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Matisse y los libros

“No hago distinciones entre la elaboración de un libro y de un cuadro”, escribió en 1946 Matisse, artista que a lo largo de veinticinco años (1930-1954) alternó su obra pictórica con la creación de libros de tirada limitada que forman un conjunto con personalidad propia.

La Fundación “la Caixa” reúne en Girona, Cataluña, los libros que Matisse ilustró para autores como Baudelaire y Mallarmé. Es la exposición: “Matisse. Los libros ilustrados”.

Matisse es uno de los grandes pintores que brilló en el panorama pictórico de la primera mitad del siglo XX. Nacido en 1969, no decidió dedicarse a la pintura hasta 1891, y luego tuvo una formación lenta. Se inció en el impresionismo, pero recibió la influencia de Cezanne y se dedicó a los bodegones y paisajes de una estructura claramente definida y amplios planos de color en los que se pronto se anunció el fauvismo.

Visitó en 1906 Argelia y a su regreso trajo el entusiasmo por lo exótico y lo africano; un entusiasmo que le llevaría a realizar nuevos viajes hacia el continente y le modificaría su concepción de la luz y el color.

A medida que transcurrió su carrera fue centrándose en los colores planos; simplificó sus planos y se interesó por la definición de sus trabajos sobre la base de la línea y el color.

UN LIBRO CON EL COLOR DE MATISSE.

“Sueño con un libro sobre el color Matisse”, Le dijo un día de agosto de 1940 el editor Tériade a Matisse; años después veía la luz “Jazz”, un libro de artista increíblemente alegre pese al turbulento período histórico en el que nació(la Segunda Guerra Mundial), fruto de la gran obstinación entre el pintor y su editor. El resultado fue espectacular: imágenes inspiradas en el circo, los viajes y los cuentos populares, pintadas con gouache, recortadas y combinadas en un conjunto de una belleza exuberante, acompañadas de un texto con caligrafía del propio pintor que recoge observaciones y anotaciones de su vida.

La exposición Matisse. Los libros ilustrados presenta ocho de estas obras maestras, procedentes de varios museos y colecciones privadas, apenas conocidas por el gran público. La elección de los escritores revela unos gustos literarios refinados y eclécticos: las cartas de amor místico de la monja portuguesa Marianna Alcaforado; los clásicos de la modernidad Charles Baudelaire y Stéphane Mallarmé; los grandes clásicos de la tradición francesa Charles d´Orléans y Pierre de Ronsard, y sus contemporáneos Henry de Montherlant y Georges Duthuit. La muestra está comisariada por Susanne Kudielka, y es visitable del 30 de abril al 25 de julio de 2004.

TRANSFORMAR LA IDEA DEL LIBRO.

La mayoría de los grandes artistas del siglo XX compaginaron su obra pictórica o escultórica con la creación de unos volúmenes impresos que, por su originalidad y rotunda belleza plástica, transformaron la idea que se tenía del libro. Henri Matisse (1869-1954) no fue una excepción. En 1939, como consecuencia de un encargo del editor Albert Skira, ilustró una edición de los poemas de Stéphane Mallarmé. La experiencia representó el descubrimiento de un nuevo medio de expresión.

Desde entonces y hasta su muerte, Matisse creó varios libros de artista, que forman un conjunto con personalidad propia dentro de su trayectoria. El artista no se limita a ilustrar poemas, cartas y fragmentos de dramas; parte de la afinidad con el escritor para crear una obra de arte total, donde texto e imagen se entrelazan en una secuencia de gran sobriedad y fuerza expresiva.

A diferencia de otros dibujantes y pintores, Matisse no se limitaba a entregar al editor su material gráfico, sino que asumía él mismo la creación del libro, responsabilizándose de sus más mínimos detalles. Para las diferentes pruebas de ordenación de los textos y las ilustraciones en cada una de las páginas utilizaba las maquetas que él mismo fabricaba. Estas maquetas, además de la elección y la secuencia de textos e ilustraciones (en bocetos a lápiz o en color), contenían también, en ocasiones, instrucciones precisas para la impresión del libro.

El artista trabajó con varias técnicas (litografía, linograbado, aguafuerte y pochoir), buscando la sencillez del trazo, único, lineal, casi caligráfico. Desnudo y sintético cuando ilustra a Mallarmé, busca efectos que subrayen el drama de Pasifae en la obra de Montherlant mediante el linograbado, que permite obtener unas cautivadoras imágenes en negativo. En los poemas de Charles d´Orléans y de Ronsard juega con el rostro y con los elementos florales, a partir de un movimiento directo, que nunca perfecciona ni critica.

Uno de los atractivos de la exposición es poder contemplar Jazz, el libro que Matisse realizó en 1947 para el editor Tériade y que representa una apoteosis del color. Matisse pinta con gouache, utilizando la misma paleta de sus pinturas al óleo, y recorta los papeles coloreados para conseguir composiciones de un gran impacto visual. "Estas imágenes de tonos vivos y violentos proceden de cristalizaciones de recuerdos de circo, de cuentos populares o de viajes. He hecho estas páginas caligrafiadas para suavizar las reacciones simultáneas de mis improvisaciones cromáticas y rítmicas; estas páginas forman una especie de ‘fondo sonoro’ que las transporta y las envuelve.”

La exposición Matisse. Los libros ilustrados, que se ha podido llevar a cabo gracias al apoyo de la Sucesión H. Matisse, reúne los siguientes ocho libros de artista:

Poésies, de Stéphane Mallarmé – 1932.

En 1930, tras un viaje a Tahití, Matisse comenzó a trabajar en su primer libro: las poesías de Stéphane Mallarmé (1842-1898). A diferencia de su obra pictórica, tocada de lleno por la luz y los colores del trópico, Matisse busca la esencia: aguafuertes de trazo fino y regular, sin sombreados, que se distribuyen por toda la hoja y que dialogan con el texto, que ocupa la página de la derecha. La huella de Tahití se intuye a partir de la voluptuosidad con que trata sus figuras.

Pasiphaé, Chant de Minos, de Henry de Montherlant – 1944.

En 1928, el escritor Henry de Montherlant (1895-1972) escribió una nueva versión del mito de Pasifae. En 1940, tras una serie de sesiones para realizar el retrato del escritor, Matisse aceptó ilustrar el libro. Seleccionó una serie de fragmentos y los desarrolló plásticamente. Mediante la técnica del linóleo, que permite obtener imágenes en negativo, consiguió efectos de gran dramatismo.

Lettres, de Marianna Alcaforado – 1946.

Las cartas de amor que la monja portuguesa Marianna Alcaforado dirigió al caballero de Chamilly constituyen uno de los más bellos epistolarios amorosos de todos los tiempos. Las ilustraciones representan a la novicia en tonos marrones. Las diferentes letras están decoradas con frutas y flores en una celebración de la pasión y de la vida.

Les fleurs du mal, de Charles Baudelaire – 1947.

Matisse fue un gran lector de las obras de Charles Baudelaire. El proyecto de ilustrar este libro se remonta a 1930, cuando Matisse trabajaba en las Poésies de Mallarmé. Finalmente, en 1947, la Bibliothèque Française publicó una selección de poemas, ilustrados con diversos retratos femeninos y masculinos, entre los que destacan el retrato del poeta y el de un hombre que se asemeja a Matisse.

Jazz, de Henri Matisse – 1947.

El editor Tériade le propuso en 1940 hacer un libro “sobre el color Matisse”, un “manuscrito de pintura” moderna que recupere el antiguo esplendor de las iluminaciones medievales. El libro tarda en hacerse realidad siete años. El resultado es espectacular: imágenes inspiradas en el circo, los viajes y los cuentos populares. El texto, con caligrafía del mismo Matisse, recoge observaciones y notas de su vida de pintor.

Florilège des amours, de Pierre de Ronsard – 1948.

Para Pierre de Ronsard (1524-1585), la poesía es el resultado de una inspiración divina que el poeta contribuye a fijar a través de la cultura humanística y de una técnica elaborada. Matisse descubrió en él un alma gemela. Las 26 litografías que realizó para ilustrar una selección de 56 poemas de los Amours recrean la exuberancia de la naturaleza, la voluptuosidad de los placeres y la pasión por la vida.

Poèmes, de Charles d´Orléans – 1950.

Mientras trabajaba en las ilustraciones de los Amours de Ronsard, Matisse se empezó a interesar por los rondeles, las baladas y las canciones de uno de sus predecesores más ilustres, el trovador Charles d´Orléans (1394-1465). Hizo una selección de los poemas, los escribió a mano, con lápiz negro, rodeados de cenefas de colores, realizó el retrato del autor a partir de las imágenes de otros miembros de su familia y compuso 48 fotolitografías a partir de diferentes variaciones del tema de la flor de lis, símbolo de la monarquía francesa.

Une fête en Cimmérie, de Georges Duthuit – 1963.

En 1947, la hija de Matisse, Marguerite, y su marido, el escritor y crítico de arte Georges Duthuit, decidieron iniciar una colección de libros dedicados a las fiestas rituales. Un ensayo poético de Duthuit sobre los indios inuit de Canadá, debía iniciar la serie. La edición tardó quince años en ver la luz. Matisse creó 31 litografías que representan el punto de encuentro entre su manera de entender el arte, los retratos y las máscaras de los inuit, conocidos a través de la documentación etnográfica.

Stéphane Mallarmé. Poesías, 1932. © Sucesión H. Matisse / VEGAP. S.Schneider, Photoatelier der Schweizer Landersbibliothek, Berna. Exposición Matisse. Los libros ilustradosFundación “la Caixa”

Stéphane Mallarmé. Poesías, 1932. © Sucesión H. Matisse / VEGAP. S.Schneider, Photoatelier der Schweizer Landersbibliothek, Berna. Exposición Matisse. Los libros ilustradosFundación “la Caixa”

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