Abril de 2008
Recientemente se ha presentado en la UNESCO un interesante informe sobre la materia, en el que revisa los resultados de varios fenómenos: globalización, cambio climático, cambio de técnicas, aplicación de nuevos conocimientos, el desafío de los biocombustibles...
Este informe sobre el estado de la agricultura en el mundo dice que hay que cambiar la situación actual. Aunque las ciencias aplicadas a la agricultura han mejorado considerablemente la productividad en los últimos cincuenta años, los beneficios del progreso conseguido se han repartido de forma muy desigual. Además, ese progreso ha ocasionado un costo social y ambiental considerable.
Los autores del documento preconizan, por consiguiente, que las ciencias agrícolas tengan más en cuenta la protección de los recursos naturales y las prácticas "agroecológicas". Esa protección puede consistir, por ejemplo, en la utilización de abonos naturales y semillas tradicionales, la intensificación de los procesos naturales, o un mayor acercamiento entre la producción agrícola y los consumidores a los que va destinada.
Desde marzo de 2007 los precios de la soja y el trigo han aumentado en 87% y 130%, respectivamente, mientras que las reservas mundiales de cereales están bajo mínimos. Se prevé que los precios del arroz, el maíz y el trigo suban más aún, debido al aumento de la demanda -sobre todo en países como China y la India- y a su utilización como biocombustibles. Este incremento se produce en momentos en que, a nivel mundial, 35% de las tierras cultivables gravemente deterioradas lo están debido a la actividad agrícola.
En América del Norte y Europa, el porcentaje de la investigación científica agrícolas financiada con capitales privados ha aumentado mucho, lo cual tiene repercusiones considerables en su orientación. De hecho, la influencia de las grandes empresas multinacionales en las ciencias agrícolas y sus prioridades ha llegado a ser hoy en día muy importante.
En África del Norte y Asia Central y Occidental, la biodiversidad agrícola es todavía única en su género, pero está desapareciendo. Estas regiones son especialmente vulnerables a los cambios climáticos y corren el riesgo de sufrir de escasez de recursos hídricos en los años venideros. Casi la mitad de sus recursos renovables de agua se hallan por debajo del umbral mínimo necesario para garantizar el desarrollo.
En Asia Meridional y Oriental y el Pacífico, los modelos actuales de desarrollo de la agricultura van a agravar la contaminación debido al nitrógeno. Por otra parte, el cambio climático puede intensificar considerablemente las corrientes migratorias. Se prevé que, de aquí a 2020, la cantidad de agua disponible por persona será dos tercios menor que en 1950, o incluso menos.
En América Latina y el Caribe, el aumento de la productividad agraria no ha traído consigo una reducción significativa de la pobreza, ya que ésta sigue afectando al 37% de la población. La importación de productos alimentarios ha creado una dependencia del exterior, trastornando al mismo tiempo la producción local.
Los autores del informe recomiendan a los gobiernos de los países centros de origen de determinadas plantas la prohibición del cultivo y el consumo de organismos genéticamente modificados, a fin de evitar toda contaminación y proteger su diversidad genética.
En el África Subsahariana la agricultura representa el 32% del PIB. Ahora bien, 80% de las tierras cultivadas padecen de escasez de agua. La disminución de la diversidad genética representa un problema en esta región, en la medida en que muchas especies de plantas y cereales que representan un porcentaje muy escaso del comercio agrícola mundial son alimentos básicos en el plano local.
El informe es resultado de tres años de esfuerzos. Su realización ha sido posible gracias a la labor de 400 científicos y a las aportaciones de gobiernos de países en desarrollo e industrializados, así como de representantes de la sociedad civil y el sector privado.
El análisis de "Evaluación Internacional de las Ciencias y Tecnologías Agrícolas para el Desarrollo (International Assessment of Agricultural Science and Technology for Development - IAASTD), surgió como fruto de una iniciativa adoptada por el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en 2002 en Johannesburgo.
Huerto doméstico. La imagen opuesta a las grandes extensiones de cultivos transgénicos. Magaz de Cepeda, León.