El Zurbarán valenciano.
Por Tomás Alvarez
En Nueva York se puede contemplar en la actualidad una excelente exposición que se centra en una gran figura de la “Escuela Valenciana” del barroco: Jerónimo Jacinto de Espinosa.
Espinosa no tiene la fama que merece su calidad y esto obedece a una razón lógica. El pintor Ribera nació en 1591; Zurbarán en el 1598; Velázquez en el 1599 y Alonso Cano en el 1601. No es extraño que ante tal pléyade de genios de la pintura hayan quedado oscurecidas autenticas figuras de primer orden de aquella época. Entre éstas se halla el pintor valenciano.
Jerónimo Jacinto de Espinosa nació en el año 1600 en Cocentaina (Alicante, España) y fue un pintor emblemático de la escuela barroca valenciana del siglo XVII. En el 2000 se cumplieron cuatrocientos años de su natalicio y con tal motivo el Gobierno Valenciano ha puesto en marcha una serie de iniciativas, tendentes a difundir la obra de este magnífico artista.
Recientemente, La responsable de Promoción Cultural de la Generalitat Valenciana, Consuelo Ciscar, inauguró una exposición de Jerónimo Jacinto de Espinosa en el Spanish Institute de Nueva York. La muestra se exhibe hasta el próximo día 31 de Enero.
En la ciudad de los rascacielos se presenta un conjunto de veintiuna obras realizadas en técnica de óleo sobre lienzo del pintor valenciano, en su mayoría perteneciente a las colecciones del Museo de Bellas Artes de Valencia.
Esta exposición, con carácter itinerante, que ya fue exhibida anteriormente en los Museos de Bellas Artes de Valencia, Castellón y Alicante y en la Academia de España en Roma (2000), constituye una muestra singular de la obra de uno de los grandes artistas plásticos del Barroco español, auténtica joya de la llamada “escuela Valenciana”.
Jerónimo Jacinto de Espinosa nació en Cocentaina (Alicante), en 1600. Hijo de Jerónimo Rodríguez de Espinosa, pintor de origen leonés. Aprendió a pintar en el taller paterno. Corrobora la afirmación anterior el hecho de que se conozca una tabla que realizó el muchacho cuando estaba en torno a los doce años, “El nacimiento de un santo”, muy emparentada con una de las escasas obras que han llegado de su progenitor: “El nacimiento de San Juan Bautista”, del Museo catedralicio de Valencia.
Trasladado a Valencia en 1616, se inscribió en el Colegio de Pintores de la Ciudad donde tomó contacto con Francisco Ribalta, del que recibió una influencia decisiva. Es más, algunas obras de Espinosa han sido atribuidas alguna vez a Ribalta, maestro de la “Escuela Valenciana”.
En 1622 contrajo matrimonio con la hija de un pintor de la ciudad e inició una época con abundante producción pictórica, en la que conoció una vida acomodada. Muerto Ribalta, Espinosa pasó a ser considerado como el gran pintor valenciano.
Hay una gran laguna sobre su vida desde 1641 a 1647. Los especialistas sostienen que pudo viajar a Madrid y –especialmente- a Sevilla, donde estaban las otras dos grandes escuelas del barroco. De hecho, a partir de esta fecha se detectan considerables coincidencias con la obra de Zurbarán.
En el periodo posterior se documenta su notable actividad, que finalizó en febrero de 1667. El 20 de febrero hizo testamento, pidiendo ser enterrado con la menor pompa posible. Al día siguiente recibió sepultura en el convento de Santo Domingo, de Valencia.
Su biografía tiene los datos relativos a una personalidad tranquila, amante de la familia y de gran devoción religiosa.
La obra.
La obra del pintor es abundante y en ocasiones desigual, lo que ha sido atribuido al hecho de que contaba con taller propio, en el que debieron trabajar diversos ayudantes.
Por encima de todo, hay que apuntar que su estilo no sufrió grandes transformaciones a lo largo de su vida, en parte debido a su tradicional permanencia en la ciudad de Valencia, donde debió estar relativamente ajeno a las innovaciones estilísticas de su época.
Es evidente la influencia de Ribalta en su formación. Ese estilo se manifiesta en su naturalismo, esquemas compositivos e interpretación de los personajes. También se aprecian influencias de otros primitivos valencianos como Juan de Juanes.
Es innegable una influencia Zurbarán, a partir de los años cuarenta, cuando se modificó el estilo anterior, en parte, haciendo las obras más verticales y con planos divididos por líneas paralelas horizontales; con el recurso habitual de plantear abajo el plano terrenal, y sobre él la Gloria. Es también un pintor de frailes, aspecto coincidente con Zurbarán
Cabe destacar su realismo, el gusto por los tonos terrosos y rojizos; su enorme capacidad para el retrato y su pincel fluido y exacto. Otro aspecto técnico es que preparaba el lienzo con una capa de cola, otra de aceite de linaza y almagre, lo que facilitaba el tono cálido de la obra. Pero –por desgracia- la dureza y sequedad de la preparación ha facilitado el desprendimiento del color y los desconchones.
Parte de su extensa producción se ha perdido, pero aún se conservan numerosas obras en parroquias, conventos y colecciones particulares de Valencia, Madrid, Barcelona y Nueva York. La ciudad de Valencia posee numerosas obras de este pintor en su catedral, Universidad, iglesias de Santo Tomás, San Felipe Neri, San Andrés y San Nicolás.
Con motivo de la exposición de Nueva York se ha editado un excelente catálogo en el que resaltan los textos de Alfonso E. Pérez Sánchez, quien hace un pormenorizado estudio de la vida y la obra de este gran artista y de su huella que pervivió largo tiempo en la pintura valenciana.
Sacrificio de Isaac Jerónimo Jacinto de Espinosa.
La Magdalena penitente. Jerónimo Jacinto de Espinosa.