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El Museo de la Trinidad en el Prado

La Sala Basilical del Museo del Prado acoge una selección de pinturas que procedentes del Museo de la Trinidad (1838-1872) y que se adscribieron a las colecciones del Prado en 1872. Del 19 de julio al 19 de septiembre de 2004.

El Museo de la Trinidad en el Prado plantea un recorrido desde los primitivos flamencos e hispano-flamencos hasta Goya, con obras, en su mayoría de gran formato. Es un excelente conjunto artístico que tiene su historia, muy vinculada a la desamortización de Mendizábal.

Después de las colecciones reales, el segundo gran conjunto de obras de arte que integra los fondos del Museo del Prado está constituido por los bienes artísticos procedentes del Museo de la Trinidad. Oficialmente abierto al público en 1838 y clausurado definitivamente en 1872, momento en el cual sus obras pasarían a engrosar las colecciones del Prado, la efímera y azarosa vida de este Museo Nacional de Pintura y Escultura, nacido en parte del empeño y los desvelos de la Academia, que contó en su aventura con el apoyo de la reina gobernadora María Cristina de Borbón, constituía hasta la fecha uno de los capítulos menos conocidos en la historia de las colecciones del Museo Nacional del Prado.

Ubicado en la calle de Atocha, Madrid, e instalado en el antiguo convento de la Trinidad Calzada -del que recibe su nombre-, el Museo de la Trinidad estaba formado por las obras de los conventos desamortizados por las leyes de Mendizábal de 1835 a 1837. A este importante núcleo de pinturas y esculturas hubieron de sumarse en 1838 las de la colección del infante don Sebastián Gabriel, que le había sido incautada en 1835 en represalia por haber abrazado la causa carlista. A partir de 1856, el Museo emprendería asimismo una desigual política de adquisiciones que le llevaría a enriquecer el perfil de su colección, incorporando para ello pinturas de Luis de Morales, el Greco, Alessandro Allori y, en particular, un importante conjunto de retratos de Goya.

LA MUESTRA

Este Museo Nacional de Pintura y Escultura se formó con las obras de arte de los conventos suprimidos de Madrid y algunas provincias limítrofes y las de la colección del infante don Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza, incautada en 1835 por la adhesión de éste a la causa carlista. Tuvo su sede en el edificio del convento de la Trinidad, en la calle de Atocha, y fue inaugurado, con una exposición temporal que sólo duró nueve días, el 24 de julio de 1838, onomástica de la Reina Gobernadora doña María Cristina de Borbón, madre de Isabel II. Cerrado después durante cuatro años, fue reabierto, siendo ya Regente el general Espartero, el 2 de mayo de 1842. Su vida se vio, en cierto modo, truncada, al instalarse en el convento el ministerio de Fomento en 1849, ya que la mayor parte de las obras quedaron dentro de las salas ocupadas por el Ministerio, sólo accesibles al público, en algunos períodos, fuera de las horas de oficina.

Fue incorporado al Museo del Prado, ya también Nacional tras la revolución de 1868, por un Real Decreto de 22 de marzo de 1872. En los años siguientes casi doscientas obras suyas se incorporaron al catálogo del Museo del Prado, mientras que otras 650 fueron depositadas en diversas instituciones.

El proyecto inicial, que consistía en la creación de un museo en el que estuvieran representados todos los artistas españoles relevantes y fuera capaz demostrar el origen y desarrollo de la escuela nacional de pintura, no llegó a realizarse, y sólo se incorporaron algunas obras traídas en 1836 de Toledo, Ávila, Segovia, Burgos y Valladolid. Como consecuencia de esto, los fondos del Museo Nacional estarían constituidos en su inmensa mayoría por pinturas de la escuela madrileña, que, dada su procedencia, eran en su práctica totalidad de temática religiosa. En este aspecto, sólo las obras de la colección del infante don Sebastián Gabriel ponían algo de variedad al conjunto.

Pese a todo, el Museo Nacional encerró desde sus inicios algunos conjuntos y obras clave de la historia de la pintura española: las tablas de los retablos de Santo Domingo y San Pedro Mártir, de Berruguete, la serie de 56 lienzos con escenas de cartujos pintados por Vicente Carducho para el claustro de la cartuja del Paular, cinco lienzos del retablo mayor del Colegio de doña María de Aragón de Madrid, del Greco, los seis cuadros del retablo de las Cuatro Pascuas de la iglesia de San Pedro Mártir de Toledo, de Maino... Y aparte contenía, aunque pocas, varias obras flamencas (La fuente de la Gracia, de la escuela de van Eyck, por ejemplo) e italianas (la copia de La Transfiguración, de Rafael, hecha por Giulio Romano, la serie de La Pasión de Cristo, de G. D. Tiepolo...) de verdadera importancia. A ellas se añadirían después, tras la devolución de su colección al infante don Sebastián Gabriel en 1859, una serie de compras entre las que algunas, como La Anunciación de época italiana del Greco o un excepcional conjunto de retratos de Goya, muestran un criterio muy avanzado para la época.

Esta exposición, que comprende un excepcional conjunto de obras procedentes de los conventos suprimidos, junto a otras compradas en la década de los sesenta (el Auto de fe presidido por santo Domingo de Guzmán, de Berruguete, y dos retratos de Goya) y algunas más procedentes de la colección del infante don Sebastián Gabriel, y que han sido adquiridas recientemente por el Museo del Prado (el Bodegón de Sánchez Cotán y San Bernardo y la Virgen de Alonso Cano), pretende señalar las aportaciones sustanciales del Museo de la Trinidad al del Prado.

Al margen, el visitante podrá contemplar, en las salas en las que cuelgan habitualmente, otras 47 pinturas procedentes del mismo museo y que han sido debidamente señalizadas para facilitar su identificación

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