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Boticelli en Florencia

Ver Boticelli en Florencia

En Florencia se presenta una bella exposición titulada “Botticelli y Filippino Lippi, La inquietud y la gracia en la pintura florentina del Quattrocento”, en la que se revive el arte florentino del siglo XV.

La capital toscana es la maravilla del renacimiento; el lugar donde se hallan las huellas de personajes como Dante, Botticelli o Miguel Ángel, y miles de obras de aquellos hombres que en el tramo final de la Edad Media impulsaron el desarrollo del hombre y realizaron algunas de las más bellas creaciones artísticas de todos los tiempos.

Florencia es eternidad y arte. Dante, Cimabue, Giotto, Fra Angélico, Ghirlandaio, Leonardo da Vinci, Perugino, Boticelli, Rafael, Ghiberti, Donatello, Brunelleschi, Juan de Bolonia, Miguel Angel, Cellini... y un sinfín de otros grandes de la cultura, se hallan en este ambiente donde se unen los mundos clásicos y modernos, los civiles y religiosos, para generar un espacio único, irrepetible.

Una exposición confronta por primera vez en Florencia la obra de dos de los grandes artistas del Renacimiento, el maestro Sandro Botticelli (1445-1510) y su aventajado alumno Filippino Lippi (1457-1504). La muestra cuenta con un seguro récord de 500 millones de euros y reúne 60 cuadros procedentes de museos de medio mundo en un marco a su medida, Palazzo Strozzi, lugar que durante su vida frecuentaron los dos pintores.

En ese particular ambiente se pueden admirar hasta el próximo 11 de julio todos los periodos creativos de un artista de culto como Botticelli a través de 30 obras, 13 más de las que recientemente se exhibieron en París. Es una ocasión única, habida cuenta del número limitado de obras de este pintor de la belleza dulce y lánguida.

Al visitante que llegue a Florencia, además, le queda la posibilidad de ampliar horizontes y acercarse a la Galería de los Ufizzi, donde cuelgan las creaciones más emblemáticas de este autor, "El Nacimiento de Venus" y "La Primavera". Con ello –se dice- el turista habrá visto más del 90 por ciento de las obras del pintor.

Pero la exposición de Palazzo Strozzi no tiene sólo como objetivo mostrar la trayectoria de Botticelli, sino también situarle frente a Filippino Lippi para dejar patente lo que sostienen desde hace tiempo los expertos: que el alumno estuvo a la altura del maestro.

Filippino Lippi, hijo de otro de los referentes fundamentales del arte renacentista, fray Filippo Lippi -con quien precisamente se formó Botticelli- gozó en vida de más fama que su mentor, que murió un tanto en el olvido.

Quinientos años después, ambos –Boticelli y Filipino Lippi- son estrellas que en buena medida quedaron eclipsadas por el fulgor de las de Miguel Angel, Rafael y Leonardo.

Sólo Boticelli ha recuperado fama por sus mitologías y sus desnudos, y especialmente merced a ese cuadro del Nacimiento de Venus (Galería de los Ufizzi), en el que presenta a la diosa del amor naciendo de las espumas del mar. Bastante menos conocida es la obra de Filippino.

Para poner en su lugar el talento del hijo de Filippo Lippi y la monja Lucrezia Buti, y conmemorar de paso el quinto centenario de su muerte, nada mejor que esta exposición, que sitúa su lirismo poético en un plano de igualdad con el de su maestro, como subrayó Antonio Paolucci, superintendente de los museos florentinos.

El recorrido de Palazzo Strozzi tiene un sentido temático, que parte de escenas sacras y profanas, con dos pinturas al temple procedentes del museo español de El Prado, en las que Botticelli ilustra a Boccaccio y su historia de Nastagio degli Onesti. Santos, Angeles y Vírgenes dejan entrever influencias y recursos, como el uso particular de la perspectiva en sendos bellos ejemplos de Anunciaciones, o el refinado toque de candor que caracteriza a las respectivas "Madonne".

Sandro Botticelli, empeñado en una gran empresa de síntesis con la pintura flamenca, es particularmente conocido por sus alegorías, de las que la exposición Florencia acoge algunas tan relevantes como "Calumnia" o "Minerva y el centauro", de los Ufizzi.

La réplica en este terreno se la da Filippino Lippi con la "Alegoría del Amor", muy cercana al espíritu de la célebre "Primavera" botticelliana, en la que se representa el poder mágico de un unicornio que purifica el amor de una pareja de ciervos.

En los manuales de arte se cita a Botticelli como uno de los primeros grandes maestros italianos del retrato y en la muestra da prueba de ello la mirada lánguida y el aspecto reflexivo de su conocido "Hombre con medalla de Cosimo el Viejo".

Los retratos de Fillipino, que se separó de su maestro acentuando la vena sentimental y melancólica, denotan la misma atención por la psicología de los personajes y en Palazzo Strozzi lo demuestra su "Músico" llegado desde Dublín.

Mención aparte en el recorrido merece el espacio dedicado a ilustrar la relación de los dos pintores con el fraile predicador dominico Girolamo Savonarola (1452-1498), reformador de las costumbres y el clero, condenado por herejía a la hoguera.

Las enseñanzas de paz, armonía y apocalipsis de Savonarola se reflejan en el único cuadro firmado y datado por Botticelli, "La Navidad Mística", de la National Galery de Londres, asegurado en la exposición en 55 millones de euros.

Filippino también trabajó, como su maestro, para seguidores del fraile dominicano, entre ellos el poderoso Franceso Valori, para quien pintó una María Magdalena y un San Juan Bautista atravesados por un arrebato espiritual y un ansia de penitencia.

Botticeli y Filippino Lippi, maestro y alumno, grandes ambos del Renacimiento, se miran por primera vez frente a frente a través de sus obras quinientos años después, en el despertar de otra primavera florentina. En el título de la exposición se alude a la “gracia” por la exquisitez artística del momento florentino, e “inquietud” por la sombra apocalíptica que Savonarola arrojó sobre la ciudad. Estética e historia juntas en una magnífica muestra.

Tomás Alvarez

Sandro Botticelli.  Il ritorno di Giuditta a Betulia.  Tempera su tavola, 31 x 25 cm.  Firenze, Galleria degli Uffizi.  1470 ca.

Sandro Botticelli. Il ritorno di Giuditta a Betulia. Tempera su tavola, 31 x 25 cm. Firenze, Galleria degli Uffizi. 1470 ca.

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