José Collazos Toro nace en As Eiras (Laza, Ourense) el 22 de marzo de 1886 y muere en Matamá (Laza) el 26 de enero de 1972.
Su vida transcurre entre Matamá y Cuba. Emigra por primera vez antes de los dieciocho años, y después hará varios viajes para pasar largas temporadas en Morón, cerca de La Habana, trabajando en la zafra. El trabajo se organizaba en ciclos de seis meses, y cuando acababa, los emigrantes aprendían otros oficios en la desarrollada Cuba de principios de siglo. En esas circunstancias, José Collazos aprende el arte de la fotografía.
Casa en Matamá con Rosa Rodríguez cuando ya contaba más de 40 años y después de casado vuelve a Cuba, para retornar por última vez a Galicia con más de 50 años. Tienen cinco hijos: Fidel, Manuel, Diomar, Josefa y Pepe.
La vida en Matamá es difícil, y el pequeño propietario tiene que buscar alternativas para sacar adelante a la familia. El espíritu de artista de José Collazos busca en la fotografía y en la música, combinadas con la labranza y la emigración, una forma original de subsistencia. Crea la “banda del retratista” junto con sus hijos y otros músicos, en la que él tocaba la gaita en las fiestas, romerías, bailes o allí donde los contrataban. Pero la actividad por la que es más conocido, por la que su memoria sigue viva entre las gentes de la comarca de Monterrei, es por la de fotógrafo ambulante. Hasta el punto de que poca gente conoce su nombre de pila; fuera de la aldea siempre se aludía y se alude al “retratista de Matamá”, y en su pueblo al “tío retratista”.
Nunca tuvo estudio, ni focos, sólo un cuarto oscuro con una reveladora en casa. Compra su primera cámara de cajón en Cuba y trae también de allí los telones de fondo y el resto del material. Sus fotografías son documentos antropológicos únicos para contar de una forma visual la microhistoria de este espacio geográfico alrededor del valle del río Támega.
A EXPOSICIÓN
La idea de la exposición sobre “el retratista de Matamá” surge dentro de la corriente general de revalorización que, como documentos visuales únicos sobre la vida y costumbres de una comunidad, en este caso durante un largo período de tiempo, alcanza actualmente la fotografía histórica. La exposición está organizada con un hilo argumental que nos permite recorrer la vida cotidiana y los eventos de los protagonistas de las fotos. Las distintas secciones dan testimonio de su vida privada: la familia, la infancia, la juventud, la vejez y la muerte, y por otro lado la vida pública: los trabajos, las fiestas, el ocio, las manifestaciones religiosas o políticas...
No se conservan placas o negativos del de Matamá, por lo que el trabajo de la comisaria, Nieves Amado, consistió en la recogida de las copias conservadas por las familias de los retratados, seguida de un tratamiento de restauración y ampliación, muchas veces complicado, de cada una de ellas. El resultado que ahora se presenta es una selección de las 700 fotos recogidas en los distintos pueblos durante los años 2002 y 2003.
Inauguración: miércoles 17 de septiembre, 20,00 horas. Hasta el 19 de octubre.
Horario: martes a sábado 10,00-14,00 y 16,00-20,00; domingo 11,00-14,00