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León, España, 19 de abril de 2001
El hermoso gallo que coronaba la torre románica de la iglesia de San Isidoro, recientemente desmontado para su limpieza, era románico, de origen valenciano y chapado en oro.
De ahora en adelante, el ave, de notable y bello diseño, es un atractivo añadido al magnífico museo de San Isidoro de León, centro que cuenta con una inusual riqueza artística, entre ella algunas de las mejores pinturas del románico mundial.
El gallo -según un reportaje que publica el Diario de León- ha resultado ser de oro, una pieza única del siglo XI, probablemente obra de un artista afincado en una ciudad mediterránea, posiblemente Valencia. En la pieza apareció en letra visigótica mozárabe la inscripción: Berlana; que, según los expertos, podría ser la firma del autor.
Estas son las conclusiones de los diferentes análisis y estudios a los que ha sido sometida la veleta, que se exhibe ya restaurada en una vitrina instalada en el claustro de la gran Colegiata, centro artístico internacional del románico. La empresa El retablo, encargada de la rehabilitación de la torre, está evaluando el coste de suplantar el gallo original por una réplica exacta.
El abad de San Isidoro, Antonio Viñayo, dijo siempre que el gallo de la torre es tan antiguo como ella. Viñayo tenía un indicio importante: en el Panteón Real se encuentran dos pinturas de gallos de idéntica silueta al de la veleta.
La empresa encargada de la restauración de la torre, y que ha llevado a cabo la conservación del gallo, ha contado con la colaboración de destacados expertos para descifrar esta pieza. El estudio metalográfico, realizado por Salvador Rovira y Enrique Parra, del Laboratorio para la Restauración y Conservación de Obras de Arte, con sede en Madrid, descubrió que el gallo es de cobre plomado y dorado al fuego.
Durante la invasión napoleónica, los soldados franceses trataron de abatir a tiros al gallo. Ya intuían que tenía valor y oro.
El catedrático de Paleografía de la Universidad de León Vicente García Lobo investigó una marca aparecida durante el proceso de limpieza de la veleta, en letras visigóticas mozárabes. Según García Lobo, es una inscripción monogramática, de finales del siglo XI o principios del XII. Se ignora el significado del término, que posiblemente sea firma del autor.
Los análisis realizados por la profesora María Amor Fontvella, del Instituto de Recursos Naturales de la Facultad de Agrícolas de León, experta en palinología, aportan pruebas tanto de la época de la pieza como de su origen, al encontrar restos de polen que proceden del Mediterráneo. En este punto, Viñayo cree que el gallo pudo ser fundido en Valencia, dada la relación del rey Fernando I con aquella ciudad, cuando se construía la torre de San Isidoro.
El gallo se encuentra en un gallinero especial: una vitrina diseñada por Ramón Cañas y Carlos Sexmilo, reutilizando material de la exposición Tesoro Sagrado. La pieza, que puede ser contemplada ya por los visitantes del Museo de San Isidoro, es otro de los atractivos de la Colegiata, junto al Panteón de los Reyes.
El popular gallo románico de León. Foto de Diario de León.