Egipto, febrero de 2011
Hace años (en el 2001) fueron los budas de Bamiyán en Afganistán, dos inmensas estatuas de Buda talladas en los acantilados de un valle, y que proceden del entorno del siglo V. A los talibanes, esas representaciones, protegidas por la UNESCO, no les gustaban. Eran ídolos para ellos.
En el 2003, el caso más notable fue el saqueo del Museo Nacional de Irak, en el que parece que estuvieron implicados los propios funcionarios del centro... Desaparecieron multitud de piezas valiosísimas de la civilización mesopotámica. Parte de ellas han podido recuperarse... en Estados Unidos.
Ahora le tocó el turno a Egipto. En el Museo de El Cairo –que custodia miles de tesoros de este antiquísimo país- se han producido ya saqueos en los que han desaparecido objetos de la tumba de Tutankamon. No se ha divulgado aun el alcance real del robo...
Pero lo del museo puede ser una anécdota. El país es un museo al aire libro, y arqueólogos e investigadores han abandonado el trabajo en numerosos yacimientos. El conflicto seguro que está siendo aprovechado por muchos.
Grandes coleccionistas hacen negocios en tiempos de revueltas, poniendo precio a elementos que desaparecen con la aquiescencia de quienes tendrían que custodiarlos. Hay quien argumenta que gracias a ellos se “protege” y conserva lo que los estados son incapaces de proteger... pero también es cierto que su presión contribuye a rentabilizar los saqueos, fomenta el tráfico ilegal de piezas y a la postre contribuye a esquilmar el patrimonio de los países que atesoraron historia y arte.
La pérdida de muchos tesoros de este tipo, por el ansia, la codicia o la intransigencia, será un oprobio para la sociedad de nuestro tiempo.
Traslado de fragmento templo de Ramsés II en Abu Simbel. © UNESCO