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El muro de Barbi

Jorge Barbi es uno de los sólidos artistas españoles de la actualidad, un artista que ha rebasado ya la cincuentena. Ahora acaba de presentar una estupenda obra en el centro de arte Patio Herreriano, de Valladolid.

Barbi trabaja calladamente, solitario, en un extremo de la Península Ibérica, con un gran vigor creativo en el que late la poesía y la naturaleza. Es Цsin duda- uno de los máximos exponentes del land-art hispano.

Vive al lado del mar, en una costa solitaria, por la que peregrina muchas tardes buscando desechos del océano, desechos que ennoblece elevándolos a la categoría de arte. Su última obra es el muro de Planck y acaba de presentarla en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, una de las principales instituciones dedicadas al arte contemporáneo español.

Los directivos del centro Цun viejo convento- le llevaron un día a la capilla del mismo y le pidieron que diseñara una composición para aquel espacio.

Los restos de la capilla conventual muestran la clásica estructura de los templos medievales. Pero en el fondo de la misma, donde antaño tuvo que estar el altar, no hay un ábside, sino un muro plano que parece ocultar una hipotética mayor profundidad de la nave. Ese muro excesivo, obsesivo, se transformó para Barbi en el motivo de la composición; en la propia composición.

Barbi pensó en Planck, fundador de la física cuántica. El mundo de lo que se puede cuantificar tiene un límite preciso. Ese punto, material y temporal, se encuentra en el tiempo y hacia atrás, en la parte de un segundo que se expresa con el número diez con exponente menos 43; con un número 1 que tiene a la izquierda 42 ceros precedidos del punto decimal: 0,0000000000000000000000000000000000000000001.

Max Planck fue el primero en señalar que la ciencia es incapaz de explicar el comportamiento de los átomos cuando la fuerza de gravedad llega a ser extrema. Hay una barrera infranqueable en las investigaciones, que está marcada por el 10 elevado a menos 42.

En el espacio que forman los viejos muro de la capilla, la presencia del muro de cabecera es dominante. "Sus fragmentos, ahora desprovistos de función, se nos presentan con la apariencia de un decorado inerte pero formado por las mismas piedras que arroparon una certeza. Esa cabecera que acogió símbolos y miradas fue contemplada como una ventana transparente, donde la certeza absoluta hace innecesarias las preguntas sobre el origen", dice Barbi.

El artista Цvisto el recinto- optó por la solución simple y genial. Primero cubrió la piedra de la cabecera con un papel japonés que permite seguir detectando todas las rugosidades del muro, y luego lo pintó, uniformemente, de purpurina.

De esta forma, en el ámbito vacío del antaño recinto sagrado, queda el número de Planck, con su legión de ceros dorados, en posición perpendicular al muro de cabecera de la capilla, un muro que refulge en oro, transmitiendo una evocación poética de lo que no está allí; un mundo de dioses, estatuas doradas, y vestimentas litúrgicas. En el casi vacío absoluto de la capilla, Barbi hace que el espectador sitúe mundos, espacios y tiempos varios, separados sólo por una fina capa de purpurina.

¿Quién en Barbi?

En 1989, un poblador de ese territorio costero gallego le enseñó al artista un tronco alargado que había recogido de la playa. Lo había visto durante varios años semienterrado en la arena hasta que un día decidió sacarlo para entregárselo al fuego. Barbi tomó el leño, de formas pulidas por el tiempo y las aguas, y lo recubrió de chapas de plomo. Hoy es una obra de arte. Se titula "Fin de Trayecto". Es una típica obra del autor

Jorge Barbi es gallego, nació en La Guardia, en 1950.

La Guardia es un lugar propicio al mito, donde se junta el vigor de la historia y la naturaleza. Está a la desembocadura del río Miño, al pie de un cerro donde pervive un magnífico poblado prehistórico celta ЦSanta Tecla- cuyas piedras tienen vigor y geometría. En la cima del cerro la naturaleza nos habla en todos los idiomas. Sopla el viento. Mirando al oeste se ve el avance zigzagueante del Miño a su encuentro con el agua salada del Atlántico. A una orilla de la corriente, las tierras de España, a otra, Portugal. Hacia el Oeste las bravas aguas del Océano que se pierden en un infinito punteado de barcos.

Este territorio que habla de historia, naturaleza e infinitos fue el marco en el Barbi creció y se desarrolló, y el marco en el que crea y piensa. Fue de joven a Madrid, pero dejó la gran ciudad para volver al reencuentro con esa tierra magnética.

Ya en la década de los ochenta empezó a participar en muestras colectivas. Pero se fue especializando en realizaciones donde se reinterpreta la naturaleza: Lo mismo realiza un soberbio caballo modelado en estiércol de caballo que corta una vara de avellano Цlarga y recta- en los Pirineos, para traerla a Galicia y colocarla encima de un reguero como puente para miriápodos.

Sobre los troncos, sobre esferas u otros elementos escribe mensajes indescifrables, como un indicador para cruce de caminos y parajes abiertos, en cuya parte superior hay cuatro aspas de metacrilato transparente y fragmentos de letras. Sólo cuando el viento pasa a gran velocidad permitirá leer: A donde tu me lleves". Esos mensajes son además abiertos, para que el espectador prosiga su búsqueda. En una esfera hay una serie de puntos como una extraña escritura. Se trata de un texto que habla del tiempo, pero que sólo podría ser leído correctamente por un hipotético espectador que estuviera en el interior de la esfera.

En el Centro Gallego de Arte Contemporáneo presentó el interior de un dado. Un espacio que incluía otro pequeño cubo transparente con una maqueta exacta de lo anterior y una figura en la que el espectador se ve reflejado. Según explicó el artista en la presentación, para la obra, utilizó elementos simples para "dejar a solas al espectador consigo mismo en un espacio del arte donde siempre será necesaria su intervención activa para que exista".

La realización de esa obra impecable fue comprometida sin honorarios, con la contrapartida de que el Centro de Arte editaria un libro- antología de su obra. Cuando estaba el libro en edición destituyeron a la directora de la institución y quienes vinieron detrás paralizaron todas las iniciativas. Barbi recuerda el esfuerzo inútil en la elaboración del libro y la desconsideración profesional con que todavia se trata la actividad de un artista en medios que se nutren de su trabajo,"como si las obras que acoge un museo, en vez de ser conformadoras de la esencia del centro fueran simples elementos que ocupan lugar y tiempo, sustituibles por cualquier otro, como el contenido de un escaparate de grandes almacenes".

El land art

Roto el tradicional enfoque del arte, proveniente de la época del Renacimiento, en el último siglo se han buscado nuevas vías y expresiones artísticas cambiando materiales, medios, lenguajes y significados. El arte mudó de significación. Ya un es sólo arte la obra pictórica o escultórica que refleja fielmente un modelo o la airosa portada monumental. Ahora, el arte es otra cosa.

Artur C. Danto define que "lo que hace de algo una obra de arte es el hecho de que encarna, tal como una acción humana encarna un pensamiento, algo de lo que no podríamos formarnos un concepto sin los objetos que transmiten su alma".

Y en esa nueva visión, uno de los campos donde el hombre ha buscado fue en la naturaleza; primero trabajando directamente en ella, como los impresionistas, luego, directamente, buscando nuevas experiencias directas de la relación hombre-entorno.

Durante el último tramo del siglo XX, numerosos artistas, en especial japoneses, norteamericanos y europeos, comenzaron a elaborar obras de arte a partir del medio natural. El paisaje es así soporte o materia de la obra. Muchas veces el artista realiza innovaciones en lugares poco accesibles, fuera de la mirada de la masa. Generalmente ese arte incluye entre los supuestos el valor efímero de los materiales. Filmaciones, fotografías y bocetos son testigos de aquellas manifestaciones o realizaciones, y se presentan así en centros de arte o ferias.

La llegada de Barbi al Land art se produjo después de su estancia en Madrid para completar estudios. En un momento en que su situación era ya insostenible en la capital de España,vuelve a La Guardia y se instala cerca de la costa rocosa. Empezó encontrando objetos que fue recogiendo. Primero los dibujaba, luego los empezó a ensamblar hasta elaborar una galería de figuras esquemáticas... Algunos críticos deducían que había una veta mironiana en sus trabajos, pero Barbi sólo ve la veta de la naturaleza, el territorio, que está ahí aún antes de la historia y el mito.

La playa, el campo, los bosques, los roquedos, los prados le dan motivos para trabajo e investigación. Recuerda que ya en la infancia,antes de nada, descubrió al territorio sin aditivos. A lo largo de su vida lo ha ido explorando y buscando significados.

Y no quiere dar definiciones de Arte, " ya hay muchas catalogadas". Ha trabajado en lo que hace como el resultado natural de "una forma de estar"...y sobrevive en ese ambiguo medio, como él dice con ironía "más que con valor, con resignación cristiana".

Tomas Alvarez

El Muro de Planck, de Barbi. Imagen de Patio Herreriano.

El Muro de Planck, de Barbi. Imagen de Patio Herreriano.

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