Se prepara de forma parecida a la otra Sopa de Truchas descrita en nuestro recetario, pero el plato tiene variantes:
En la zona de la Garandilla se hace primero el caldo, con truchas pequeñas, y a ser posible del arroyo cercano, que se hierven sin cortar.
Cuando está aún hirviendo el caldo, se lleva la cazuela a la mesa para degustar el pescado tranquilamente. Un buen vino tinto ayuda a pasar la aduana de la garganta a las truchas, picantillas y calientes.
Una vez ingerido el pescado se devuelve la cazuela a la cocina para que la maestra o el maestro de los fogones ponga unas unas densas sopas sobre él caldo sobrante. Entonces, humeante, retorna la cazuela a la mesa y prosigue el festín.
El manjar se degusta con tranquilidad, en la terraza o dejando abiertas las ventanas del comedor para escuchar el murmullo del agua o rumor del viento que azota las hojas de los chopos, gozando a la vez con las sopas, el paso del tiempo, la amistad y la sencillez de las gentes de la tierra.