En la pintura de Baumeister laten las formas y colores de Miró, junto a la pintura más primitiva, la de los abrigos rupestres prehistóricos. Es uno de los artistas más importantes del siglo XX alemán.
Son comisarios de la muestra Tomas Llorens, conservador jefe del Museo Thyssen-Bornemisza, junto con Helmut Friedel, director de la Städtische Galerie im Lenbachhaus. Esta antológica sobre Willi Baumeister (1889-1955) muestra 92 obras, 75 pinturas y 17 dibujos.
Baumeister pertenece a la generación que surge en el arte alemán tras la Primera Guerra Mundial, durante la cual le tocó luchar en los Balcanes y el Cáucaso. Su carrera estuvo íntimamente ligada a su país, aunque eso no le privó de contactos con grupos como l´Esprit Nouveau (Lèger, Le Corbusier...) y en el Abstraction-Creation de los años 30.
La historiografía norteamericana del arte, dominadora en la segunda mitad del siglo XX no ha situado al artista –al igual que otros muchos de otros territorios- a la altura de su trayectoria real.
Comienza su primera obra en el ámbito de la abstracción geométrica, aunque en los años 20 introduce figuras humanas estilizadas. Es hacia los años 30 cuando conoce la cueva prehistórica de Altamira y el arte rupestre Levantino. Le influirá sobre todo éste segundo estilo pictórico, de un mayor esquematismo. También quedaría influido notablemente por la trayectoria pictórica de Miró.
Durante esta segunda época realiza algunas de las series más importantes de su carrera artística: Figuras lineales, Ideogramas, Eidos e Imágenes africanas.
En estos años, el interés por los trabajos de los prehistóricos y por la obra de Miró derivará no sólo en las formas sino en una acentuación del componente matérico.
Baumeister pasa por situaciones difíciles en los tiempos del nazismo, cuando se incluye su obra como “degenerada”. En 1933 fue despedido de su puesto de profesor de tipografía en la escuela de Arte de Francfort. En 1941 los nazis llegarían a prohibir la exposición de su obra. Sigue pintando en privado y estudiando las técnicas prehistóricas. Fruto de sus investigaciones sería la publicación de “Lo desconocido en el arte”, en 1947.
“La pintura es el arte de la visibilidad. Desde la posición del pintor, la pintura es el arte de poder hacer visible algo que, precisamente a través de ella, se hace visible por primera vez, algo que hasta ese momento pertenecía al dominio de lo desconocido”, dice Baumeister en su libro.
Sobrevivió durante la guerra mundial trabajando en una fábrica de pinturas, y al término del conflicto fue reconocido como uno de los grandes maestros vivos de la pintura del país. En 1946 fue nombrado catedrático de Bellas Artes en Stuttgart, donde ejerció la docencia hasta 1955, el mismo año en que falleció.
Durante la posguerra siguió pintando con su particular lenguaje abstracto: Paisajes Metafísicos, Figuras del Sol y Movimientos de Luz.
Baumeister (1889-1955) fue uno de los artistas más influyentes, junto a Paul Klee, en los orígenes de la abstracción española, y estuvo muy vinculado a España, país que visitó en varias ocasiones movido por su interés por el arte rupestre. Durante la presentación de la muestra, el comisario Tomás Llorens insistió en el hecho de que la historia del arte del siglo XX está en gran medida por hacer. Consideró que el periodo transcurrido entre la primera y segunda guerra mundial "es central" para la historia de la modernidad. "El proyecto moderno –dijo- tiene su fase de madurez en el periodo de entreguerras, pero la historiografía del siglo XX no lo refleja todavía con claridad". Para el comisario, la pintura abstracta predominantemente constructiva de los años 1919-20, se sitúa en las antípodas respecto al informalismo europeo desarrollado a partir del año 45, tras la segunda guerra mundial.
La exposición dedicada a Willi Baumeister trata de explicar cómo se produce esa transformación "al tratarse de uno de los pintores centrales de la historia de la abstracción y de ser el que mejor ilustra ese periodo de transición". El recorrido planteado por los comisarios muestra de manera clara esa transformación gradual, comenzando por el apartado dedicado a "Los años 1920: Purismo y Abstracción Geométrica", para continuar con los años 30 en que aparecen las primeras formas orgánicas. La etapa dedicada a la Guerra y Posguerra muestra el camino iniciado hacia el informalismo, para llegar a los últimos años del artista caracterizados por el color monumental. Willi Baumeister es un artista "muy conocido en Alemania, aunque, como el título de una de sus obras exhibidas, está aún por descifrar", consideró Helmut Friedel, el comisario alemán de la muestra, para quien Baumeister es un artista que "para crear un cuadro, aunó la literatura y otras áreas del pensamiento de la época".
En el catálogo editado con motivo de esta antológica del creador alemán, aparecen interesantes testimonios. Entre ellos hay un texto de Fernand Léger que dice: “Su desarrollo artístico (de Baumeister) estuvo en todo momento en estrecha relación con el arte de todos los pueblos y épocas –de los asirios a Paul Klee, Kandinsky y Miró-. Y sin prestar atención al expresionismo, anduvo resueltamente un camino peculiar y característico”.