El Florencia, la Galería de la Academia es uno de los museos más atractivos. Su visita no requiere un tiempo largo, pero allí hay un contenido fundamental para descubrir la obra de Miguel Ángel. Ahora, este centro ha vuelto a las primeras páginas de las publicaciones de arte, merced a una importante restauración del David.
Ya en la primera sala de la Galería se pueden ver obras de los siglos XV y XVI y, en el centro, una joya, la terracota de Juan de Bolonia, modelo del Rapto de las sabinas que se alberga en la loggia de la Signoría. En esta terracota se aprecia bien el magnífico movimiento helicoidal que dio Juan de Bolonia a la composición escultórica.
Luego el visitante pasa a la galería de Miguel Ángel. Lo primero que se ve son los cuatro esclavos destinado a una tumba papal que jamás se llegó a hacer. Las obras, sin terminar, sorprenden, porque de la piedra pesada parecen intentar salir, hercúleas, las figuras inacabadas. Un esbozo de San Mateo y una Pietá, también inacabada (y con obra de algún otro artista también) preceden al gigantesco David.
A sus 25 años de edad, Miguel Ángel rompió con los cánones del David clásico (hasta entonces menudo, con zamarra y zurrón). El David de Miguel Ángel es un Dios, un ser cargado de vida y deseo de victoria, con vigorosa musculatura, que se apoya en una pierna para impulsar la acción, una acción que se intuye en sus propias manos.
Ahora, el David de Miguel Ángel ha merecido una labor de remozamiento. Ese trabajo, de 5,5 toneladas de mármol, ha ganado en luminosidad, tras una minuciosa restauración con motivo de su 500 aniversario.
La limpieza de la obra maestra de Miguel Ángel y una de las esculturas más admiradas del mundo se dio por concluida, después de varios meses de trabajos, precedidos de una encendida polémica. Una intervención en "húmedo" para retirar el polvo, la cera, el yeso y otras impurezas detectadas en sesenta y un puntos de su gigantesca fisonomía ha ido apagando las voces más críticas, que temían que este método acabara blanqueando más de la cuenta al David.
La estatua, de 5,16 metros de altura, presenta ahora un aspecto más pulido y uniforme, en su habitual emplazamiento de la Galería de la Academia de Florencia, de donde no se ha movido para restaurarla. La intervención, hecha a la vista de las miles de personas que diariamente acuden a admirar una de las obras de arte más alabadas de la historia, la ha dirigido Cintia Parnigoni, que se mostró satisfecha y relajada, al anunciar la culminación del trabajo.
Todas las controversias que en su día suscitó la limpieza del David han acabado diluyéndose y los críticos más furibundos, como el profesor de arte neoyorquino James Beck, fundador de Artwatch International, han moderado sus posiciones. Beck lanzó la alarma hace un año, con un llamamiento en contra de la intervención, del que se hizo eco en portada el New York Times y al que pronto se sumaron diversos expertos italianos y extranjeros.
Ese alarmismo caía sobre terreno abonado, ya que las diferencias sobre la restauración del David eran notorias en Italia, donde en marzo de 2003 había dimitido la responsable de los trabajos, Agnese Parronchi, defensora de una limpieza "en seco". Con el tiempo, todo se serenó, y ahora el daviz se apresta a cumplir “guapo” su medio milenio de existencia.
Artemio Artigas