Barcelona, 3 de enero de 2001. guiarte.com
La festividad de los Reyes Magos es la última de las grandes jornadas navideñas, una jornada que también tiene interés en el mundo del arte.
Los Reyes Magos no son sólo piezas esenciales de cualquier Belén de nuestro tiempo, son a menudo, y desde hace muchos siglos, bellísimas obras de arte. Maestros pintores y escultores de todos los tiempos han elaborado notables trabajos, en torno a la Navidad. Los Reyes Magos, San José, La Virgen María y el Niño, junto a la mula y el buey.
Por Navidad, en grandes instituciones culturales, pueden verse muestras donde el Belén, el Nacimiento, alcanza la categoría de arte. Entre ellas, en el final del 2001, destaca la presentada en el Monasterio de Pedralbes, Barcelona, organizada por la Fundación Thyssen-Bornemisza y el museo de Historia de la Ciudad.
La exposición recoge una serie de piezas de gran valor, fechadas desde los siglos XIII al XVIII, en las que se puede ver cómo ha evolucionado la concepción de esta representación, a través de modas y países.
Una vieja iconografía.
Las celebraciones navideñas -con su iconografía, simbolismo e incluso gastronomía- se remontan a los inicios del cristianismo, religión que, con una visión cargada de sincretismo, adaptó celebraciones romanas, como la del día 25 de diciembre, fiesta pagana del Sol, y las Saturnales, que se iniciaban el 19 de diciembre, en honor a Saturno, dios de la agricultura, prolongándose durante siete días de banquetes y juergas.
La fijación de la fecha del nacimiento de Cristo en esos días sólo tuvo lugar en torno al siglo IV, pero ya en el medievo se comenzó a organizar representaciones específicas del evento.
Se dice que en el siglo XIII San Francisco de Asís hizo en la gruta de Greccio una representación del Nacimiento, con animales y personas, simulando, de forma sencilla y divulgativa, el advenimiento de Jesús.
De aquella representación -ya mítica- surgieron imitadores que trataron de hacer en sus casas un escenario similar, con figurillas de madera o barro. La costumbre pasó de Italia a Francia y España, donde tuvo un gran desarrollo, que se amplificó con la llegada de los españoles a América. Los propios frailes hispanos aprovecharon este sistema iconográfico para enseñar a los naturales del otro lado del Atlántico el misterio de la Navidad.
Surgieron así diversas clases de belenes: los cultos, amados por los reyes, o esculpidos en las propias catedrales, al lado de los sencillos, elaborados por los campesinos, que creaban un escenario similar al que contemplaban sus ojos, con gentes ataviadas con vestiduras como las suyas y un portal poblado de sus mismos animales domésticos.
Los Reyes Magos
El origen de la celebración de los reyes magos pudiera estar vinculado también con las fiestas saturnales, en las que ya había intercambios de aguinaldos.
La primera noticia que se tiene de los Reyes Magos es a través del evangelio de San Mateo, pero el apóstol se muestra poco conciso, ya que no concreta su número ni su condición, raza o procedencia.
Para los cristianos, la Epifanía se celebra el sexto día del primer mes del año, y viene acompañada por la Adoración, que significa el reconocimiento de la legitimidad del Mesías. Los Reyes Magos adoran y ofrecen al Niño, oro, incienso y mirra. Estos tres regalos encierran toda una simbología; el oro, metal precioso digno de reyes; el incienso, esencia de todos los altares, dignos de un dios; y mirra, hierba sagrada de especiales poderes curativos e imprescindible para el embalsamamiento, propio para regalar a un hombre.
Creció la leyenda en torno a estos reyes, y fue perfilándose una precisa tradición. En el siglo V San León fijó su número en tres; en el siglo VI la iconografía les dio una diferenciación de edad, dos de ellos con barbas y un tercer imberbe, simbolizando las edades del hombre.
Según la tradición, Melchor murió cuando Jesús era un niño, y Gaspar y Baltasar se convirtieron al cristianismo tras la Pasión, siendo martirizados por los romanos. Se cuenta que Santa Elena, madre del emperador Constantino, encontró sus cuerpos en Tierra Santa, desde donde se trasladaron primero a Constantinopla y luego a Milán.
En el siglo XII los cuerpos se llevaron a Colonia, ciudad que se transformó -junto con Santiago, Jerusalén y Roma- en uno de los grandes centros de peregrinaciones medievales. Ahora se hallan en una de las capillas de la suntuosa catedral gótica que se levanta a orillas del Rin
La Colección de Reyes de Pedralbes
En Barcelona, se puede contemplar una excelente muestra del temario artístico vinculado a los Reyes Magos, con obra que va del siglo XIII hasta el XVIII. La exposición esta abierta al público en el Monasterio de Pedralbes hasta el 17 de febrero de 2002.
Los frescos que en 1346 pintó Ferrer Bassa la celda de Sant Miquel, por encargo de la abadesa Francesca Saportella, abren esta exposición que reúne obras de gran valor y algunas de ellas tan bellas como la pequeña tabla de Pietro di Rimini, de 1330, perteneciente a la Colección Thyssen de Barcelona, cargada de intimidad y ternura.
En el Frontal de altar de la iglesia de Santa María de Mosoll (Girona), de mediados del siglo XIII, actualmente en el Museo nacional de Arte de Cataluña, aparecen los tres reyes con las tres edades; la tabla del Maestro de la Epifanía de Amberes, procedente, asimismo, del MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña), muestra una tendencia hacia el lujo.
También pueden verse en Barcelona "La Adoración de los Reyes", de Luca di Tommé, obra de aire bizantino procedente del Museo Thyssen de Madrid, así como "La Adoración de los Reyes Magos" (siglo XVIII), de Jerónimo Ezquerra, perteneciente a la colección Carmen Thyssen-Bornemisza.
El Museo de Historia de la Ciudad-Museo Monasterio de Pedralbes aporta, por su parte, piezas inéditas, y otras restauradas para esta ocasión como el retablo de la Epifanía, atribuido a Damiá Forment o a su taller (1562-1586), o la miniatura de cantoral de Esmeraldo Dotavanti, de principios del siglo XVI.
Anna Castellano, comisaria de la muestra, dijo que a través de la exposición han querido descifrar algunos de los enigmas de la Epifanía, uno de los temas más famosos y recurrentes de la iconografía cristiana.
De entre los textos evangélicos sólo el de San Mateo, subraya Castellano, menciona a los personajes de los Reyes Magos, sin embargo, "la narración de los Evangelios Apócrifos describe con detalle la adoración e influye de manera decisiva en su iconografía".
El número de los Reyes, tres, se fijó pronto, como demuestra el frontal de altar de Mosoll (Girona), del siglo XIII, "atendiendo a los tres dones que llevaron los Reyes al Niño, a las tres edades - juventud, madurez y vejez -, a las tres dimensiones - pasado, presente y futuro- y a los tres continentes conocidos - Europa, Africa y Asia -".
También a partir del siglo XIII empieza a aparecer uno de los gestos característicos, como se puede observar en el cuadro de Ezquerra, uno de los reyes, normalmente el de mayor edad, aparece arrodillado ante el Niño, descubierto con la corona en el suelo, en actitud de besar su pie.
Otro de los enigmas, la existencia del rey negro, es también una tradición posterior, pues, como ha apuntado la comisaria, en la Edad Media se asociaba negro a oscuridad, a la negación de Dios, y sólo a partir del siglo XV se fija la figura del rey negro al hilo del gusto por el exotismo como ilustra en la exposición una "Epifanía" de Fernando Gallego, en la que el artista seguramente pensaba en un rey de Etiopía.
El mimetismo de la época se refleja también a lo largo de los siglos XVI y XVII en los personajes, pintados con vestidos y elementos propios de los indígenas del Nuevo Mundo.
Composición realizada con la imagen de un cuadro de la Adoración de los Reyes de El Bosco, del Museo del Prado.
La persistencia del estilo bizantino en la escuela sienesa se pone en evidencia en esta tabla de la Adoración de los Reyes, de Luca di Tommè, del Thyssen-Bornemisza, Madrid. Copyright