El Quijote y los artistas gráficos
Unas décadas después de ser escrito El Quijote, las figuras del ingenioso hidalgo y su panzudo escudero ya estaban siendo reproducidas hasta en lugares tan lejanos como Inglaterra o China.
Y es que el libro de Miguel de Cervantes es, probablemente, la obra literaria que más ha despertado la imaginación de los artistas gráficos de todos los tiempos. La trascendencia del tema se comprueba en la muestra que han organizado el Museo del Prado y la Real Academia de bellas artes de San Fernando(Madrid), junto con la Hispanic Society of América(Nueva York) y que se refiere a la interpretación del Quijote desde su primera edición hasta la llegada del siglo XX.
El hidalgo y su escudero pronto fueron personajes populares. En 1605 –año de la primera edición- ya eran figuras de una procesión celebrada en Valladolid y poco después aparecieron en actos y estampas en otros puntos de España, Europa y en Nuevo Mundo. En muchos casos, la nobleza adornó sus mansiones con tapices alusivos, como hizo María de Médicis en 1640 en su castillo de Cheverny.
En 1605 ya apareció en Lisboa la primera edición con un caballero y su escudero en la portada, aunque las estampas características del Quijote se iniciaron en 1618 en la edición londinense.
En el catálogo de la exposición se cita que entre 1725 y 1750, cuatro artistas de países distantes más de 10.000 kilómetros observaban las mismas estampas. Estaban grabadas a partir de los dibujos del francés Charles-Antoine Coypel y se habían realizado para representar las aventuras del hidalgo en unas tapicerías del rey galo Luis XV. Dos de los artistas que reinterpretaban las escenas estaban en Londres(1725) y los otros dos en China, uno en Kangxi (1735) y otro en cantón(hacia 1750).
Los cuatro trabajaban por encargo. Los ingleses a petición del editor Tonson y del político Lord Carteret. Eran John Vanderbank y William Hogarth. Los chinos decoraban vajillas. Se desconoce el nombre de estos últimos.
Multitud de artistas, especialmente grabadores, reinterpretaron esas imágenes, que enriquecieron las sucesivas ediciones del Quijote (la primera fue de 1605), adornando un libro que pronto se convirtió en el referente básico de la novela moderna. En la obra ya se marcan las líneas físicas de los personajes. El ingenioso hidalgo “de complexión recia, seco de carnes y enjuto de rostro”, y su compañero de aventuras y desventuras con “barriga grande, el talle corto y las zancas largas”, definiciones que han servido tanto para los ilustradores como para las propias versiones cinematográficas.
Esas ilustraciones se han realizado durante cientos de años, y –consecuentemente- vienen teñidas de las tendencias de cada época. Barroco, romanticismo o realismo influyeron directamente en los ilustradores de cada tiempo.
Aunque desde el Renacimiento, la ilustración de textos se valoró como algo secundario en la edición, la calidad de la obra realizada en torno a Don Quijote es tan inmensa como excepcional. En ella no sólo se ven las novedades estilísticas de cada época, sino la interpretación literaria del texto.
El Quijote ha sido interpretado de forma distinta en cada época. El hidalgo manchego era un hombre que después de atiborrarse de libros de caballería, sale al mundo como caballero andante, encontrándose con que no hay en el mundo caballeros andantes, ni princesas...
Esa brutal sátira contra los libros de caballería ha sido interpretada desde distintos puntos. Unos ven una crítica de costumbres; otros la lucha fracasada del idealista; algunos la ruina de un imperio; otros más una novela burlesca, cómica.
Y la interpretación de la imagen depende del juicio literario. Hay versiones de Don Quijote como figura cómica que promueve a la risa; otros exaltan la nobleza; los románticos el aspecto visionario. Si el caballero es frágil, su lucha genera patetismo, simpatía y conmiseración; cuando se hace más imponente se transforma en grotesca...
La muestra permite ver obra de Jacques Lagniet, Jerome David, Charles Antoine Coypel, John Vanderbank. William Hogarth, Daniel Chodowieki, Antonio Carnicero, Francisco de Goya, Luis Paret, Jean Honoré Fragonard, Robert Smirke, Gustavo Doré, Adolphe Lalauze, Ricardo de los Ríos, Gottfried Franz y otros.
En la exposición se reunen un total de 210 piezas. El ochenta por ciento de las obras se muestran por primera vez y la mayoría proceden de la Hispanic Society of America
Estampas, dibujos, pruebas de estado, láminas de cobre, pinturas y hasta un plato de porcelana realizado en China, conforman la doble muestra compuesta en su mayoría por obras procedentes de la colección del ingles Henry Spencer Ashbee.
Entre las importantes obras mostradas en el Prado se encuentra la primera edición de 1605, en la que se muestra a Don Quijote como caballero andante, y las realizadas en Francia, donde destacan los extraordinarios dibujos de Jerome David, que se muestran por primera vez, o los de Charles-Antoine Coypel, cuya obra se difundió por el mundo entero.
La primera edición de lujo editada en Inglaterra junto a numerosas estampas de William Hogarthd y otros artistas profundizan en las ilustraciones del Quijote en Inglaterra.
La exposición está comisariada por Patrick Lenhaghan, conservador de la Hispanic Society of America,; José Manuel matilla, del Museo del Prado, u Javier Blas, de Calcografía Nacional, Madrid.
Tomás Alvarez.