se trata de un paseo histórico y temático que transcurre entre 1918 y 1945, donde se explora una nueva idea del arte moderno marcada por el cansancio de las vanguardias; una auténtica tesis en la que se muestra cómo los realismos no van contra la modernidad sino que buscan una relación distinta entre el artista y el mundo.
Son unas ciento cincuenta obras que reflejan las características estéticas y artísticas comunes que hacen del realismo una corriente o estilo diferenciado. En la misma figuran artistas de escuelas dispares, como André Derain, Otto Dix, Edward Hopper, Gutiérrez Solana, Miró o Balthus.
La muestra está organizada conjuntamente por el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid y tiene como propósito mostrar la difusión del realismo en los años que se extienden entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, un período que fue crucial para la consolidación del Movimiento Moderno. En ese tiempo, el realismo se manifestó con fuerza en pintura y en escultura, en cine y en literatura, constituyéndose en una de las tendencias principales de la modernidad.
Sin embargo, en contraste con otras corrientes como el surrealismo o la abstracción geométrica, que se produjeron de forma unitaria y organizada, el realismo fue una corriente plural que adoptaba caracteres diversos en función de los diferentes contextos geográficos, sociales y artísticos en los que se desarrollaba.
La exposición se divide en seis ámbitos temáticos, de acuerdo con los conceptos de los géneros tradicionales de la pintura; esta organización permitirá apreciar la continuidad histórica implícita en la noción de realismo. La secuencia de las salas ofrece una imagen dinámica del realismo moderno como un proceso histórico, que se inicia a comienzos de los años 1920 estrechamente vinculado con el formalismo post-cezaniano y concluye en el umbral de la Segunda Guerra Mundial, volcado en un intenso testimonio de las realidades sociales de su tiempo.
El itinerario comienza en las salas de exposiciones temporales del Museo Thyssen-Bornemisza, para continuar en las de la Fundación Caja Madrid, con el siguiente orden:
Museo Thyssen-Bornemisza:
1.- Sustancia y forma de las cosas: Naturalezas muertas. Representa el modelo más puro, con dos grandes tendencias, una representada por Derain y la otra por Morandi. También recoge la evolución de ambos artistas hacia formas más expresionistas, relacionada con el impacto del surrealismo y, más concretamente, con la pintura metafísica de De Chirico, artista también presente en la exposición.
2.- Identidad personal, cuerpo y representación: Retratos. El segundo ámbito se centra en el tema del retrato, explorando la tensión existente en el individuo, en cuanto a la idea moderna de su existencia en aras a la función que desempeña en la sociedad. El individuo se desdibuja y reduce su ser al papel que cumple. Por eso son retratos incómodos, inquietantes, silenciosos, distantes.
3.- Escenarios íntimos: Interiores con figuras. Este apartado sigue profundizando en esta relación “incómoda” de la persona con la modernidad, pasando ahora a algo más narrativo, más teatral: la presencia del cuerpo en un interior. Se trata de un género, el de las figuras en un interior, aunque menos definido que los otros géneros como los bodegones o el retrato. Este capítulo se subdivide, a su vez, en tres apartados que agrupan a artistas vinculados estilísticamente entre sí:
3.1. Bellows, Casorati, Martini, Valloton. 3.2. Pirandello, Solana. 3.3. Balthus, DuBois, Hopper:
Fundación Caja Madrid:
4.- Pasiones metropolitanas: Figuras en la ciudad. Este ámbito hace referencia a la ciudad moderna, ya no delimitada por las murallas, que se convierte en un “cosmos infinito”, en donde la noción del espacio es sustituida por la de “itinerarios”. La ciudad como tránsito, como paso. Concluye con una “capilla” dedicada a un grupo de acuarelas de Grosz de los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, antesala de las salas finales de la exposición, dedicadas a la relación entre realismos y totalitarismos.
5.- Nuevos paisajes agrícolas, urbanos e industriales. ¿Qué pasa con el mundo agrícola, con el mundo rural, cuál es su relación con lo nuevo, con lo urbano y lo industrial? Este capítulo trata de explicarlo. Arranca con paisajes de Derain y Miró. Sigue con la pintura norteamericana, con paisajes urbanos, visiones de ciudad de Hopper y paisajes industriales. Por último, se centra en la pintura latinoamericana, el mundo de la revolución campesina y minera, con Siqueiros y Rivera.
6.- El artista frente a la Historia. Tres salas pequeñas y, en cada una de ellas, un artista; es un grito final contra los regímenes totalitaristas. Es la fase final del realismo moderno, radicalmente opuesto a los orígenes:
6.1. John Heartfield contra el nazismo. 6.2. Julio González y la Guerra Civil española. 6.3. Jean Fautrier y la serie “Otage”.