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Guisado de garbanzos

Se ponen a remojo el día anterior, en agua caliente y salada, unos puñados de garbanzos (un puñado por cada comensal con otro de propina).

Al día siguiente se colocan a hervir en la olla, únicamente con agua y sal. Cuando estén casi cocidos se aparta la olla del fuego y se deja reposar. Se puede aprovechar este momento para quitar las pieles sueltas de la cobertura del garbanzo. Sólo las sueltas.

Mientras, en un mortero se machacan unos ramitos de perejil, un diente o dos de ajos y un poco de sal. Se le añade al producto una cucharada de pimentón semidulce y una taza de aceite. Se remueve todo y se añade a los garbanzos.

Se ponen de nuevo a hervir los garbanzos.

En un plato se baten unos huevos (al menos uno por cada dos comensales) a los que se les añade un poco de miga de pan, desmigada. No vale el pan rallado.

Cuando están los garbanzos en su punto de cocción, se le echa por encima el batido, que se deja unos momentos espesar. Luego se remueve por todo el guiso, que queda ya presto para ser servido

Modalidad con arroz

El arroz no ha sido siempre abundante en el territorio campesino leonés. Por eso no siempre ha acompañado al garbanzo: pero uno y otro son un excelente matrimonio.

En el guiso de garbanzos se le puede añadir perfectamente una taza o dos de arroz.

En este caso la receta es igual, salvo que hay que detener la cocción diez o doce minutos antes del final para poner el arroz(se puede poner el arroz cuando se añade el machacado del mortero, con el pimentón y el aceite.).

La modalidad de arroz aún es más cremosa. Es un plato rústico pero exquisito, y además menos grasiento que los cocidos, habida cuenta que no necesita pancetas ni chorizos o carnes en la elaboración.

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