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Ecuador, 9 de febrero de 2001
Los daños causados por el buque encallado cerca de la isla San Cristóbal, en archipiélago de Galápagos, a mediados de enero, tardarán en medirse con cierta exactitud al menos medio año, aunque otros -detectables a largo plazo- no se sabrán hasta dentro de dos o tres años.
En esta zona, territorio Patrimonio Natural de la UNESCO, el buque Jésica, con unos 970.000 litros de combustible, encalló el miércoles día 17 de enero, por un error del capitán. La mayor parte del combustible se salió de la embarcación. Diversas manchas se detectaron en las islas de Santa Fe, Santa Cruz, Isabela y Floreana.
Por suerte, en jornadas posteriores no ha habido que lamentar gravísimos daños, porque las corrientes han alejado la mayor parte de las manchas contaminantes. Esto no ha acabado con la preocupación de organizaciones ecologistas sobre las posibles secuelas del desastre.
El viejo buque encallado,47 años en servicio, de bandera ecuatoriana, no tenía condiciones idóneas para su tarea ni seguro contra la contaminación.
El accidente provocó una acentuada alarma en medios sensibles con la conservación de la naturaleza. Tras dos semanas de trabajos realizados por grupos ecuatorianos y estadounidenses, la crisis comenzó a remitir. Esta tarea se vio aliviada por las corrientes marinas que llevaron la mancha mar adentro. Ahora, la evaluación sistemática del daño ocasionado a corto plazo tardará seis meses, pero el estudio del impacto a un plazo mayor se efectuará en dos o tres años, según la Fundación Charles Darwin, encargada de la protección ambiental del archipiélago.
Según informa la agencia EFE, La historia del derrame no ha terminado. Pasará mucho tiempo antes de que se pueda saber de qué manera afectó al sistema ecológico de las islas, dijeron fuentes de la NASA.
Pájaros y mamíferos son los seres más visibles, pero sólo constituyen una pequeña parte del sistema ecológico. Las sustancias tóxicas para estos animales también lo son para los invertebrados y las algas, así como para los otros componentes de los sistemas acuáticos. Estos, así como el filoplancton acuático -elementos alimenticios de organismos y animales diversos- pueden ser claves en los daños futuros en el entorno de las Galápagos.
Satélites de la NASA vigilarán la situación ambiental en las islas. Los satélites observarán la presencia de los más pequeños organismos, primer eslabón de la cadena alimentaria en la fauna del archipiélago ecuatoriano
El trabajo de los satélites se hará mediante sensores especiales que darán a los científicos una idea de cómo responderán estos organismos a la crisis provocada por el derrame. Con un poder de resolución de un kilómetro cuadrado, los sensores medirán el color de las aguas que rodean las islas para determinar las concentraciones de clorofila y otros elementos de pigmentación: será un sistema novedoso en la medición de la calidad de las aguas de este espacio de interés especial
Un archipiélago emblemático
El archipiélago, que debe su nombre a las inmensas tortugas que lo habita, es uno de los principales puntos turísticos de Ecuador. Allí Charles Darwin desarrolló la teoría de la evolución de las especies. El naturalista inglés llegó a bordo del Beagle en 1835, y con sus observaciones elaboró la teoría de la evolución, arrumbando la vieja teoría creacionista, imperante entonces.
La zona es Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) pidió que se declaren las aguas alrededor de las islas Galápagos como área particularmente sensible para proteger esta zona del derrame de combustible del barco.
A juicio de los expertos del WWF, esta medida ayudaría a asegurar un nivel de protección mucho más alto para esta zona única en el mundo, donde viven unas 5.000 especies, de las que el 40 por ciento sólo existen en las islas.
El WWF resaltó especialmente el peligro que pueden correr dos especies costeras que sólo viven en estas islas, el pingüino de las Galápagos y el cuervo marino. Pero los daños pudieran afectar a otros elementos de la flora y de su rica fauna, en la que además hay iguanas, leones y lobos marinos, focas y gran variedad de aves: desde pingüinos hasta pájaros tropicales.
Geografía e historia del archipiélago Las islas Galápagos, cuyo nombre oficial es archipiélago Colón, están frente a la costa continental ecuatoriana, a 960 kilómetros al oeste de Guayaquil. Son seis islas, 42 islotes y algunos peñones, con superficie total de 809.900 hectáreas, 700.000 de ellas parque nacional. En torno al archipiélago, la reserva biológica se extiende por siete millones de hectáreas. Su paisaje es desolado, pero encierra un extraordinario valor biológico. Aquí han sobrevivido, aisladas, numerosas especies que se han extinguido en el resto del planeta y otras que han evolucionado de forma autóctona, asunto que sirvió para los trabajos de Darwin
El clima del archipiélago está afectado por dos corrientes marinas que determinan un clima muy cambiante: la de Humboldt, de aguas relativamente frías, y la del Niño, de aguas más cálidas. Pese a que las Islas se encuentran sobre la línea ecuatorial, las temperaturas varían por la influencia de estas corrientes marinas. Hay una estación fresca y seca, de mayo a diciembre, y otra calurosa y húmeda, de enero a abril.
Las Galápagos, aisladas en el océano, son un laboratorio natural para estudiar la evolución de los seres vivos: Fueron descubiertas en el año 1535, cuando el obispo Tomás de Berlanga, que viajaba hacia Perú, se desvió de la ruta y una corriente le llevo hasta las Islas Encantadas. Berlanga fue el primero en sorprenderse de que los animales no temiesen al ser humano. El hombre no los había cazado jamás y la fauna carecía de instinto de protección.
Viajeros ocasionales, piratas o balleneros causaron matanzas, aprovechando esta indefensión, e introdujeron animales domésticos perros, cerdos, ratas, cabras que dañaron el equilibrio ecológico.
Darwin hizo famoso el archipiélago con sus observaciones. Hoy lo habitan unas 10.000 personas, que viven de la pesca y del turismo. Por todo ello, el futuro de la zona depende de la conservación del ecosistema.
Este Parque Nacional ecuatoriano desde 1959, recibe unos 60.000 turistas al año, y los ingresos, junto a las ayudas de organizaciones internacionales, permiten su preservación.
Viajar a Galápagos Para acceder a las islas se hace una ruta aérea desde Quito o Guayaquil. La aerolínea ecuatoriana Tame viaja diariamente hasta la isla de Baltra. Viaje y entrada cuestan unos 400 dólares. Hay cupo anual para entradas al parque: Sólo se admiten 60.000 visitantes al año.
En las islas el viajero puede albergarse en algún hotel o acogerse a las visitas en naves, con lo que tiene lecho en la embarcación.
Hay programas de viajes que desde Europa ofrecen visita a la ciudad de Quito y a las Galápagos, por una suma algo mayor de las 300.000 pesetas, unos 1900 dólares.
Las características del lugar obligan al viajero a respetar a la naturaleza. No se deben introducir animales; no se debe viajar sin permiso para entrar en el parque natural; hay formalidades para el control de equipajes. Está prohibido dejar basura y molestar a los animales. Tampoco se puede fumar
Pagina de Tame, líneas aéreas ecuatoriana:
http://www.tame.com.ec/
Página de Iberia(vuelos a Ecuador desde buena parte del mundo)
http://www.iberia.es/
Web del Parque Natural
http://www4.parquegalapagos.org.ec/
Las islas Galápagos tienen una fauna excepcional, que debe ser conservada. Imágenes de la web del Parque Natural: www4.parquegalapagos.org.ec/
Iguana marina, una de las joyas de Galápagos.