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Muestra sobre Gauguin

Del 28 de septiembre de 2004 al 9 de enero de 2005, organizada conjuntamente por el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid, se presenta la muestra Gauguin y los orígenes del Simbolismo.

La exposición se centra en el análisis de la obra de Paul Gauguin y su relación con otros artistas: sus maestros, como Pissarro, Cézanne o Degas, sus coetáneos, principalmente Van Gogh, y otros artistas que muestran su influencia, como Bonnard, Vuillard o Picasso, durante el periodo comprendido entre 1884 y 1891.

Durante esta época Gauguin pasó de ser un impresionista secundario a convertirse en cabeza de fila del movimiento simbolista. El esfuerzo por superar el impresionismo le llevó a poner en cuestión toda la tradición “naturalista” del arte europeo desde el Renacimiento. Uno tras otro, sacrificaría todos los recursos descriptivos de la pintura (perspectiva, sombras, claroscuro, tono local), en aras del valor puro de la línea y el color sobre el plano.

La exposición sigue este proceso a través de un total de 186 obras distribuidas en nueve capítulos: los seis primeros, expuestos en el Museo Thyssen-Bornemisza, están consagrados a la evolución de la obra del artista entre 1884 y 1891; los tres siguientes, en la Fundación Caja Madrid, están dedicados a la influencia de Gauguin en los artistas de Pont-Aven y del círculo de los Nabis, además de una sala dedicada al Sintetismo en España.

La mejor parte de la exposición está en el Thyssen, en tanto que en la sede cultural de Caja Madrid aparece más desigual, con abundancia de cuadros mediocres de una serie de coetáneos más famosos por haber residido en París en aquel tiempo que por la genialidad de su pintura.

Sede I-Museo Thyssen-Bornemisza

[1] El círculo de Pissarro:
Gauguin se formó como pintor bajo la tutela de Pissarro, de quien asimiló una interpretación del impresionismo en clave pastoral, escenas campesinas imbuidas del sueño de una humanidad reconciliada con la naturaleza. Este sentimiento pastoral inspiraría a Gauguin el comienzo de su larga búsqueda de lo primitivo.

En el entorno de Pissarro, conoció además a Cézanne, cuyas innovaciones (simplificación geométrica de planos y volúmenes, composición tectónica, reducción de la profundidad espacial, pincelada constructiva) dejarían profundas huellas en su obra.

[2] Paisaje y arabesco. De Cézanne a Martinica:
La obra de Gauguin en Martinica constituye un punto de inflexión en la forja de su nuevo estilo pictórico. Figuras y paisaje se integran, el arabesco lineal de los caminos y de las ramas de los árboles, con sus curvas sinuosas, delatan un proceso más profundo de feminización y erotización del paisaje.

[3] Degas, el desnudo y la danza:
Si la impronta de Pissarro y luego de Cézanne condiciona la evolución del paisaje de Gauguin, en su recreación de la figura humana será determinante el ejemplo de Degas, de quien asimila la concepción de la figura en movimiento y sus recursos para crear un espacio pictórico complejo y sobre todo el motivo de la danza como modelo de composición rítmica.

[4] La visión. Del Cloisonismo al Sintetismo:
Gauguin recibiría también inspiración de pintores más jóvenes que él. Una de ellas fue el Cloisonnismo, estilo forjado en 1887-1888 por Louis Anquetin y Émile Bernard, inspirado en las estampas japonesas y en las antiguas vidrieras y esmaltes y que se convertiría en el catalizador de los experimentos más avanzados de Gauguin. El Cloisonnismo le permitió un nueva organización de la superficie pictórica mediante áreas de color planas y un dibujo simplificado.

En consonancia con las preocupaciones espirituales del fin del siglo Gauguin demuestra un nuevo interés por el arte religioso. Aspiraba a rescatarlo del sentimentalismo crónico y devolver a sus efigies (empezando por la del Crucificado) una eficacia de iconos, como si fueran fetiches. Pretendía sustituir la “imagen de devoción” de la piedad moderna por una arcaica “imagen de culto”. La imagen de culto le sirve, en fin, a Gauguin para forjar una peculiar mitología del artista en sus innumerables autorretratos.

El retrato simbólico fue una de las preocupaciones comunes con Van Gogh y sin duda el terreno favorito de confrontación y de diálogo entre los dos pintores, antes, durante y después de su tormentoso periodo de convivencia en Arles.

[5] Eva y los dioses:
La mujer, protagonista absoluta de la obra de Gauguin, cobra un papel singular en las visiones y símbolos de lo sobrenatural. Si el mundo masculino aparece como escenario de la hegemonía de la razón positivista, en el ámbito femenino se revela el poder irracional de lo sagrado.

[6] Suite Volpini:
Las zincografías (técnica de grabado en plancha de zinc) de la Suite Volpini (1889), fueron una especie de manifiesto público donde el artista recapitula las que considera sus composiciones más originales (danzas de bretonas, pastorales de Martinica, mujeres de Arles...).

Sede II – Fundación Caja Madrid

[7] La estela de Gauguin: de Pont-Aven a los Nabis:
Si en sus pinturas de pequeño formato los Nabis, incitados por el ejemplo de Gauguin, centraron sus experimentos en los juegos de manchas y de texturas, en los conjuntos decorativos pintados por Bonnard y Vuillard, Sérusier y Maurice Denis, el protagonista es el dibujo, la línea floral del arabesco que delimita grandes superficies de color plano.

[8] La obra gráfica de los Nabis:
En sus litografías y grabados en madera, los Nabis, no sólo realizaron brillantes ejercicios pictóricos “abstractos”, sino que iluminan el contexto mundano y literario con sus frecuentes referencias al círculo de la Revue blanche y al teatro de vanguardia en el París de fin de siglo.

[9] Paco Durrio, Picasso y el Sintetismo en España:
A partir de 1900 la impronta de Gauguin se deja sentir en algunos artistas españoles que trabajan en París, ante todo, Picasso. Hasta la difusión del cubismo, el sintetismo gauguiniano fue, para los artistas españoles más avanzados, la clave para descifrar todo el postimpresionismo francés, incluida la obra de Cézanne.

FICHA TÉCNICA E INFORMACIÓN PRÁCTICA:

Título : Gauguin y los orígenes del Simbolismo
Organizadores: Museo Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid
Comisario: Guillermo Solana
Número de obras: 186 obras

Lugar y fechas : Del 28 de Septiembre 2004 al 9 de Enero 2005
Sala de Exposiciones temporales Museo Thyssen-Bornemisza
Pº del Prado, 8, 28014 Madrid
Fundación Caja Madrid
Plaza San Martín, 1, 28013 Madrid

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