Hace cien años que Paul Gauguin murió en las tierras de Polinesia. Fue un pintor incomprendido, pero que tuvo gran importancia en la pintura moderna. En el final del siglo XIX, rompió con la vibración de la pintura impresionista y llenó sus cuadros de colores planos, anticipando lo que luego harían otros pintores; también fue un maestro para el grupo de los nabis.
Con motivo del centenario, el Grand Palais de París presenta una gran exposición sobre la obra de este eterno descontento, del que conmemoramos su última huida.
Pinturas, esculturas y fotografías debidas a esta artista y realizadas entre 1891 y 1903 –más de 200 obras- se presentan en Gauguin-Tahití “el taller de los trópicos”, que estará abierta desde el inicio de octubre al 19 de febrero de 2004.
El pintor, buscador de paraísos, eterno descontento, poco antes de su muerte pintó un cuadro que llenó de interrogantes: ¿De donde venimos? ¡Qué somos? ¿a dónde vamos?. Son las preguntas de un hombre enfermo y sólo, incapaz de seguir avanzando en una vida en la que buscó permanentemente la belleza.
En el cuadro aparece una naturaleza lujuriante y diversos animales y personajes en la penumbra. Pero no rebosa alegría, sino misterio. Es una de las piezas más destacadas, procedente del Fine Arts Museum de Boston, colaborador con el ministerio de cultura francés en esta acontecimiento de del Grand Palais.
“Solo quiero silencio y que dejen morir tranquilo” expresó el pintor cuando intentó suicidarse con arsénico, en los días de 1897 en los que pintó este cuadro testamento que vuelve a Francia por vez primera desde hace 50 años
Centrado sobre el ámbito de la isla de Tahití y su interés para la pintura, la muestra busca las fuentes de inspiración planteadas en el cuadro de Gauguin desde sus obras francesas para centrarse especialmente en el periodo final de la Polinesia.
Buscando paraísos.
Paul Gauguin, nació en París en 1848; pero pronto empezó a padecer los problemas de una sociedad cargada de intereses. Con apenas cuatro años tuvo que emigrar con toda su familia a Perú tras el golpe de estado de Napoleón III.
En Lima residió hasta el otoño de 1854, fecha en la que regresa huérfano, a Francia. En París, la madre deberá trabajar como modista para sacar a la familia adelante.
De espíritu aventurero, el joven Gauguin intenta entrar en la Escuela de Náutica, pero no lo consigue, y decide irse de marinero cuando contaba con 17 años. Regresa en 1872 y se convierte en agente de Bolsa, trabajo en el que se alcanzó resultados positivos, que le permitieron comprar diversas Pinturas. Entonces se inició con los pinceles y se casó con una joven danesa, Mette Gad, con la que tuvo cinco hijos.
Pissaro sería su primer maestro artístico. Él le lleva por derroteros impresionistas, participando en algunas exposiciones. En 1882 tuvo que dejar su trabajo de agente de bolsa y empezó a vivir de la pintura, aunque pasó graves dificultades económicas, que le obligaron a irse a Rouen, donde el costo de la vida era más soportable.
Los triunfos no llegan, y se busca la vida con otras actividades, como vendedor de toldos. La familia se disgregó entre Dinamarca y Francia y el acabó trasladándose a la Bretaña donde cambió de estilo; dejó el impresionismo y entró en un ámbito más simbolista. Asimismo, inició un cambio de expresividad cromática: colores intensos y planos, lo que llevó a algunos críticos a hablar del cloisonismo. Este apelativo derivaba de una técnica de la elaboración de esmaltes: el tabicado o cloisoné, basado en celdillas que se rellenan de una pasta y que una vez fundida deja espacios de tonos relativamente homogéneos.
Pero Bretaña sólo fue otra etapa en su permanente búsqueda. Gauguin es el eterno descontento de su suerte personal, pero tambien de una sociedad injusta industrializada y dura. Se traslada a Panamá, para trabajar en el canal interoceánico, Y luego, Martinica, donde entra en contacto con un exotismo que luego caracterizará su pintura.
De regreso a Francia, vuelve a instalarse en la Bretaña, donde hace alguna obras interesantes, como su cristo Amarillo. Tambien coincide en Arlés con van Gogh , pero sigue añorando otra sociedad más justa y piensa en Tahití.
Llega a la Polinesia en 1891, con ansias de gozar de la vida y del amor en un ambiente primitivo y bello. Es una época de belleza y color en su pintura, simbolista y cloisonista. Arreboles, bestias aguas, mujeres, flores...tierra de delicia y gozo. Vuelve con su obra a París, donde no encuentra aprecio, y retorna a la Polinesia, a las islas Marquesas. Está triste y cansado, sólo. Se da a la bebida.
A sus problemas personales unió los políticos, y las autoridades obstaculizan su estancia en Tahití. Se traslada a otra isla, con una jovencita...pero quiere volver a Europa. No lo conseguiría. Un ataque cardiaco cortó su ultima huida en mayo de 1903
En el Grand Palais de París se podrá disfrutar de una gran muestra dedicada a Gauguin. guiarte.com