de color de los jardines, sino en las canciones de numerosas aves. Son canciones de amor, encaminadas a atraer o a serenar, cuando no de aviso. Es particularmente agradable escuchar en toda esta época a los ruiseñores. Allá donde haya un poco de agua y un grupo de chopos, se hallará uno, cantando sus magníficas armonías.

Y en la ciudad, el calor hace que vuelvan a surgir las cucarachas, las hormigas, los saltamontes... son los inconvenientes de la nueva climatología.

Por fortuna, llegada la primavera, todos los insectos asumen una creciente presencia. Serán suculentos banquetes de proteínas para los padres que están a punto de empezar a abastecer también a los nuevos recién nacidos, en jardines, tejados, campos o bosques.

Marzo ñalarzo, abril gueveril, mayo pajarayo.

La primavera se asoma ante el convento de Carmelinas(siglo XVII), en Cuenca. Foto guiarte. Copyright

La primavera se asoma ante el convento de Carmelinas(siglo XVII), en Cuenca. Foto guiarte. Copyright

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