Una barbaridad más del hombre, al introducir especies foráneas que destruyen ecosistemas que permanecían intactos.
En algún momento, alguna mente “privilegiada” pensó en el negocio del castor... y puso en marcha una explotación industrial. La piel de los castores de Tierra del Fuego resultó ser de malísima calidad, imposible de comercializar.
En consecuencia... se liberó a los castores y estos –sin enemigos naturales- se han hecho dueños de gran parte del extremo sur del continente americano.
Los daños son graves, especialmente visibles en los bosques patagónicos, que quedan arrasados por este voraz animal...
En el bicentenario del nacimiento de Darwin, aquel territorio que él conoció se mantiene relativamente en buen estado... pero los peligros existen y el de los castores merece la atención de todos, y especialmente debe ser solucionado por los gobiernos de Chile y Argentina.
Balsa de castores, reciente, en la Bahía Wulaia, en la Isla de Navarino. Chile.Imagen de Beatriz Alvarez. Guiarte.com
El daño que se causa por los castores al bosque patagónico es inmenso y creciente. Imagen de Beatriz Alvarez. Guiarte.com