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Valencia, 9 de marzo de 2001
Extraños cuadros en blanco y negro y esculturas talladas a base de hacha y motosierra, representando duros cuerpos humanos, integran la exposición de Georg Baselitz, uno de los creadores más destacados de la segunda mitad del siglo XX, en el Instituto valenciano de Arte Moderno, IVAM.
Esta muestra se presenta en el Centre Julio González, desde el 8 de marzo al 20 de mayo.
Son diecisioete pinturas y trece esculturas las que integran la muestra Georg Baselitz.Escultura frente a pintura, obras fechadas entre 1979 y 1997, que forman un interesante conjunto de lo que se ha denominado estética de la mutilación propia del artista aleman.
Baselitz, en realidad se llama Hans George Kern; su nombre artístico es el del lugar donde nació en 1938, una población lindante con la frontera polaca.Para él las esculturas y pinturas que elabora no se adscriben a ningún estilo ni movimiento, porque surgen de mi interior y de mis orígenes.
El artista intervino en Valencia en la presentación de la muestra.Dijo que, tras la caída del muro de Berlín en 1989, Alemania vivió un momento de euforia que se tradujo en la creación artística, pero que, pasada esa fiebre, los alemanes se volvieron temerosos, y no se quieren tanto como pensaban.
Baselitz se considera un creador solitario que hace lo que quiere y que considera que el artista que pinta para la sociedad es un infeliz, ya que el verdadero creador debe aportar siempre algo de si mismo.
En la rueda de prensa, frente a los informadores, Baselitz afirmó que les veía como cabezas de Picasso. En España veo Picassos por todos lados y en Italia, Pieros della Francesca, para terminar afirmando su esperanza de que en la gente viera Baselitzs en Alemania.
El comisario y responsable del Centro, Kosme de Barañano, dijo que con esta exposición se intenta presentar la relación entre la obra escultórica de Baselitz y su pintura, analizando el modo en el que se aborda en ambos género los temas de la cabeza, el cuerpo y la figura, a través de 30 ejemplos, fundamentalmente de los años 90.
Para Georg Baselitz -dijo- la pintura, y sobre todo la escultura, no sólo es un ejercicio intelectual, una superación de las imágenes africanas de la escultura de Picasso, de la de Faurier y del dibujo de Beckmman, sino sobre todo un acto físico, una confrontación con la madera y la sierra. En sus piezas aparecen manchas, pisadas de zapato, círculos vacíos de una botella, botes de pintura o el perfil de un conejo. Son formas que nos distancian de la imagen, que nos sirven de ruptura con la perspectiva y que nos devuelven a la objetualidad, a la convención que toda pintura y que todo acto de pintar es.
Frente al expresionismo abstracto y a la retórica del mundo de la publicidad y el pop y al calvinismo del minimal, para Baselitz la libertad formal surge a través de la destrucción de la forma, es decir, desde la entraña misma de la pintura tradicional.
La muestra está patrocinada por Bancaja, y en el catálogo se publican textos sobre Baselitz de Eric Darragon, Richard Shiff, Kevin Power y Kosme de Barañano, y una cronología y bibliografía recogida por Detlev Gretenkort.
La exposición, según el criterio organizador, se divide en cinco pasos, relacionando motivos y conexiones temáticas.
Se inicia con la Cabeza cortada de 1979 (la obra más antigua) comparada con pinturas en negro de 1992.Esta primera estación se denomina La cabeza Cortada: la cabeza como arqueología y la figura en pintura.
La segunda estación es del torso. cabeza y pierna, con la huella de la motosierra como elemento expresivo.
La tercera estación se denomina Del torso: cabezas y trazos, con análisis del volumen y la perforación del trazo. La huella de la broca y la mancha del pincel.
La cuarta estación se titula Del torso: cabeza plana y cuerpo, esculturas planas y torsos de medio cuerpo pintados en rojo; el color como componente volumétrico y como mancha.
Finalmente aborda La figura entera: las tres Gracias y el autorretrato, cerrando el ciclo con la vuelta a la figuración clásica.